Aspla pone fin a cincuenta días de huelga que le han llevado al borde del cierre

Para llegar a este punto del camino, Aspla y sus trabajadores han tenido que recorrer 35 reuniones previas y doce encuentros en el Orecla, con cincuenta días de huelga a las espaldas. De esta forma dicen adiós a casi dos meses de duros tiras y aflojas, de conflictividad en las factorías de Torrelavega y Reocín, de manifestaciones, reproches mutuos y mucha tensión entre las partes.

El documento firmado incluye más medidas al margen de la escalada salarial. La empresa garantiza el 75% del IPC real siempre que Aspla termine con beneficios y el 25% restante vinculado a diferentes tablas (76% a partir de 17,9 millones hasta el 100% con 21,5 millones para el segundo año y desde 18,9 hasta 22,5 millones para el tercer y cuarto año).

Además, el acuerdo incluye una cláusula de resultado excepcional no consolidable en tablas de 22 a 24 millones para el segundo año, y para el tercero y el cuarto de 23 a 25 millones. En cuanto a los atrasos, se prevé el cobro del 65% el primer año y 75% el segundo, tercero y cuarto. El preacuerdo también incluye un incremento del 5,7% del plus de nocturnidad del año 2022. En cuanto a las jubilaciones parciales, se plantea que se concederán cuando lo solicite la persona trabajadora, tal y como se acordó en la negociación, «salvo que haya algún impedimento legal».

Ahora toca hacer, como canta Siniestro Total, que tiene una canción para casi todo, «el balance de los daños», que no son pocos. Los hay económicos y también emocionales. Porque algo se ha roto en una compañía que gozaba de fama de modélica y paternalista. El tiempo dirá cuánto tardan en cicatrizar las heridas.

Lo que sí está claro es que nada volverá a ser como antes. Al menos, de momento. Así lo avisan desde las altas esferas de la compañía torrelaveguense. La dirección asegura que el daño provocado por los cincuenta días de parón es tan grande que la viabilidad pasa por un despido colectivo. Porque el término que ayer utilizó en estas mismas páginas el consejero delegado del Grupo Armando Álvarez, Gonzalo Gómez Arozamena, fue el de Expediente de Regulación de Empleo (ERE); y no el de Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Afirmó que es «inevitable». Incluso adelantó una estimación de cuántos trabajadores podrían quedarse en el camino. «Aspla tiene una pérdida de clientes del entorno del 40 o 50%. El ERE iría en la misma proporción», sentenció. Es decir, si se toma como referencia la primera cifra, un 40%, afectaría a cerca de 200 de las 485 personas que forman actualmente la plantilla.

Gómez Arozamena basa esta decisión en la situación que de puertas para afuera ha provocado el conflicto. «Tenemos una auténtica huida de clientes que buscan otras alternativas porque les hemos fallado. Estamos perdiendo el negocio», apostilló. De hecho, advirtió de que, si el conflicto no se resolvía, Aspla se quedaría definitivamente sin clientes «en una dos semanas»; y sin ellos, por tanto, «tendría que cerrar».

La Dirección de la empresa se pronunció ayer al poco de hacerse público el acuerdo –a diferencia del Comité, que no se manifestó públicamente– y agradeció «especialmente a todos aquellos trabajadores de la compañía que durante este periodo han permanecido en sus puestos de trabajo». Y también, a las instituciones y organismos públicos. Destacó «el esfuerzo a todos los que han colaborado en la resolución de este conflicto, así como todas las muestras de apoyo recibidas durante estos cincuenta días de huelga».

El Gobierno regional también acogió con agrado la noticia. El consejero de Industria, Javier López Marcano, expresó su «satisfacción» y lamentó que «se haya demorado mucho más de lo necesario; de hecho, nunca debería haberse llegado a esta situación». También quiso hacer dos guiños. El primero, a los trabajadores. «El mayor activo de la industria de Cantabria es su capital humano. Debemos recuperar la paz social y el diálogo. El mayor riesgo del sector manufacturero en Cantabria no es la crisis energética, el ascenso del precio de las materias primas o las dificultades de las cadenas de suministro, sino recuperar la paz social que ha sido característica de Cantabria y ha permitido el desarrollo de la región».

El segundo, a la compañía. «Aspla es uno de los pulmones económicos de Torrelavega y tenemos que trabajar todos juntos para recuperar la normalidad en la fábrica y, por ende, en toda la comarca del Besaya», concluyó.

Una de las lecturas que deja el conflicto de Aspla es la ruptura entre los trabajadores simbolizada a través del desmarque ayer de USO del principio de acuerdo. El sindicato con más representantes sindicales había optado un día antes por un arbitraje como mejor vía para acabar con la huelga. Algo que no gustó al resto de integrantes del Comité, que acusó a USOde romper la unidad. La empresa también se negó en rotundo a someterse a esta figura. El sindicato líder en Aspla recibió el visto bueno de sus afiliados y, según aseguró, de la mayoría de los trabajadores que participaron en la asamblea celebrada el sábado en el Ferial de Ganados de Torrelavega. Pero la idea no convenció al resto del Comité porque «es un intento de eludir la responsabilidad y es algo que podía haber propuesto mucho antes, y no después de cincuenta días».

La dirección de Aspla también se cerró en banda porque consideró que un arbitraje sería un mecanismo para «dilatar el proceso». Eso sí, lo que no se negó fue a reunirse ayer de nuevo en el Orecla, en lo que supuso el encuentro número doce desde el inicio de la huelga el 29 de enero. El encuentro comenzó a las once de la mañana y en el ambiente ya pululaba la sensación de que el acuerdo estaba cerca. Algunos, incluso lo daban por hecho, y además por la vía rápida.

Pero llegó la hora de comer y las tres partes reunidas, empresa, representantes de los trabajadores y funcionarios del organismo de conflictos, se tomaron un respiro para comer.

El acuerdo llegó en torno a las ocho de la tarde de un 19 de marzo de 2023, festividad del día del Padre.