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Pepe Álvarez es el líder estatal de UGT desde hace dos años. En esa etapa se ha enfrentado a muchos retos, pero la reordenación interna del sindicato, la recuperación de derechos de los trabajadores y, como no, el reto soberanista y las tensiones ... que se viven en Cataluña y a las que UGT no es ajena porque tiene afiliados con las dos sensibilidades enfrentadas han sido los principales. Álvarez estuvo el martes en Cantabria y nos dejo algunas reflexiones sobre la autonomía, España y, como no, la propia realidad del sindicato.
-¿Cómo ve la situación de Cantabria, de su industria...?
-Creo que Cantabria necesita que crezca la industria especialmente por ser una economía diversificada que tiene agricultura y turismo. El sector industrial hay que recuperarlo porque supone un plus de calidad. Hay que hacer un esfuerzo y para ello hay que invertir en infraestructuras, en formación. Para que haya un equilibrio entre los tres sectores hay que dar el do de pecho en la industria. Para ello, Nissan tiene que consolidar plantilla, Solvay seguir apostando en la región y Seg Automotive avanzar en sus proyectos, entre otros. Además, Cantabria tiene el turismo que funciona aunque sea muy estacional y Santander es un motor. La agricultura, dentro de la PAC y con la vista puesta en las explotaciones familiares, es importante aunque hay que ayudar para que algunos nichos de este sector se puedan desarrollar, si bien hay que esperar a ver que pasa con el 'Brexit' en la UE. Se debe apostar por un empleo medioambientalmente razonable y que tenga doble valor añadido.
-¿Es optimista sobre la posibilidad de un acuerdo sobre la industria en el Senado?
- Esperamos un gran pacto por la industria, un acuerdo estratégico que permita que todos los grupos políticos estén involucrados en la defensa de la industria y que el Gobierno, aunque cambie, apoye el plan como se hace en Alemania, Francia o Italia. Además, tenemos que ayudar a nuestras empresas para que se desarrollen y no sólo se dediquen a la transformación sino a desarrollo e investigación, que son los hermanos pobres de los Presupuestos y deben calar en la sociedad. Esta apuesta nos va a dar empleo de calidad y valor añadido. El pacto tiene que incluir otros aspectos como es el de la energía. Es muy cara y estamos compitiendo con Alemania, que ha reventado los precios.
- ¿Habría que apostar por el mix energético?
- La elección de fuentes es una polémica innecesaria. En España, no tenemos materias primas ni petróleo ni gas y otras no las queremos como es el 'fracking'. Por ello, no es contradictorio que no se acabe con el carbón y las térmicas, que las nucleares agoten su vida útil con seguridad y que, a la vez, apostemos por las energías limpias. Ese mix nosotros como sindicato lo defendemos. Sería un suicidio acabar con alguna de estas fuentes. Todas ellas son compatibles en la actualidad con el respeto al medio ambiente.
-El pasado 8 de marzo ha sido una movilización exitosa, la reivindicación de las pensiones lo está siendo... ¿No han ido UGT y CC OO un poco a rebufo de la calle?
-La sociedad del siglo XXI, afortunadamente, es muy libre y tiene acceso a la comunicación de manera permanente y sería un error imperdonable que los sindicatos nos sintiéramos desplazados. Yo me he sentido muy identificado con el movimiento feminista. Ha tenido un valor extraordinario. Pero me gustaría dejar claro que el sindicalismo, con las dos horas de paro, ha hecho una aportación importante. Seguramente los sindicatos somos locomotoras que nos cuesta más tirar, pero, al final, nosotros somos los que vamos a conseguir que la igualdad sea parte del sindicato. Me he comprometido conmigo mismo a que cada día voy a llevar una prenda o un pin de color morado, para que no se me olvide la lucha por la igualdad. Estamos comprometidos con que esté en la política del sindicato, en la negociación colectiva. De hecho, estamos trabajando para especializar a una persona en cada comité de empresa o junta de personal y poder contar con una persona formada en las desigualdades no solo con las género, sino la LGTBI. No deja de ser autocrítica, lo podíamos haber hecho hace tiempo. Admiro a estos movimientos porque nos empujan, los sindicatos hubiéramos tardado más. Sin embargo, todo el mundo tiene que ser consciente de que el 8 de marzo estaba el feminismo, pero también una ola disconformidad con la situación, los problemas de precariedad, la diferencias en las pensiones en el caso de las mujeres, especialmente las que cobran viudedad, etc.
-¿Y en el caso de la movilización por las pensiones públicas?
-Hay interés por parte de algunas coordinadoras de pensionistas de pasar por delante de los sindicatos. En Euskadi formamos parte de las coordinadoras pero, en donde no funciona tan bien hay intento de desplazar al movimiento sindical. Me duele cuando dicen que van a ir n a la Moncloa. No estoy en contra de que vayan, pero nosotros sabemos lo que hay, lo que es la Seguridad Social, y defendemos un sistema de pensiones con futuro, especialmente para nuestros jóvenes. Debería servirnos el movimiento para sumar, compartir protagonismo y que tengan todo el que quieran. En realidad, el pasado día 15 nos dejaron solos y la gente salió a la calle. Yo he ido a las movilizaciones que hemos convocado con ellos y los jubilados no me veían extraño. Los movimientos que vienen con esta fuerza tienen que ser conscientes de lo que somos los sindicatos, algunos como UGT con 130 años de existencia, y que hemos logrado que tengamos vacaciones, pensiones... No digo que lo hayamos conseguido solos, pero algo habremos tenido que ver. El Gobierno tiene que ser consciente que todos estos movimientos van a seguir porque se ha generado una indignación, una rabia durante estos años y ahora están los jóvenes. Nosotros estamos reivindicando los salarios por encima de los 1.000 euros y ésta va a a ser es la segunda o la tercera marea que aparece en nuestro país. Hay dinero, más dinero en menos manos, y hay que repartirlo.
-Pero el acuerdo con la patronal no parece cercano...
-Hay miopía por parte de la patronal. Les han dado una reforma laboral que aun no han sido capaces de digerir. Los sindicatos hemos tenidos también un momento difícil pero en la medida que seamos potentes cambiarán. Donde hay sindicatos los salarios y las condiciones son mejores. Todo lo que sea fortalecer a los sindicatos, la patronal no lo quiere. Soy pesimista sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo tal y como están ahora mismo las negociaciones, pero si hay movilizaciones cambiarán y se pueden llegar a acuerdos sobre la temporalidad, la excesiva rotación, etc. No hay más que ver lo que ha pasado durante estos tres meses de alivio de noticias. El Gobierno no quería oír hablar ni de subida de las pensiones y, al final, las va a subir aunque sea con desgana. Es una prueba evidente de que si tiramos vamos a sacar provecho.
-¿Y los jóvenes?
-Cada día me encuentro con casos de ingenieros industriales cobrando 800 euros.Hay que actuar legislativamente porque por la vía de acción sindical es más compleja porque a los jóvenes se les contrata a nivel central en las empresas y luego se les envía a las fábricas en las que cobran menos que los especialistas. Echan a uno y contratan con otros. Tenemos un problema con los jóvenes y en parte con la sociedad, que es todo esto que ha llovido con los sindicatos, que ha habido mucho ruido y pocas nueces, y lo estamos viendo por las sentencias que van a llegando...Hay que actuar desde varios campos y, sobre todo, explicando la reivindicación de los salarios por encima de los 1.000 euros, apoyando a los jóvenes en el sector de la hostelería y servicios que tienen condiciones draconianas. El sindicato debe buscar que los jóvenes se puedan agrupar y dirigirse a sus coetáneos en su mismo lenguaje. Además, estamos trabajando las redes sociales, una asignatura que no sé si aprobaremos.
-¿Ha superado UGT el proceso de reordenación interno?
-Una reorganización interna tan profunda como la que hemos hecho no se supera en dos años. Sin embargo, creo que está quedando bastante bien sobre todo la reducción de burocracia al quedarse solo tres federaciones. Se están tomando decisiones drásticas como trasladar la sede de la ejecutiva a las instalaciones de la Avenida de América. Se trata de necesidades económicas y de ejemplarizar reduciendo estructuras, pero esto nos va a dar agilidad. Además, después de dos años podemos decir que UGT es una organización libre a la hora de tomar decisiones. El sindicato puede hacer lo que quiera. Sin embargo, en cuanto a la financiación habría que recordar que se están realizando tareas de representación frente a las administraciones que deberían facturarse a las mismas y en las empresas se defienden los intereses de todos los trabajadores afiliados y no. En Alemania, por ejemplo, el convenio solo afecta a los trabajadores afiliados a los sindicatos que negocian. De ahí la alta afiliación.
-¿La unidad sindical con CC OO?
-En estos momentos ninguno de los dos sindicatos se cuestiona la unidad. Vamos a ver cómo va en el día a día y diseñar estrategias de futuro. En la actualidad, los trabajadores incluso nos confunden y la diferencia de siglas es una cuestión más de los propios sindicatos. Creo que no hay que perder mucho el tiempo en esto. Lo importante es seguir en el camino.
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