Cristina Rivero
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Cristina Rivero
Cristina Rivero, directora del departamento de Industria, Energía, Medio Ambiente y Clima de CEOE moderó ayer una de las mesas sobre sostenibilidad del plenario que la patronal celebró en el Centro Botín. Afronta la revolución que se vive en Europa frente a la emergencia climática ... con ilusión. «A lo mejor es la primera etapa en la historia de la humanidad en la que hemos tenido la oportunidad de repensarnos para hacer un mundo mejor». Esa idea −en la que cree− no deja de ser «un poco naif o utópica», por eso también lo afronta desde un punto de vista pragmático. Le preocupa que echemos a correr antes de aprender a caminar. Y caigamos. Porque de hecho, incluso menciona que está en juego nuestra productividad y que poner objetivos tan inalcanzables puede llevarnos a la frustración. Así que insiste en que «hay que crear las condiciones para no dejar a nadie atrás».
–El Gobierno y CEOE discrepan bastante en cuestiones laborales, ¿ocurre igual en el aspecto medioambiental?
–No lo plantearía como discrepancia. Hay una serie de objetivos europeos y de Naciones Unidas que hay que cumplir sí o sí. En lo que discrepan algunos sectores es en que no todos están en la misma línea de salida. Hay tecnologías para descarbonizar que se pueden implantar y son rentables. Hay otras que no existen y también hay procesos industriales que químicamente no cuentan con una alternativa a la emisión de CO2 y tendrán que capturarlo, lo que conlleva una serie de implicaciones distintas. Entonces son los ritmos los que no están siempre acompasados con la realidad industrial, y lo estamos viendo, por ejemplo, con el real decreto de envases, porque se están pidiendo sustituciones de materiales que ahora no se pueden llevar a cabo.
–Mantiene que todas las empresas se sienten apeladas por la sostenibilidad...
–Por supuesto, no tengo ninguna duda de que existe esa concienciación a todos los niveles. Las compañías grandes tienen unos compromisos tan estrictos para llegar a cero emisiones netas, que tienen que buscarse la vida con innovación y con alianzas con otras compañías, por ejemplo fortaleciendo una economía circular en la que uno aprovecha como materia prima los residuos que ha generado el otro. Mientras que las pequeñas empresas que se encuentran en la cadena de valor de una grande (a la que van a obligar a calcular sus emisiones alcance) deberán aportar sus datos de emisiones como proveedores o de lo contrario no se les contratará.
–En CEOE estimáis que la mitad de las empresas de España ya están calculando sus emisiones, ¿es un buen punto de partida?
–Yo creo que es un buen punto de partida, y además el estudio señala que las pequeñas registran menos, lo que pone de manifiesto que hacen falta herramientas y, sobre todo, más ayudas a las pymes en este sentido.
–¿La descarbonización a la larga va a ser económicamente más sostenible para las empresas?
–Soy un poco escéptica con esta monetización del beneficio inmediato. Ahora te puedes encontrar empresas que te digan que no ven la rentabilidad de una apuesta por la sostenibilidad. Pero es que no es un tema solo de las empresas, es un tema de toda la sociedad, y eso requiere educación, cambios de comportamiento y que el producto verde salga rentable lo mismo a la empresa que al que lo va a comprar. Por eso lo que decimos en CEOE es que no tenemos que seguir fijando objetivos y estándares cada vez más estrictos, tenemos que crear las condiciones para que esas inversiones, que las queremos hacer todos, se puedan materializar.
–Europa quiere sentar cátedra en cuestión de sostenibilidad, ¿nos seguirán potencias como Estados Unidos o China?
–Yo creo que tenemos que ser conscientes de nuestro papel en el mundo, y que la hoja de ruta que tenemos, por supuesto, es la que queremos, pero esto de que el resto nos siga porque demos ejemplo, no sé si lo tengo muy claro. Hay que habilitar los mecanismos para que esta apuesta que hacemos, que es para nosotros, pero que es para todo el planeta, no nos penalice nuestra industria y nuestra productividad. No sé si a lo mejor en Europa nos hemos pasado un poco de frenada al no tener en cuenta la realidad de algunos sectores e intentar acompasarla o diseñar mecanismos que lo compense. De todas formas, la realidad es muy tozuda y lo que no se pueda hacer, no se hará.
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