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¿Qué escuchan tus hijos? Guía práctica para entender el Trap

Capítulo I ·

Tenemos un estilo musical «adoptado» en todos los sentidos, que proviene de una mezcla estadounidense y latinoamericana y que se asienta sobre una serie de valores y actitudes

Martes, 2 de junio 2020, 07:51

Estoy seguro de que todos hemos tenido que «sufrir» el sonido ensordecedor de esos altavoces bluetooth, que algunos alardean como si fuera un tesoro, por las calles de nuestra ciudad. Ya sean aparatosos dispositivos (se han llegado a ver hasta carritos para transportarlos), otros tan pequeños que entran en la palma de la mano, algunos colgados del cuello como cencerros que anuncian la llegada del rebaño, o con luces de colores, a modo de discoteca de bolsillo, antes o después hemos podido vivir esta curiosa experiencia. Dejando ahora a un lado la cuestión de la mala educación que este tipo de comportamiento manifiesta y de la contaminación acústica que genera, tanto de manera activa (para el que lo lleva), como pasiva, para el que lo escucha de manera incidental, me gustaría centrar la atención en qué se está escuchando.

En mayor o menor medida, si se hace esta pregunta a un adulto, las respuestas pueden ser: «eso que escuchan los jóvenes», «lo que escucha mi hijo a todas horas», «eso con lo que hacen los vídeos esos moviéndose como tontos», «ruido», «nada, eso ni es música ni es nada», por citar las más comunes. Y qué decir si se quiere especificar el estilo de esta música…un terreno desconocido. Es curioso como el rock, el jazz, la clásica o el pop, suelen identificarse con bastante facilidad, pero, ¿dónde encajar estos ritmos? Puede parecer un tema sin importancia, pero considero necesario que la sociedad en general y, sobre todo, las familias, sepan lo que realmente escuchan sus hijos, nietos, sobrinos, o simplemente los adolescentes de nuestros días, la llamada Generación Z.

Muchas veces he notado en los adultos un ansia de saber algo más sobre este tipo de música, que finalmente desemboca en mero desprecio o resignación. Se percibe un halo de negatividad, ya sea debido a esas exhibiciones sonoras o a los cantos de sus oyentes, pero no se llega a profundizar en ello. A través de este y otros breves post intentaremos aclarar sus aspectos más importantes y las dudas que de ellos puedan surgir. En este primer capítulo haremos un bosquejo de los elementos más destacados, concretándolos en posteriores publicaciones.

Lo primero es definir el estilo. Esta música pertenece a lo que se ha denominado «Trap Latino», una mezcla castellanizada del «Trap» americano (que, a su vez, deriva el rap) y del polémico Reggaeton. Por otro lado, sabemos que toda música posee una serie de valores o comportamientos, al estar insertada en un determinado contexto social. Sin entrar mucho en detalle, podemos establecer que, mujeres, violencia, drogas y sexo, tanto real como simbólicamente, son los elementos clave de esta música. Es decir, existe un componente íntimamente relacionado con lo «ilegal y marginal».

Es interesante notar que, una de las motivaciones más utilizadas para escuchar tanto el Reggaeton como su sucesor, el Trap, es el ritmo (preguntad a quien lo escucha). Esta respuesta, que podría ser totalmente válida al hablar de música, tiene, a mi parecer, dos contradicciones. La primer es la monotonía del ritmo. Las bases de todas las canciones de Trap (producidas de manera digital), utilizan un mismo patrón rítmico para toda la canción, que llega a ser hipnotizante e incluso insoportable. Por otro lado, tenemos un texto. Es muy complicado creer, por tanto, que esta música se escucha únicamente por su «pobre» ritmo, cuando tiene superpuesto un texto que se entiende, se puede memorizar fácilmente y que presenta unas letras que captan muy bien la atención de los jóvenes.

Por otro lado, la música también es comunicación, por lo que necesita unos medios de reproducción. Aproximadamente un 80% de los jóvenes entre 13 y 15 años consume (ojo aquí al término) música a través de Youtube, y este número podría aplicarse a otras franjas de edad e incluso aumentarse. Varias son las hipótesis que tratan de explicar este fenómeno, pero creo que una de las más importantes tiene que ver con el hecho de que el Trap está ligado a otro factor determinante: la imagen, es decir, el videoclip. La plataforma que Google compró en 2006, proporciona los vídeos en streaming y la posibilidad de seguir a sus cantantes. Instagram juega también su papel, pero hablaremos de ello más adelante.

Resumiendo este primer acercamiento general, tenemos un estilo musical «adoptado» en todos los sentidos, que proviene de una mezcla estadounidense y latinoamericana y que se asienta sobre una serie de valores y actitudes relacionados con el crimen organizado, ya sea drogas o prostitución, de manera más o menos explícita. Su ritmo es totalmente artificial y basado en un único patrón, que induce a la pasividad debido a su carácter repetitivo, apoyándose fuertemente en un texto y una imagen, que se «escucha», sobre todo, a través de Youtube.

Música, letras, videoclips, discográficas, plataformas digitales, cantantes, hibridaciones, intereses económicos, ilegalidad, educación, conflictos con los adolescentes, son algunos de los temas relacionados con la música, y que intentaremos desgranar aquí.

Para terminar este post, señalar que la música es uno de los factores de creación de identidad más potentes que existen. Actúa de manera muy sutil y con unos mecanismos que involucran tanto cuestiones psicológicas y sociales, como físicas y biológicas. No es de extrañar que estilos como el rock, el rap o el trap, hayan sido destinados (en su origen) a un público adolescente, cuya personalidad e identidad todavía está en progreso. Pero, ¿por qué?

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