La diosa Kali del punk
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Kathleen Hanna es la diosa Kali del movimiento feminista 'Riot Grrrl': cantante, compositora, activista y editora de fanzines, que contribuyó a extender su grito desde la sororidadSecciones
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Kathleen Hanna es la diosa Kali del movimiento feminista 'Riot Grrrl': cantante, compositora, activista y editora de fanzines, que contribuyó a extender su grito desde la sororidadEn 1998, la revista 'Time' publicó una polémica portada qué preguntaba «¿El feminismo ha muerto?». Para ilustrarla se emplearon las cabezas recortadas de Susan B. Anthony, Betty Friedman, Gloria Steinem y el personaje de ficción 'Ally McBeal', como si se tratase de una línea temporal.
Sin duda, los feminismos no habían muerto, pero tampoco había sido un buen año: el 'Escándalo Clinton-Lewinsky' –entonces conocido como 'Escándalo Lewinsky'– señalaría a la becaria de la Casa Blanca como culpable de haber acabado con el mayor intento de democracia real vivido en EEUU; el invento de la 'Viagra' situaría el centro de atención del deseo sexual y se convertiría en el tema principal de todos los medios; una Britney Spears hipersexualizada y menor de edad debutaría vestida de colegiala y su imagen sería reproducida hasta la saciedad; y la serie 'Ally McBeal', con millones de seguidores, nos mostraría una protagonista exitosa en un entorno laboral masculinizado y fracasada a nivel afectivo, denigrando la soltería del género femenino.
Además ese año, el sistema neoliberal se impondría en todo el mundo, extendiéndose la nueva mentalidad de la meritocracia y el individualismo, que justificaba la baja presencia de mujeres en todas las esferas por cuestiones individuales, como la formación o las elecciones personales. Así, en este contexto de igualdad formal y a través de los medios, percibimos cómo se castigaban o se premiaban determinados comportamientos de las mujeres, definiendo nuestro lugar en el entorno laboral y personal.
Este mismo año se disolvería el grupo de música Bikini Kill, formado inicialmente por la cantante y compositora Kathleen Hanna, la guitarrista Billy Karren, la bajista Kathi Wilcox y el batería Tobi Vail. Durante sus 8 años en activo, esta banda de punk feminista y reivindicativo, consiguió crear una comunidad y difundir sus ideas contra este discurso único, a pesar de tener enfrentada a la mayor parte del público masculino, a sus compañeros de profesión y a la prensa especializada, que trataba de dividirlas con objetivos comerciales. Junto con otras bandas como Bratmobile y L7, crearon el movimiento feminista underground 'Riot Grrrl' que, como un grito, llamaba a la rebelión de las mujeres ante el machismo, los abusos, el patriarcado y el clasismo, desde un fuerte posicionamiento político y una búsqueda de empoderamiento.
La violación de la compañera de piso de Kathleen Hanna, tras ser asaltada en su propia casa, llevó a esta estudiante de Olympia (Washington) a iniciar una búsqueda a través de diferentes lenguajes, como la performance o la poesía, con los que poder canalizar su rabia y su discurso. Alentada por Kathy Acker, escritora punk, comienza su trayectoria en la música, por poseer una capacidad de difusión mayor que otras expresiones. Así, apoyada en las letras de sus canciones y en el fanzine 'Bikini Kill' (1990), que daría nombre al grupo, comenzó a divulgar las teorías feministas de la tercera ola junto a sus compañeras.
Editorial: Contra, 2019.256 páginas. 18,90 euros
Una de sus canciones más coreadas fue 'Rebel Girl' (1993) que, con una línea de bajo que invita a bailar, no tardó en convertirse en un himno generacional. «Esa chica se cree la reina del barrio. Va con la cabeza tan alta. Creo que quiero ser su mejor amiga»: es un llamamiento a la sororidad y a la asociación, que desaprueba el control social, la crítica mezquina y el miedo al que dirán, tan propio de los 90. De este modo, Kathleen Hanna fue la chica rebelde a la que se unieron otras chicas rebeldes, que extendieron el movimiento Riot Grrrl iniciado en Olympia.
Este era el grito de Hanna desde el escenario, previo a los conciertos. Una petición a sus seguidoras para que se acercasen al grupo, con el objetivo de crear un espacio seguro y posicionar a las chicas delante a través del punk: en los conciertos –dejando atrás el imaginario 'groupie'– y en su propia vida, desde la autogestión y el DIY (hazlo tú misma). De este modo Bikini Kill consiguió establecer una gran comunidad que controlaba sus medios de producción ligados al mundo de la cultura, que cuidaba la edición de sus vinilos, de sus fanzines y de la escena creada.
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Esther Estévez
Y aunque la intención era actuar al margen para evitar que el discurso se banalizase o reformulase, los pegadizos eslóganes de Hanna –libres de derechos de autora– no tardaron en reproducirse en otras creaciones afines y comerciales. Como fue el caso del producto musical de las Spice Girls, que aunque trivializó el lema 'Girl Power', quedó demostrado que la palabra Riot Grrrl estaba llegando a un público mayor. Otra muestra de apropiación, esta vez desde el apego, fue la protagonizada por Kurt Cobain. Tras una borrachera, Hanna escribió en la pared de la habitación de su amigo la frase 'Smells like teen spirit'. Esta broma, lejos de ser tenida en cuenta como tal, fue tomada por el cantante y compositor de Nirvana como inspiración para nombrar y componer aquella canción de éxito global, reflejo del descontento de toda una generación.
Coincidiendo con el auge de la cuarta ola feminista y el movimiento 'Mee Too', Bikini Kill volvió para posicionar a las chicas al frente a principios de 2019. Su regreso a los escenarios llegó en un momento propicio, en el que la diversidad de feminismos había unido su lucha por un cambio social desde la colectividad.
Vivien Goldman, escritora, periodista y música, en su antología 'La venganza de las punks: una historia feminista de la música de Poly Styrene a Pussy Riot' (2019), nos habla de Bikini Kill y muchos otros grupos en los márgenes que consiguieron crear comunidad defendiendo las mismas reivindicaciones y derechos. Esta obra, articulada en cuatro ejes –identidad, dinero, amor/desamor y protesta– establece una genealogía desde la venganza, entendida como igualdad de oportunidades, visibilidad y redistribución, ofreciendo referentes diversos que son tan importantes para las nuevas generaciones punk.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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