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amparo estrada
Lunes, 18 de abril 2016, 07:18
2016 va a ser un año verdaderamente difícil para la banca. Con unos tipos de interés muy bajos incluso el euríbor está en negativo por primera vez en su historia, el negocio bancario tradicional que consiste en coger dinero a un precio y prestarlo ... más caro ha visto estrecharse cada vez más sus márgenes y aumentar la presión regulatoria.
La crisis financiera forzó las fusiones y duros ajustes de oficinas y personal, especialmente en las entidades que recibieron ayudas públicas. Ahora, el reto de la banca es lograr una rentabilidad suficiente y ni el escenario de tipos de interés ni las incertidumbres económicas la aseguran. En estos momentos, la rentabilidad de la banca española en torno al 6% de media ni siquiera cubre el coste de capital entre el 8 y el 10%. La puntilla final la puede dar la sentencia sobre cláusulas suelo que obliga a 40 bancos prácticamente todo el sector a anularlas y devolver lo cobrado indebidamente. Han sido 15.000 hipotecados los reclamantes, pero abre la vía para una avalancha de demandas, como ocurrió con la salida a Bolsa de Bankia. El sector va a perder entre mil y dos mil millones de ingresos anuales y el importe de la devolución podría superar los 5.000 millones de euros mucho más si el Tribunal de Justicia Europeo obliga a devolver lo cobrado indebidamente desde que se firmó la hipoteca y no sólo desde mayo de 2013. Aunque el escenario de fusiones nacionales se había alejado, el impacto de las cláusulas suelo puede «llevarse por delante a alguna entidad y que las autoridades obliguen a que la absorba otra», señala José María Martínez, secretario general de la Federación de Servicios de CC OO.
Previo a la sentencia, algunos bancos ya se habían embarcado en un nuevo ajuste. Así, el Banco Santander quiere prescindir de 1.660 trabajadores (un 5% de su plantilla) y cerrar 450 oficinas; Caixabank anuncia un plan para prejubilar este año a 510 trabajadores; el banco Ceiss (EspañaDuero) quería reducir 1.120 empleos y negocia ahora una cifra menor; Novo Banco España tiene previsto despedir a 145 trabajadores, la tercera parte de su plantilla; Cajasur, integrada en el grupo Kutxabank, acordó este año un ajuste laboral con 111 prejubilaciones; la propia Kutxabank aprobó un recorte de plantilla de 276 empleos mediante prejubilaciones. Los expertos pronostican el cierre de 3.000 oficinas y 14.700 empleos hasta 2019 en esta nueva vuelta de tuerca que se suma a la ya realizada desde 2008. Aquel año se alcanzó el récord de plantilla de toda la historia: 278.000 empleados. Ahora hay 200.000 y bajando... Además, la red nacional de sucursales ha vuelto al nivel que tenía 31 años antes tras cerrar 15.000 (un tercio del total), quedándose en poco más de 31.000 oficinas. Y aunque ha aumentado el ratio de población por cada sucursal, seguimos por encima de la media europea. Mientras aquí hay una oficina por cada 1.454 habitantes, la media europea es de una por cada 2.111 ciudadanos.
Eso sin olvidar que la digitalización en la que se están embarcando todas las entidades llevará asimismo a la concentración de oficinas. El consejero delegado del BBVA, Carlos Torres Vela, le ha puesto cifra: a largo plazo sobrarán el 75% de las sucursales. Es decir, que hay recorrido para proseguir con el ajuste.
Impacto en la competencia
Pero la concentración puede tener impacto sobre la competencia, sobre todo a nivel regional. La intensa reestructuración del sector bancario con la reducción en un 40% del número de entidades de crédito ha permitido que la cuota de mercado de las cinco grandes se haya incrementado un 38%: mientras en 2008 dominaban el 42,4% del mercado, en 2014 controlaban más del 58%. Esa reestructuración ha tenido una incidencia distinta a lo largo de la geografía española, señala Joaquín Maudos, catedrático de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie.
El mayor ajuste que han tenido que realizar las entidades que han recibido ayudas públicas provoca que la concentración sea más acusada en algunas zonas. Así, en cuatro provincias españolas, la red de oficinas se ha reducido más de un 40% (Castellón, Barcelona, Gerona y Orense) y en muchas otras supera el 30% (Valencia, Zaragoza, Cádiz, Madrid, Málaga, Las Palmas, Sevilla, Coruña, Huelva, Huesca, Pontevedra, La Rioja y Segovia).
La cuota de mercado que controla la entidad más grande en una provincia supera el 46% en Teruel que, sin embargo, es la provincia donde hay menos habitantes por sucursal, sólo 690. Sólo tres entidades dominan más de la mitad del mercado en todas las provincias españolas excepto en Badajoz. Lo más negativo es que hay una parte de demanda de servicios que no está siendo atendida por los bancos, según Martínez, «por la aversión al riesgo de estos y por la falta de superficie de contacto entre la entidad y sus posibles clientes».
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