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Palabras entrecortadas, onomatopeyas, palabras que percuten. «Malamente (eso es) (así sí)/ Malamente (tra, tra)/ Mal, muy mal, muy mal, muy mal, muy mal (mira)». 'Di mi nombre'. Lo atemporal y lo aterciopelado se funden, subyacen y conviven en canciones que se miran, en una letra que se refleja y en un golpe de voz. «Que las cosas/ que las cosas/ que las cosas que me dices/no saldrán por esa puerta». Y el verbo se hizo percusión y palma, y nana y explosión. Hay en las historias de Rosalía algo visceral pero controlado, palpitante pero antiguo, claro aunque extraño.
«Pienso en tu mirá/ Me da miedo cuando sales/ Sonriendo para la calle/ Porque todos pueden ver/ Los hoyuelitos que te salen me dices». 'Di mi nombre'. 'Los Ángeles', su primer disco, era conceptual y sus cantes estaban vertebrados por sombra de muerte. Ahora el amor romántico y la pasión están cruzados por otras sombras; la del engaño, la del machismo, las soterradas estancias donde aflora la posesión y el desgarro. «Ese cristalito roto/yo sentí como crujía/antes de caerse al suelo/ya sabía que se rompía».«Las etiquetas son límites del lenguaje y el que etiqueta, al final, es el etiquetado». La frase expresada por la joven cantante en vísperas del que fue su disco debut ya respiraba madurez.
Pose o naturalidad, en construcción siempre, del flamenco a la electrónica, del trap al funk... compases o palmas, tradición y vanguardia, moda o raíz. «En el flamenco cabe todo y hay mucha muerte. Queríamos un tema universal y me puse a investigar letras y cantes atemporales». Sus palabras revelan su fidelidad y creencia. 'Malamente'. El suyo es un microcosmos de temas que afloran fruto de un maridaje de bulerías, de ecos de bolero y copla, de sonidos fronterizos, frotados en mil escuchas y en cientos de territorios asumidos, reconvertidos, macerados. «Y átame con tu cabello/ a la esquina de tu cama/ que aunque el cabello se rompa/ haré ver que estoy atada». Por soleá tirando hacia cantiñas, la artista catalana huye de las categorías, retuerce la imagen y narra cuadros costumbristas a lo que revienta por dentro en relatos de sometimiento y poder femenino. Quizá sean esas cargas emocionales las que seducen. Tras la apariencia surge lo enérgico, la reivindicación del sentir, del oído en movimiento, sin corsés, en retrato y fuga.
«Y se va a quemar, si sigue ahí/ Las llamas van al cielo a morir/ Ya no hay nadie más por ahí/ No hay nadie más, no hay nadie más». En 'El mal querer', donde ha querido «investigar y ahondar en las pasiones, en querer mal», dice reivindicar a las mujeres, mientras todo es físico y duro, y lo español y lo universal, lo local y lo global asoman entrecruzados de mensaje de desgarro (el flamenco) y atmósfera urbana, que apela a lo único y a lo diverso.
«Si hay alguien que aquí se oponga/ Que no levante la voz». Los temas se escuchan pero se ven. Hay mensaje y estética, y un caudal de ideas que discurre y cubre lo cotidiano. Todo es una travesía del flamenco a lo mainstream o la cultura dominante dejándose mecer por este pop diluido en esencias, cocinado en pócimas ancestrales y zarandeado por la seguiriya, el tango o el fandango.
Melena y chándal descargan ahora la tradición que exudaba el primer álbum, pero con un deje más radical, experimental y una estudiada complejidad. Palos y melodías y sonidos y letras que son palos y cuchillos, cortes y heridas y...que no 'salga la luna'. «Yo era tuya compañero, hasta que fuiste carcelero».
«Quería revisitar el flamenco pero nunca me atrevería a decir que este disco es flamenco. Es la posible puerta de entrada. Es un disco con mucho material inspirador, con muchas referencias conviviendo», dijo en su reciente presentación.
«Nadie a ti ha contado/ que ningún sueño/sabe ha durado un tiempo/ni tiene dueño». «No quería una colección de canciones. Busqué un tema central que las conectara y ese tema es el amor oscuro, esa historia como de tragedia griega que se sabe lo que va a pasar. A partir de las letras se sugiere todo el arco narrativo de ese amor».
Hay algo lorquiano en las alturas y guiños de estabilidad y serenidad que ahuyentan los fantasmas de lo fugaz, de la moda, de lo prefabricado, de la sensación de producto. En sus sonidos y palabras hay también periferia, barriada, cercanía, calle. La diversidad creativa, la edificación inteligente de su 'oficio' está hecho de materiales como el instinto, el aquelarre de fuentes ordenadas, pensadas, identificadas o fabricadas con mucha fuerza e intensidad. El tiempo dictará sentencia, dirá lo que tiene de personaje, de personalidad sugerente o de criatura devorada por los monstruos de la industria. Lo cierto es que el fundamento literario, el sostén culturalista, la primacía de la comunicación y el trabajo planificado hasta el límite sustentan su labor. Por ejemplo, una novela 'Flamenca', del siglo XIII, es el eje de su nuevo trabajo. 'Malamente'; 'Que no salga la luna'; 'Pienso en tu mirá'; 'De aquí no sales; 'Reniego', 'Nana'; 'A ningún hombre'.
Todo es relato y eso es lo primordial en Rosalía. Y en ello radica su diferencia. Ella cuenta el mundo. En un presente de imágenes nunca descuida su voz: dejar patente la necesidad de hacer música.
Y las ideas claras: «Siempre voy a reivindicar referentes femeninos fuertes como Bjork o Beyoncé, las que se mueven en un mundo, el de la música, que es aún masculino. No paro de tomar decisiones y no me arrepiento de ninguna».
«Ay, el querer/ Que en un momento quisiera/ Estar loca y no querer/ Porque el querer causa pena/ Pena que no tiene fin/ Y el loco vive sin ella».
Con ella, uno no sabe si el flamenco viaja hacia las demas músicas, sonidos, tendencias y préstamos, o si éstas se dejan empapar por la diáfana declaración de estilo del cante.
«Voy a tatuarme en la piel/ Tu inicial porque es la mía/ Para acordarme para siempre/ Y recordarlo to'a la vi'a/ De lo que me hiciste un día/De lo que me hiciste un día».
Pero qué conjuga tanta referencia: El desamor vivido en primera persona, «de cómo una mujer, como si se tratase de un Ave Fénix, resurge de sus cenizas para empoderarse, ser fuerte y no tener miedo a la soledad». Una historia en capítulos cuyos temas remiten a epígrafes narrativos donde asoman «augurio, boda, celos, disputa, lamento, ++clausura, liturgia, éxtasis...
Tradición flamenca y tendencias construyen su mestizaje para proponer una creación ambiciosa, sí, singular también. Los temas que anticiparon el lanzamiento de 'El mal querer', 'Malamente' y 'Pienso en tu mirá', acumularon más de cien millones de reproducciones sumando Spotify y los vídeos de YouTube. «Yo que tanto te camelo/ Y tú me das pie/ Haciendo que tú de aquí no sales/ Mucho más a mí me duele/ De lo que a ti te está doliendo/Conmigo no te equivoques». Al escucharla siempre se desvela la sensación de un proceso. Está todo armado, con la argamasa demasiado íntegra, pero desprendiendo un constante movimiento, quizás ese reflejo natural de lo que la artista ha definido como un estar «aprendiendo, nunca estancándote como músico, rebuscando siempre. Mis cimientos son del flamenco, esa es mi base, y mi visión siempre es desde este género pero de una manera libre, abierta y desprejuiciada».
«Esclava de plata, esclava de plata / sin decir na' a mí me ha jurao que ella por mí se mata». La denuncia, el gesto contra los abusos de poder masculinos y el canto al levantamiento femenino recorren la médula espinal de su trabajo. La trascendencia de géneros, lo rupturista, la huida hacia adelante, la necesidad de aderezar la pureza del flamenco con ritmos y bailes ajenos y la exploración con sonidos actuales forjan la materia prima de una cantaora que se aleja de tópicos y que deberá hacer frente al torrente de lo mediático y a la fuerza escénica de un fenómeno que supera los límites de la escena musical española. «Me han dicho que no hay salida / yo la tengo que encontrar / aunque me cueste la vida / o aunque tenga que matar», canta en 'Maldición, ese capítulo sobre la cordura.
Pues eso, 'tra, tra'.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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