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Quién no ha soñado, alguna vez ser como Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Bill Gates, Amancio Ortega o cualquiera de los grandes emprendedores-triunfadores de los tiempos modernos? ¿Quién no ha soñado con crear, a partir de una idea feliz más o menos desarrollada, un gran ... emporio generador de riqueza y empleo? Puesto que los medios nos bombardean continuamente con historias de personas que, como las citadas, han logrado convertir sus sueños en realidad, pareciera que conseguirlo está o puede estar al alcance de cualquiera. De ahí que el autoempleo y el emprendimiento tengan, por decirlo así, tan buena prensa, hasta el punto de que, por ejemplo, su promoción activa forma parte de la Estrategia Europa 2020.
Lograr el éxito en el binomio autoempleo-emprendimiento es, sin embargo, harto complejo y, por lo tanto, harto difícil; la ‘ratio de triunfadores’, de triunfadores al estilo de los arriba aludidos, es muy reducida, pues son muchos los que lo intentan y muy pocos los que lo consiguen. Aun sin llegar al extremo de los supertriunfadores, lo cierto es que son muchos los que, aprovechando una oportunidad o un nicho de negocio, son capaces de organizar sus vidas laborales de forma autónoma, disfrutar con lo que hacen y generar riqueza y empleo para ellos y la sociedad. Este grupo de emprendedores constituye lo que un reciente estudio de Eurofound denomina auto-empleados independientes y trabajadores estables por cuenta propia. Este grupo, que reúne aproximadamente a la mitad de los autoempleados en Europa, es el que la Estrategia Europa 2020 está más interesada en promover.
Por desgracia hay también una parte importante de emprendedores-autoempleados que lo son por necesidad, porque no han encontrado otra forma de tener un empleo. Este grupo incluye a los que Eurofound denomina autoempleados vulnerables, porque dependen críticamente de un solo cliente, y autoempleados ocultos (concealed), porque disfrutan de muy poca autonomía. Se trata de autoempleados que no están satisfechos con su situación económica y profesional y que, precisamente por ello, requieren de niveles de protección social bastante importantes. Según el estudio de Eurofound, en este grupo se incluye uno de cada cuatro autoempleados en Europa.
Entre los dos grupos mencionados, y representando el 25% restante, se encuentra el de los pequeños comerciantes y granjeros, que comparten algunas de las condiciones laborales, tanto favorables como desfavorables, de aquellos. En general se trata de autoempleados que trabajan seis o siete días a la semana –es decir, que difícilmente cuentan con un día libre– y que, por lo tanto y en general, no muestran un grado de satisfacción en el trabajo elevado.
Vemos, por lo tanto, que el autoempleo se presenta en las cinco formas mencionadas y que sólo en algunos casos puede considerarse como una alternativa de empleo valida. Quizás sea esta la razón de que, pese a la buena prensa antes citada, el peso del autoempleo en el empleo total –que se sitúa en torno al 14%– no haya variado mucho en los últimos años. Lo que sí ha variado es, sin embargo, su composición en al menos dos aspectos. Por un lado, en que ha disminuido el peso del mismo en el sector primario y que, correlativamente, lo ha ganado en el terciario. Y, por otro, en que el emprendimiento-autoempleo por necesidad ha ganado enteros durante la crisis.
De lo expuesto se siguen, creo yo, algunas enseñanzas importantes. La primera de ellas es que el autoempleo puede ayudar, y de hecho ayuda, en la resolución de la crisis del empleo, pero que no es la ‘solución’. La solución pasa por la creación de empleo por cuenta ajena, en la que sólo la primera forma de las cinco mencionadas es verdaderamente activa.
La segunda enseñanza es que el autoempleo se produce, sobre todo y cada vez en mayor medida, en el sector servicios y que, cuando esto ocurre por necesidad, suele hacerlo en servicios que requieren muy poca cualificación y que, por lo tanto, son poco productivos.
En consecuencia, y esta es la tercera enseñanza, el autoempleo vulnerable y oculto requiere de un tratamiento especial y de una mayor protección social. Esta mayor protección y este mejor tratamiento debería extenderse, aunque de forma modulada, a todas las formas de autoempleo. Y no sólo por justicia social sino, también, para promover el emprendimiento y la verdadera innovación que son, en el fondo, algunas de las principales fuentes de creación de empleo de calidad.
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