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«Todos los niños aspiraban a entrar»

«Todos los niños aspiraban a entrar»

Jovino Grande, hijo de extrabajador y criado en El Poblado, da testimonio de su pasado con Sniace

Domingo, 16 de febrero 2020, 09:04

Reconoce que él era una de las pocas excepciones entre los niños que vivían en los poblados que había construido la Sniace para sus trabajadores. «Todos aspiraban a entrar de mayores a la fábrica», señala Jovino Grande. Tener empleado en la papelera a un familiar -en la década de los 50, en barrios como La Palmera o Santo Domingo la mayoría de las casas tenían a más de una persona en nómina- facilitaba mucho las cosas a los aspirantes y las condiciones eran muy superiores a la media, pero él optó por un camino diferente. «En cierta ocasión mi padre quiso meterme. Tal y como era el asunto casi todos habrían dicho que sí, pero yo le dije que ni loco».

Esa negativa suponía renunciar a un sueldo difícil de igualar en aquella Torrelavega para cualquier joven. Aún recuerda las cestas de Navidad y las facilidades que la fábrica daba a los empleados para convertirse en propietarios de la vivienda que ponía a su disposición. Era la época de las vacas gordas, cuando se pusieron en marcha los colegios para los hijos de los empleados o cuando se instaló un cine: los jueves para los menores y los domingos para adultos. «En aquellos años era fabuloso», insiste Jovino, quien destaca el buen clima social que se respiraba alrededor de Sniace en las primeras décadas de actividad productiva.

Después aquello cambió. Fue algo gradual. Pone un ejemplo: la maquinaria que quedaba vieja se renovaba con la que jubilaban otras fábricas, sobre todo italianas, así que el resultado no podía ser bueno. En cualquier caso, asegura que lo peor fue la experiencia que vivió con su padre: «Era mecánico. Un día tuvo un accidente y se dio un golpe muy fuerte con una llave inglesa, pero no dijo nada a nadie. Al día siguiente tuvo un derrame cerebral y ya no se volvió a levantar de la cama. Como no pasó por el botiquín antes de ir a casa, la empresa se lavó las manos y no quiso saber nada más».

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