CEOE-Cepyme está de actualidad. La patronal acaba de presentar en sociedad su Plan Estratégico. Un proyecto alternativo al del Gobierno regional denominado 'Cantabria 2030' con el que se quiere modernizar el modelo productivo autonómico. Su presidente, Lorenzo Vidal de la Peña, inicia este camino reforzado al haber sido reelegido en el cargo prácticamente por unanimidad, sin necesidad siquiera de votar. Como premisa, un cambio cultural en pos de mayor colaboración.
-Ha resultado elegido dos veces presidente de CEOE-Cepyme con los apoyos suficientes para no necesitar votaciones, la última con apoyo casi unánime. ¿Qué reflexión hace de ello?
-Demuestra el total apoyo de todos los empresarios de las asociaciones que componen la CEOE a nuestra candidatura y Presidencia, lo cual viene a ser un respaldo pleno a la actividad que venimos desarrollando y al proyecto que tenemos por delante para continuar.
-Más allá de 'Cantabria 2030', ¿qué objetivos se marca para este mandato?
-¿Más allá de eso? Difícilmente podremos abarcar más (ríe). El objetivo es consolidar el trabajo en la realización de este proyecto 'Cantabria 2030'. Evidentemente, a su vez todo lo que tiene que ver con la organización y aunar los esfuerzos de todos los empresarios de esta Comunidad para que juntos de una vez por todas podamos aprovechar la potencia que eso supone con el fin de dotar a Cantabria de un proyecto común tendrá sitio. Es algo ambicioso, sin duda.
-¿A qué se deben los cambios introducidos en el nuevo Comité Ejecutivo de la organización?
-Al momento. En cada momento hay que actualizarse, renovarse y adecuarse a las circunstancias. Unos y otros somos más adecuados en función del momento que nos toca vivir. No hay otro motivo. Es más, me hubiera gustado incluir a alguno más, pero los estatutos me limitan a 15 miembros. Creo que es la gente idónea, sin menoscabo de que todos los miembros del anterior Comité hicieron un excelente trabajo, incluso en los momentos de crisis y dificultades.
-¿Está unido el empresariado regional?
- No, en absoluto. Estamos en vías de unirnos. ¿Se nota una mayor unión cuatro años después? Sin ninguna duda. Percibo apoyos mucho más fuertes ahora que al inicio. Cuando llegamos la situación era delicada, tanto económicamente como de la propia organización. Logramos crecer en autofinanciación, elevamos el perfil de nuestra posición y peleamos por el diálogo social para que nuestro conocimiento fuera útil para la sociedad. Entendemos que todo esto ha conllevado que se vayan sumando más apoyos, hasta el respaldo unánime de estas elecciones.
-¿Va a ganar peso Cantabria en la nueva CEOE nacional presidida por Antonio Garamendi?
-Creo que el peso es más que evidente cuando en cualquier momento tenemos acceso inmediato al presidente de CEOE. Hablamos de cosas delicadas del conjunto nacional y de temas de Cantabria. De hecho, iba a haber venido a la presentación de 'Cantabria 2030', pero un compromiso en Bilbao se lo impidió.
-¿Qué le parece el documento que les ha entregado Deloitte en forma de Plan Estratégico?
-Me parece un buen método de trabajo, que es lo que hemos decidido que sea. No hemos pretendido que sea un plan encuadernado y ultimado. Lo que hemos querido es que sea el inicio de un proyecto que nos lleve a 2030 con un camino que recorrer y un montón de gente que aporte su experiencia y conocimientos. Iniciar un cambio cultural en nuestra Comunidad para que podamos compartir entre todos las aportaciones hacia lo que queremos que sea Cantabria. Esa es la base fundamental de 'Cantabria 2030', que dejemos de trabajar cada uno para lo nuestro y empecemos a colaborar, interactuar e interrelacionarnos en torno a esa hoja de ruta.
-¿Puede Cantabria permitirse dos planes estratégicos paralelos, el del Gobierno y el de la CEOE?
-Desconozco que el Gobierno tenga un plan más allá de lo que se hizo en contrapropuesta al nuestro de una manera rápida, pero no menos profesional. Debo valorar que, con los escasos recursos y tiempo que tuvo, el equipo redactor hizo un buen trabajo. Sin duda, eso no es un proyecto para nuestra Comunidad. El nuestro es un método de trabajo para desarrollarlo conjuntamente con el Ejecutivo que corresponda, con los sindicatos y con todo aquel que quiera participar. De hecho, ha estado abierto durante su elaboración y hemos solicitado propuestas a todos los que han querido sumarse. Hablamos de 70 asociaciones, 12 mesas sectoriales, 300 sugerencias e incluso ciudadanos de la calle enviando sus ideas a través de una página web. Hemos estimado en torno a 3.000 horas de trabajo de personas dedicadas a esto y no a sus empresas. Diría que todo esto supone un hito de alguna manera. Nos encontramos con que ya había 36 planes, todos útiles, pero encuadernados y guardados en cajones. Fue entonces cuando decidimos en común si queríamos otro plan o un método, optamos por esta segunda vía.
-En cuanto al contenido del trabajo, ¿en qué se diferencia respecto a esos 36 análisis anteriores?
-En que esto no es un plan, es un método de trabajo. Necesitamos antes que nada un cambio cultural. Mientras no lo tengamos, podemos disfrutar de tener un análisis preparado por los mejores expertos que acabará en un cajón. Lo que requerimos es una dirección. Una, no 36, para que sepamos dónde dirigirnos.
-¿A esta iniciativa se puede sumar el Ejecutivo?
-Por supuesto. ¿Por qué no? Hay quien pretende que esto representa una hostilidad. En absoluto, sólo representa una forma de actuar que aportamos desde el ámbito empresarial para todos. Puede participar el que quiera, evidentemente cada uno desde su estamento. Nosotros no nos vamos a meter a gobernar, pero tenemos unas necesidades claras. No podemos invertir ni trabajar mientras una parte del Ejecutivo dice que hay francotiradores y otra que hay que respetar la legalidad. Por Dios. Necesitamos tranquilidad y estabilidad, así como una visión clara. Con un liderazgo al que seguir.
-¿Están de acuerdo con el diagnóstico que les han presentado?
-Sí, pero porque no hemos tenido que hacer ningún diagnóstico. Ya estaban. Ya he comentado que hay 36 planes previos. Evidentemente hay que hacer una recopilación para tener un punto de partida.
-¿Le parece realista la hoja de ruta plasmada en el trabajo hasta el horizonte 2030?
-Por supuesto. Me parece realista si estamos dispuestos a trabajar. Si queremos dejar morir la Comunidad, vamos por el mejor camino. Ahora, si lo que pretendemos es revitalizarla y tener las ideas claras hacia dónde vamos, claro que es factible.
-¿Sobre qué pilares debe sustentar Cantabria su desarrollo de cara al futuro?
-La participación, la colaboración la cooperación, que no impide la competitividad, sino todo lo contrario. Hablamos de esa necesidad de cambio cultural que relegue intereses propios para trabajar en pos de los comunes. Luego nos beneficiaremos todos. Hoy en día el trabajo es horizontal, con la interrelación al máximo nivel. Ningún sector puede funcionar sin el de al lado. No sabemos trabajar así, cada uno vamos a lo nuestro.
-¿Qué oportunidades emergen para la región dentro de esas nuevas tendencias globales económicas que recoge el plan?
-Muchísimas. Tenemos una localización geográfica única, con kilómetros de costa que proporcionan una vía marítima enorme. Hay en desarrollo una 'economía azul' que estamos perdiendo, más si cabe con el Instituto de Hidráulica que poseemos. Tenemos todos los elementos, sólo nos falta saberlos combinar. Eso sí, trabajando por la línea que tracemos entre todos y no de cuatro en cuatro años. El que venga deberá seguir esa línea. Hay otras oportunidades como la 'Silver Economy', relacionada con la edad. La población envejece, tomemos esta oportunidad.
-El plan emplea el concepto 'Cantabria a 60 minutos'. ¿El País Vasco debe ser un apoyo fundamental?
-No sólo se trata de colaborar entre nosotros, sino junto a quienes tenemos a menos de una hora. Lo que no podemos es aislarnos, es el mayor error que podemos cometer.
-¿Qué opinión tiene de los Presupuestos de Cantabria para 2019?
-Son los últimos de la legislatura y, además, anunciados incluso por el propio consejero -titular de Economía, Juan José Sota- como si con esto terminase. Me parece absurdo. Hablamos de 2.800 millones cubiertos con los impuestos que pagamos todos, que deben tener la mejor gestión posible. La inversión productiva es mínima y el gasto en I+D absurdo... De todas maneras, la configuración de este Gobierno ha mermado la capacidad productiva de la Comunidad de forma evidente. Hemos tenido que sobrellevar las empresas, pero el coste de oportunidad de haber tenido una labor más facilitadora ha sido enorme. El nivel de desarrollo de Cantabria en el momento en que nos encontrábamos hubiera estado muy por encima de la media nacional. Más si cabe si hubiéramos aprovechado oportunidades como el Brexit o la fuga de empresas de Cataluña cuando necesitaban otra ubicación. No sólo no ofrecimos una alternativa, sino que nuestros gobernantes afirmaban que no íbamos a ser carroñeros.
-¿Qué le parecen las fricciones públicas entre las dos alas del Ejecutivo PRC-PSOE?
-Y las no públicas. Lo peor son las fricciones privadas, las públicas son consecuencia de lo anterior. Lo que notamos es mucho más fuerte. El trabajo que debemos desarrollar con la Administración denota que las áreas de unos y otros trabajan de forma diferente. Esto no puede volver a ocurrir. Necesitamos un Gobierno que tenga claro lo que quiere hacer, aunque se equivoque, y que sea estable. Si hay fricciones, que haya un jefe del Ejecutivo que las resuelva, como pasa en todos lados.
-¿Qué perspectivas tienen para la economía cántabra en 2019?
- La veo sensible. Cantabria lleva una recuperación ligera y sensible a cualquier cosa que ocurre. Desde la empresa necesitamos estabilidad, líneas claras y decisiones bien entendidas y expresadas. No podemos estar a los vaivenes de reglamentar según uno se levante por la mañana. Necesitamos consensuar medidas claras sobre hacia dónde dirigirnos para algo tan sencillo como poder invertir.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.