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Para muchos el paraguas se convirtió en un gran aliado junto con varias botellas de agua y algo de comida. Y esta vez no porque lloviera, más bien al contrario, para protegerse de ese sol del que este martes pudo presumir Santander. Gafas de sol, ... gorras e incluso alguna revista. En realidad cualquier objeto valía para tratar de esquivar los rayos que daban de frente a las centenares de personas que hacían cola a las puertas de los Campos de Sport de El Sardinero. Horas de espera –hubo gente desde las siete de la mañana– para intentar ser de los primeros en entrar a la pista y conseguir el mejor sitio para disfrutar de su banda favorita: Muse, que aterrizó en la capital cántabra para dar su único concierto en España dentro de su gira de 2023.
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Y entre esos grupos de fans estaba preparado Jesús Guerrero, vecino de Cádiz. Su frente roja a las 18.00 horas de la tarde era la pista para adivinar que ya llevaba varias horas en la cola. Efectivamente: desde las nueve de la mañana. Pero cualquier espera se hace corta si se trata de escuchar al que para él es «el grupo de mi vida», reconocía treinta minutos antes de la apertura de puertas.
Por eso, en cuanto conoce las fechas de la gira, busca qué cita le cuadra mejor y se lanza a comprar entradas: «Siempre vamos a un concierto», añadía. Y la de este año la tuvo clara en cuanto se anunció el paso de Muse por la capital cántabra dentro de la programación del Año Jubilar Lebaniego. «Ya teníamos planteado ir a otro país, pero mejor aquí», contaba. Así, el concierto de la capital cántabra se convirtió en su octava cita para disfrutar de esa música que forma parte de su día a día desde 2005. Al igual que la mayoría de los asistentes, el gaditano lucía una camiseta del grupo al que tantas ganas tenía de escuchar de nuevo.
«Tengo muchas ganas. Esta cita fue una sorpresa y es ya mi séptimo concierto»
«Compré la entrada hace un mes, pero organicé el viaje con más tiempo»
«Tienen de todo: piano, eléctronica, pero siempre con el rock de base y eso me gusta»
«Siempre intentamos ir a un concierto de su gira, este es ya el octavo»
«Todo el mundo viene aquí a disfrutar de la música, el ambiente está genial»
«No tardé ni 5 minutos en comprar las entradas, no he podido ir nunca a verlos»
«He venido a ver a Muse y a ver la ciudad. Es un acierto traer bandas internacionales»
«El grupo me gusta porque consiguen mezclar la música clásica con el rock»
«Es nuestro primer concierto, no pudimos ir al de Madrid y este nos pillaba al lado»
«Es raro que una banda así venga por aquí, se tiene que repetir más veces»
En la otra esquina de esa misma primera fila esperaba con las mismas ganas y bastantes nervios Guille del Río. Para ella el de esta la noche ha sido su concierto número 54. La vecina de Córdoba celebraba que la banda pase por Santander que fue «una sorpresa», contaba emocionada. Escenarios que le dan «esperanza» de que algún día puedan incluir su provincia dentro de la gira. Cuenta que «siempre» ha sido rockera, pero lo que más le gusta del grupo es que «tienen de todo. También piano, electrónica, pero siempre con el rock de base», resumía.
Mientras quienes iban a llenar la pista seguían llegando y esperaban a que el reloj marcara las 18.30 horas, el momento en el que estaba prevista la apertura de puertas, el ambiente del concierto llenaba los alrededores del estadio del Racing. Quienes tenían el asiento asignado (porque su entrada era en grada) esperaban tranquilos en el bar La Tasca, ubicado al lado del espacio, con alguna cerveza en la mano o y echándose unas risas con los amigos. Entre ellos estaba José Magaña, de Sevilla, que recibió con «sorpresa» la parada de Muse en Cantabria. «Fue raro, pero está bien que se abran a nuevos escenarios», comentaba. En su caso la cita de fue la séptima.
Precisamente la elección de Santander como única cita en España fue algo que también celebró Víctor Suárez. Uno de los pocos cántabros entre las 23.000 personas que acudieron al concierto. Es más, toparse con alguien de la región en la cola fue tarea complicada. El santanderino es fan de la banda británica pero por motivos laborales y personales nunca antes ha tenido ocasión de verlos en directo así que no dudó en comprar la entrada en cuanto se enteró del concierto. «No tardamos ni cinco minutos en cogerlas», admite. Era la ocasión perfecta: un concierto en casa. Y este martes, nada más salir de trabajar fue directo a la fila. No había tiempo que perder. «Te vas a hacer adicto», le decía su amigo, Darío Mur, que también esperaba con él la apertura de puertas. Aunque en su caso ya ha tenido ocasión de disfrutar de la banda en varios festivales.
Para él una de las mejores partes de esa espera, aunque sea larga, es el «ambiente», admitía mientras señalaba alrededor y charlaba con otro grupo al que acababa de conocer. Y esa fue la estampa hasta que anunciaron que se abrían las puertas:«Poco a poco y sin correr, por favor», insistían una y otra vez los de seguridad conscientes de los nervios. Fueron puntuales y la gente comenzó a pasar a las 18.30 horas. Eso sí, por grupos, de forma escalonada y siempre despacio para evitar sustos. Mientras unos entraban, otros tantos aprovechaban para tomar algo, refrescarse con un helado o esperar a la sombra de los árboles del Parque de Mesones.
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