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El pasado mes de mayo, cuando se conformó la Comisión Negociadora del nuevo convenio para Aspla Plásticos Españoles, la punta de lanza del Grupo Armando ... Álvarez y referente europeo en la producción de plástico, la conflictividad social en Cantabria ya había elevado notablemente su intensidad. Sin ir más lejos, mientras en la fábrica de Torrelavega se sentaban por primera vez para actualizar su marco laboral, todo el sector siderometalúrgico –que aglutina a 20.000 trabajadores– avisaba no sólo con manifestaciones, sino con un riesgo de huelga que comenzó en junio y que finalmente se prolongó durante tres semanas, bloqueando buena parte del tejido fabril de la Comunidad y obligando incluso a mediar al Gobierno de España, escenificado con la presencia de personal del Ministerio de Trabajo que pilota Yolanda Díaz para acelerar un preacuerdo sobre las retribuciones del personal.
Un caldo de cultivo larvado al calor de la creciente inflación –agudizada por la guerra en Ucrania pero que ya golpeaba con fuerza en el último tramo de 2021– y que no distingue entre trayectorias, siglas o identidades corporativas. Aspla, la empresa modelo del Besaya y Cantabria, la que se tiene como referente o aspiración, comienza hoy su tercer día de huelga por un convenio que expiró el 28 de febrero de 2022, hace más de 11 meses.
Con un perfil público discreto que contrasta con sus ingentes inversiones tanto en ampliación de instalaciones como en modernización tecnológica, la empresa encara su primera huelga desde 2006. Mucho ha llovido desde entonces. Una crisis financiera que derivó en el estallido de la burbuja inmobiliaria en España y la desaparición, o reconversión, de un elevado porcentaje del ámbito de la construcción y sus proveedores auxiliares; un 'cisne negro' como fue la pandemia coronavírica y los confinamientos generales a nivel mundial; una guerra en Europa...
100 toneladas
diarias produce Aspla en una jornada ordinaria, según fuentes sindicales.
24 millones
de beneficio obtuvo la compañía en 2022, según se ha trasladado en el Orecla.
En última instancia, la escalada de precios y costes. Los trabajadores observan cómo sube el IPC y no quieren perder poder adquisitivo. La Dirección señala los incrementos en la estructura fija de pagos, así como los desafíos en forma de nuevos impuestos que ya entran en vigor desde enero, lo que estrecha notablemente los márgenes.
En síntesis, las posturas están distanciadas por el momento. ¿Hay margen para reconducirlas? Expertos en negociación laboral argumentan que las diferencias no son tan grandes como pudiera parecer y apuntan a una previsible mayor flexibilidad entre las partes si la problemática se alarga y los días van desgastando tanto a los afectados –un día de huelga es un día que no se percibe sueldo– como a la propia compañía y la consiguiente pérdida de producción. Fuentes sindicales estiman una fabricación diaria en Torrelavega y Reocín en el entorno de las 100 toneladas. Aun así, el Grupo Armando Álvarez cuenta con varias factorías en España, así como una en Dallas (Estados Unidos) con las que genera un volumen agregado próximo a las 400.000 toneladas por ejercicio.
Por el momento, en el primer día 'laborable' –la huelga arrancó el domingo a las 14 horas–, la movilización contó con un respaldo mayoritario entre los 485 empleados distribuidos entre los dos centros productivos del Besaya. El comienzo de la jornada convocó a decenas de operarios en las puertas de la compañía, «Por un convenio digno y por la mejora de las condiciones laborales», rezaba un cartel colgado en la carpa de los trabajadores, un pequeño campamento donde se vivieron algunos momentos de tensión.
La postura de cada parte en la negociación
La representación social ha llevado diversas reivindicaciones a la Mesa de Negociación. Garantizar la ultraactividad del convenio; subidas para 2022 del 3,3%; para 2023 del 3,4%; y para 2024 del 3,5%. Como complemento, la garantía a final de año del IPC real, así como un añadido del 0,2% para 2023 y otro 0,4% para 2024. Como reivindicaciones adicionales, incrementar el plus de noche de 17,49 a 22 euros; elevar el plus dominical, de modo que llegue a 81 euros en los tres años de convenio; lograr que los permisos retribuidos empiecen en día laborable; o reducir la jornada anual en ocho horas a lo largo del nuevo convenio.
Respecto a la actualización salarial, propone un 3,3% en 2022; un 2,5% en 2023; un 2,2% en 2024; y un 2% en 2025, puesto que Aspla quiere un convenio a cuatro años. En relación a la revisión del IPC, el viernes ofreció hasta un 75% garantizado. Las cifras puestas encima de la mesa van en torno a la siguiente escalada: 50% del IPC ligado a 15 millones de beneficios; 60% IPC a partir de 16,9; 70% con 18,8 millones; 80% con 20,7 millones; 90% del IPC real con un beneficio de 22,6; y el 100% si se alcanzan los 24,5 millones. Según la empresa, el beneficio en 2022 han sido 24 millones, según recogen fuentes negociadoras.
Eran las 08.00 horas cuando «unos 30 o 40 empleados» del personal de oficinas intentaron ocupar su puesto de trabajo, pero el resto de la plantilla se lo impidió. El desencuentro duró unos pocos minutos y derivó en algunos «empujones y algunos gritos» –según explicó el presidente del comité, Álvaro Fernández– que obligaron a los efectivos de la Policía Nacional a bajarse de sus vehículos e intervenir para apaciguar ánimos. A media mañana ya reinaba la calma en el recinto, situación que se mantuvo el resto del día.
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Una parálisis total en el complejo, la primera huelga en 17 años que, sin embargo, todavía no hace replantearse posiciones ni a la Dirección ni al comité –conformado por SITA-USO como organización mayoritaria, CC OO, Sindicato Unitario y UGT–, que mantienen las posturas trasladadas el viernes en el Organismo de Resolución Extrajudicial de Conflictos Laborales (Orecla).
Así lo constató el propio organismo mediador tras una rápida consulta matutina, según informó el propio Fernández. «No hay más novedades respecto al viernes», expresó, en referencia a lo adelantado por El Diario: la empresa elevó su oferta hasta garantizar el 75% del IPC real y vincular el 25% restante a los beneficios.
Para el presidente del comité, este planteamiento no es aceptable en estos momentos cuando Aspla ha obtenido «un beneficio récord», próximo a los 24 millones de euros.
Con esa premisa surge el enfrentamiento. Han sido 24 reuniones formales en la Mesa Negociadora encaminadas a amasar un consenso que por el momento no ha llegado. Los trabajadores se niegan a perder dinero en este escenario de amplias ganancias y la compañía entiende que el contexto de mercado del plástico, en un entorno cambiante y en plena transición hacia la sostenibilidad, puede elevar la complejidad de su operativa tradicional y afectar a esa progresión en las cuentas. Como muestra clara de ello, el nuevo impuesto que se aplica en España desde este enero al plástico de un único uso.
El Orecla, que convoca a las partes de oficio en estos casos, ahora duda vista la inflexibilidad de las posturas.
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