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Jesús Lastra
Santander
Domingo, 23 de febrero 2020, 07:45
En plena conmoción por el anuncio de cierre de Sniace y los nubarrones que se ciernen sobre su futuro, la vía de que aparezca un inversor que pueda quedarse con la unidad productiva –libre de cargas y con el consiguiente perjuicio para acreedores y ... accionistas– es el asidero al que se pretende agarrar la sociedad cántabra para mantener el empleo y la riqueza que la papelera genera en la Comunidad en general y en entorno del Besaya en particular. Sin embargo, la compañía que desde hace un año preside Gema Díaz Real ha tenido ante sí al menos dos grandes oportunidades de modernizarse de la mano de un nuevo compañero de viaje. Opciones rentables para el interés general, pero que la anterior cúpula pilotada por Blas Mezquita declinó llevar adelante. Como segundo actor de la historia, Ence, el líder europeo de la producción de celulosa de eucalipto y que además se ha situado a la vanguardia nacional en producción de energía renovable con biomasa agrícola y forestal.
Para hallar el germen de la historia hay que remontarse a 2013 –aunque el nombre de ambas firmas se ha ido entremezclando durante todo el siglo–, cuando Sniace presentó concurso de acreedores y despidió a toda su plantilla. Prácticamente en paralelo Ence anunció el cierre de su planta de celulosa en Huelva. Como motivo principal, la dificultad de provisión de materia prima, madera de eucalipto. La multinacional tenía en aquellos momentos una extraordinaria liquidez que hacía presagiar la intención de abordar una fuerte inversión, mientras focalizaba su producción en Pontevedra (Galicia) y Navia (Asturias), con el matiz de que la factoría gallega se hallaba inmersa en un largo conflicto que amenazaba su continuidad en las Rías Bajas.
Según han confirmado diversas fuentes conocedoras del proceso, Cantabria se cruzó en el camino de Ence por medio del sindicato USO, que se hizo eco de las circunstancias que rodeaban al grupo, las cuales podían encajar con un desembarco en Sniace. Fue esta organización la que estableció un primer contacto con la Dirección del gigante industrial para cuestionar si la empresa torrelaveguense podría entrar en sus planes. La respuesta no fue negativa.
Con este escenario, USO informó al entonces Gobierno autonómico gestionado por el Partido Popular. Estamos en otoño de 2013, cuando el presidente regional, Ignacio Diego, estaba siendo sometido a una fuerte presión tanto sindical como política, con la problemática de Sniace como argumento.
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Fue el propio Diego el que asumió esa vía para tratar de solucionar la grave crisis de la firma pilotada por Mezquita. Como primera fecha relevante, el 1 de octubre de aquel año se celebró en Madrid el décimo aniversario de la creación del Foro Ambiental para el Progreso Económico y Social (Fapes), en el que Diego estuvo invitado por las autoridades del Gobierno gallego. Entre los asistentes se encontraba la cúpula directiva de Ence, con su presidente, Juan Luis Aguirre, a la cabeza. Diego contactó con la comitiva y le expuso la oportunidad de invertir en Torrelavega. Aguirre se mostró receptivo y le propuso un encuentro de trabajo una semana más tarde. El lugar y fecha se fijó allí mismo.
A la cita, celebrada igualmente en Madrid, el entonces presidente cántabro acudió acompañado de su consejero de Industria, Eduardo Arasti. Arregui fue arropado por parte de la Dirección del Grupo. En esa reunión el Ejecutivo regional puso sobre la mesa la idoneidad para que Ence pudiera hacerse cargo de la situación agónica de Sniace con la elaboración de un nuevo proyecto industrial solvente y de futuro. Las dos partes acordaron avanzar. El potencial inversor reconoció su interés por conocer la situación contable e industrial, así como, otro aspecto clave, evaluar el nivel de contaminación de los terrenos de Sniace
Para ello se solicitó, además de la documentación citada, una autorización para realizar, con cargo a Ence, una cata de terrenos. El Grupo, según las mismas fuentes, pretendía negociar con Sniace dentro del concurso sin llegar a la liquidación de la compañía.
Un día después de esa reunión, el presidente del Gobierno cántabro llamó a Blas Mezquita para ponerle al corriente de los acontecimientos. A su vez, Diego le informó de que era su deber informar al máximo accionista de Sniace del interés de Ence, así como de la solicitud de Aguirre. En aquel momento la posición privilegiada en el accionariado la ostentaba Félix Revuelta, propietario de Naturhouse. El riojano atendió al presidente. Su respuesta: era un empresario y estaba abierto a hacer negocios y escuchar a Ence.
Diez días más tarde Aguirre telefoneó a Diego. En aquella conversación le trasladó que había recibido unos documentos de Sniace, pero que la información era muy similar a la que la organización tenía depositada en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), lo que denotaba poco interés por parte de Sniace. Aun así, Ence puso una condición inexcusable para seguir avanzando: la autorización de la cata para analizar el terreno. En aquella legislatura nunca más se supo del tema y Sniace trabajó en la conocida reapertura, con Ence retirada a la vista de la escasa colaboración y a la espera de acontecimientos.
Habrá que aguardar varios años para que trascendieran nuevos datos de estas negociaciones fuera del ámbito de la cotizada. El 28 de junio de 2019, después de la Junta General de Accionistas de Sniace, celebrada en Madrid, José Luis Ramos Fortea, unos de los administradores concursales con más protagonismo durante el concurso, y en presencia de varios testigos, se acercó a representantes de USO e inició una conversación. Durante la misma, Ramos Fortea fue preguntado por el papel de Ence durante la crisis de Sniace. El administrador concursal, de manera sorprendente, ratificó el interés de la multinacional sosteniendo que «la oferta de Ence era muy buena para la población de la comarca y sus trabajadores, no tanto para el máximo accionista».
Más aún. Fortea Ramos agregó que Ence seguía manteniendo contactos e interés por Sniace. La oferta a la que se refería era la promovida por el Gobierno de Cantabria.
Ence ha vuelto al candelero tras el anuncio de liquidación. No son pocos los que han preguntado al entorno de la compañía si la multinacional era el inversor que la actual presidenta, Gema Díaz Real, había asegurado que tenía a punto de cerrar por 200 millones. La compañía, públicamente, ha negado esta posibilidad. Incluso el actual Gobierno autonómico cuestionó días atrás a la presidenta sobre esta posibilidad que se ha venido vinculando a Sniace en los últimos años.
Un último dato. Las catas solicitadas por Ence en 2013 como condición innegociable para proseguir en la negociación finalmente se llevaron a cabo. Fue años después, en 2017, según fuentes conocedoras del caso. Las mismas fuentes hablan incluso de que se llegó a formalizar una 'due diligence' para escrutar el estado contable de Sniace, un paso que en este tipo de operaciones resulta la antesala de una oferta.
Con todo, nunca se llegó a buen puerto. Mezquita se opuso durante su etapa como presidente y Sabino García Vallina, hoy el máximo accionista, todavía no se había involucrado a fondo en la gestión. Hoy Sniace vuelve a buscar inversor tras dos oportunidades perdidas. Ence se llevó sus millones a un proyecto en Navia.
Ence comenzó el pasado verano los trámites ambientales para construir en su complejo industrial de Navia (Asturias) su nueva planta de fabricación de pasta textil, también conocida como pasta dissolving, y cuyo producto es la viscosa. La inversión será de 398 millones y las obras darán empleo a 900 trabajadores. Para el funcionamiento de la planta serán necesarios 159 operarios, que se sumarán a los 369 que tiene el complejo actualmente.
Con esta nueva instalación, Ence pretendía diversificar la producción que genera en el complejo asturiano, centrada actualmente en la fabricación de pasta de papel y en la generación de energía eléctrica mediante la utilización de biomasa como materia prima. La fibra dissolving es uno de los productos en los que también ha estado focalizada en los últimos tiempo Sniace, y que han sido ensalzados por la compañía por su compromiso con la sostenibilidad ambiental
Dentro del presupuesto de 398 millones de euros, 69,5 corresponden a la obra civil; 285 a equipos y material mecánico, incluido montaje; y 43,4 a material eléctrico e instrumentación. Una actuación que acredita la capacidad inversora de la multinacional y que frente a la oportunidad perdida en Torrelavega decidió dirigir hacia el Principado.
La planta, según explicó en su momento La Nueva España, tendrá impactos ambientales pero también socieconómicos. Durante los 27 meses que durará su construcción se prevé que trabajará una media de 900 operarios. Además, una vez que entre en funcionamiento contará con 159 operarios que se sumarán a los 369 que ya tiene la factoría de Ence en Navia. La actividad de la compañía en Asturias genera, según Ence, unos 3.000 empleos, la mitad de ellos en el ámbito forestal y buena parte del resto en industrias relacionadas con las actividades de la compañía papelera, como puede ser el aprovechamiento, transporte y transformación de la madera.
Una nueva fuente de generación de empleo y riqueza que se marchó a Asturias ante el desinterés mostrado especialmente por el expresidente de Sniace, Blas Mezquita, al implicar su marcha.
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