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Cuando todo está inventado, apostar a una carta más alta suele ser una estrategia habitual. En el mundo de la música eso implica más efectos, más luces, más postproducción, decorados impactantes y vestuarios controvertidos. Dar que hablar, más que dar que escuchar. Y de pronto, ... alguien recurre a la esencia mínima, a la sensibilidad de una canción sin artificios y revoluciona un sistema que se fagocita a sí mismo. Salvador Sobral (Lisboa, 1989) lo hizo el pasado año en el mayor espectáculo musical de Europa con 'Amar pelos dois'. Sorprendió y ganó. Y sintió «apatía».
Su aversión a los focos es inversamente proporcional al interés que genera. «No quiero ser el objeto del proceso narcisista de los selfies», dice. El portugués, que ofrecerá un concierto en Santander este jueves (Palacio de Festivales), cree que se puede seguir siendo honesto dentro del negocio «si la música se hace y se entrega con verdad y de manera genuina».
En su verdad, tiene un papel destacado su hermana Luisa, compositora de la canción que le convirtió en una estrella global y quien, reconoce es «un ejemplo en varios aspectos».También un buen apoyo para Sobral que se reconoce como buen intérprete «terrible pianista» y se entrega al aprendizaje constante que supone esta carrera.
En su trayectoria, que incluye haber vivido en Estados Unidos o Barcelona y formar parte un grupo indie, la salud obligó al portugués a hacer un alto. Necesitaba un corazón nuevo. Su ingreso y posterior recuperación tuvo en vilo a Portugal durante todo el proceso, algo que le hizo sentirse «muy agradecido y tocado». Un país que, con esta primera victoria, también tuvo que organizar su propia edición de Eurovisión, con el pellizco que este asentado show supone para las arcas públicas del anfitrión anual. El Gobierno luso le entregó una condecoración a Salvador y también a su hermana Luisa como señal de reconocimiento.
En la edición portuguesa del concurso, cuyo hilo conductor fue el mar, Sobral tuvo ocasión de cantar con Caetano Veloso, quien dijo de él que es «civilización y cultura elevada, una referencia en la música mundial». Superado semejante hito, ha publicado 'Excuse me', con influencias del jazz, la bossa nova y los sonidos de América Latina interpretados por su inconfundible voz. Ahora le apetecería «compartir escenario con una orquesta clásica».
Mientras llega esa opción, continúa escapándose a París de vez en cuando, cree que «tanto un pequeño bar como una gran sala tienen su encanto» a la hora de cantar, algo que hace, además de en solitario, con su banda especializada en boleros mezclados con jazz, un género «con el que todo se puede mezclar, aunque eso no implica que sea bueno». Le acompañan Julio Resende, pianista y también productor del disco, André Rosinha al contrabajo y Bruno Pedroso a la batería. Sobral sigue mostrándose crítico con los talent show -él mismo participó en uno en 2005-. «Esos programas no tienen nada que ver con la música. Son puro entretenimiento», afirma y en la suma de acentos que tienen sus palabras, casi susurradas e impregnadas de una buena dosis de humor, no duda en que las canciones ponen paz, pero «también sirven para encontrar la locura».
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