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Juan Pérez Floristán (Sevilla, 1993) ligó para siempre su nombre al de Santander al proclamarse ganador del Concurso Internacional de Piano fundado por Paloma O'Shea. Desde entonces han sido varias las ocasiones en las que ha regresado a una ciudad que le ha visto ... crecer como intérprete. A punto de completar su formación en Berlín, está sábado ofrecerá el primer gran concierto del año 2020 en el Palacio de Festivales junto a la Orquesta Nacional.
-¿Es la primera vez que toca con la Orquesta Nacional?
-No. Es la segunda vez. La primera fue hace más de un año. Tocamos en una pequeña gira por Italia y Eslovenia. También con David Afkham.
-¿Va a interpretar un repertorio nuevo?
-Sí. Fue una propuesta a la que no pude decir que no porque incluye el 'Concierto para piano nº 20 en re menor' de Mozart, que no estaba en mi repertorio y que me apetecía mucho. Esta pieza es una delicia.
-Regresa a la sala Argenta. Un lugar bien especial para usted y su carrera.
-Para mí es maravilloso volver a esa sala y también a Santander por todo lo que viví allí. Primero en los Encuentros de Música y Academia y en el Concurso de Piano y luego en el Festival Internacional. He vivido cosas preciosas en Santander. Además, y aunque aún no está confirmado, puede que no sea la última vez que toque ahí este año.
-Aquellas primeras veces que tocó en Santander se le consideraba la gran apuesta del piano en España. ¿Siente que se ha cumplido ya esa apuesta?
-Entiendo esa expresión y el cariño que denota, pero no me gusta pensar en esos términos porque me supondría una presión innecesaria. El éxito de una carrera y una vida sólo lo pueden medir los demás y te diría que una vez que se acaba esa vida porque al final el compendio de lo que uno ha hecho sólo se puede medir cuando esa vida ha terminado. A mí me gusta más vivir el día a día, hacerlo lo mejor que pueda y que el resto de gente reflexione sobre mis éxitos y fracasos.
-¿Sigue disfrutando del piano y teniendo la misma ilusión que tenía el verano en el que ganó el Concurso o tocar en tantos conciertos se ha convertido ya en una rutina?
-Tengo la misma ilusión, pero sí ha cambiado mi manera de afrontar los conciertos, los viajes, las giras, los nuevos repertorios... Noto una cierta profesionalización y más oficio. En estos cuatro años y medio he desarrollado una seguridad que me ha permitido disfrutar de mis conciertos de una forma más madura. La ilusión no se pierde aunque como en todas las profesiones a veces se nota el cansancio.
-¿Dónde se aprende más, en la Escuela o tocando por el mundo?
-Son aprendizajes diferentes y complementarios. Los dos iguales de necesarios. Hace mucha falta ese banco de trabajo que te proporciona la escuela y en el que uno experimenta, descubre y recibe consejos, pero a la vez viene de lujo tener esa formación que te da el escenario. Lo que se llama tener tablas. Y en esto último he aprendido una barbaridad. Lo noto en mi seguridad, mi solidez e incluso en la concisión de mis ideas.
-Es muy joven, pero ¿se ha arrepentido de algo de lo que ha hecho hasta ahora a nivel profesional?
-No me considero una persona muy ambiciosa, pero reconozco que a veces me ha podido la ambición en cosas como aceptar demasiados repertorios diferentes en una misma temporada por mi ansias de tener nuevas obras. Me he metido en algún fregado del que he salido airoso pero que me ha resentido la salud. Con el tiempo he aprendido a cambiar mis prioridades, que sigue siendo la música, pero ahora tiene mucho más peso la calma y la tranquilidad personal.
-¿Qué tal le va por Alemania?
-Estoy contento. Berlín es para mí una ciudad muy asociada a mi aprendizaje con Eldar Nebolsin. Llevo casi siete años allí y ya estoy terminando mis estudios. Me ha dado y me sigue dando muchísimo culturalmente y vitalmente. Aunque también es muy diferente a mis orígenes, no sólo soy de España, soy de Sevilla y no puede haber nada más diferente a Sevilla que Berlín: la gente, la comida, el tiempo... Tres cosas que son pilares fundamentales en la vida de una persona. No sé lo que me va a deparar el futuro, pero después de una etapa tan larga, creo que en Berlín ya he exprimido casi todo lo que tenía que exprimir.
-¿En qué ha tenido más fortuna, en los profesores que le han dado clase, como Galina Eguiazarova, en la Escuela Reina Sofía, o Eldar Nebolsin, o en haber ganado el Concurso de Piano Ciudad de Santander?
-He tenido suerte con las dos cosas, aunque la palabra suerte es muy maleable. He sido muy afortunado de poder aprender de esos profesores, pero también de nacer en un país que no está en guerra, de ser hijo de unos padres con la cabeza amueblada y con ciertos recursos económicos , de haber tenido el talento que me permitido ahorrar y trabajar con esos profesores... En cuanto a probabilidad estadística es más difícil ganar un concurso que recibir clase de estos maestros que tienen muchos alumnos al año, claro.
-Ha hablado de talento. ¿Se debe cuidar día a día?
-Sí, claro. Creo que hace unos años se medía el talento y la inteligencia de una forma muy contraproducente, y esto es algo que sigue pasando en muchos colegios e institutos, que se pensaba que el listo era el que más memoria tenía. El talento se tiene o no se tiene y esta carrera incluye flexibilidad muscular, rapidez de tendones, de aprendizaje pero, por su puesto, el talento musical es imprescindible. Tener talento y no trabajarlo no sólo no da ningún fruto si no todo lo contrario, las personas que lo tienen y no lo han trabajado son personas frustradas. Tener un gran talento y no trabajarlo puede ser una maldición.
-¿Cómo se ve desde fuera la música clásica que se hace en España?
-En general se nota que España se ha puesto al día en muchas cosas. En lo que se refiere al talento musical español creo que es para estar orgullosos y creer en ese talento porque no hay más que músicos españoles triunfando por el mundo.
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