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Sin medias tintas ni paños calientes, Miriam González Durántez, presidenta de España Mejor, llegó este miércoles a El Foro Económico de El Diario Montañés que ... protagonizó dispuesta a romper falsas ilusiones. «Esa idea con la que crecimos de que todo iba a ir a mejor se ha acabado; y no es algo temporal, ya no va a volver», aseguró a su aforo del Hotel Bahía. Todo por un cambio en el orden mundial que ya es un hecho, con un Estados Unidos que la experta en comercio internacional afirma que ha soltado de la mano a Europa, a la que ha dejado ante la adversidad y que debe aprender a caminar sola. Algo para lo que atisba varios retos inminentes para el Viejo Continente, entre ellos invertir en defensa, apostar por el desarrollo tecnológico y minimizar el clientelismo que «lastra la economía». Todos frentes para los que la receta del éxito para ella pasa por «ser ágiles» y aprovechar las oportunidades que presenta el nuevo esquema, que también existen.
González, vallisoletana que saltó a la fama por ser esposa del exviceprimer ministro británico Nick Clegg pero que tiene una larga carrera profesional propia como abogada especializada en comercio internacional, quiso arrancar su disertación con un enfoque personal. Dice que como niña que creció en la transición, que estudió en la Universidad durante la caída del muro de Berlín y que comenzó a trabajar en la UE envuelta en un multilateralismo comercial persistía en ella una idea de que «siempre se iba a ir a mejor, pero es una época que llegó a su fin». Es más, insiste en que los valores democráticos corren peligro, que la OTAN ha «pasado a mejor vida» y que ese orden comercial multilateral está en peligro. González Durántez habla además desde la perspectiva que le da haber vivido en el extranjero, no solo por haber formado una familia hispano-británica, también entre otros lugares estuvo trabajando cinco años como profesora en la Universidad de Stanford, California.
Ahí estableció un contacto con los amaricanos que, explica, ya le brindó un aperitivo de lo que estaba por venir, y que es previo a la vuelta de Trump. «En 2018 en Silicon Valley ya todas las conversaciones giraban en torno a China, nadie hablaba de Europa». Es más, traslada que «sorprende con la naturalidad con la que en EE UU se refieren a nosotros como tercermundistas». Insiste que es un efecto que va más allá del actual presidente. «Es muy probable que Trump se descalabre en las próximas elecciones, pero no quiere decir que el país vaya a dejar de ser un poder a la defensiva como es hoy en día en lugar de uno que respaldaba y cuidaba como era antes».
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La ponente recalca con todo que «a los europeos no se nos mete en la cabeza que todo esto va a cambiar el escalafón del orden mundial, y que hay que moverse con agilidad desde ya». Una capacidad de adaptación que, dijo contundentemente, «hay que aplicar a todos los niveles». «Más vale que nos acostumbremos a este cambio acelerado en todo», sentenció. De esta forma, en el Viejo Continente «tenemos que desapoltronarnos y volver a hacer méritos». «A los políticos hasta la fecha se les exigía que fueran sólo buenos gestores, ahora tienen que ser estratégicos y posicionar al país».
Uno de los aspectos en los que se expresó de manera más rotunda González fue en el gasto en defensa. «Todos los países deben multiplicarlo, hoy en día Europa no puede estar segura de que pueda defender a sus ciudadanos ante un ataque o un cibertaque masivo». Además, entre otras medidas que ve pertinentes citó: eliminar barreras al mercado interior europeo, apoyar a las élites y la clase empresarial para que empujen el desarrollo y dejar que primero se innove en tecnología y luego se ponga el marco regulatorio, no a la inversa. Pero ante todo reclama agilidad. «Tenemos el Informe Draghi sobre la mesa desde hace meses y todavía no se han dado pasos».
En lo que respecta a España, la ponente insistió en que el país «debe estar en las decisiones en defensa, no engancharse más tarde». También dice que tiene que «apostar para atraer inversiones y que no sólo sea un país en el que comprar barato y conseguir atraer a población de jóvenes y no sólo que vengan los mayores». Pero ante todo habla del clientelismo como el verdadero problema a atajar. «Yo soy más de usar bisturí pero en donde utilizaría la motosierra es ahí porque es donde se va el dinero a borbotones». A la par, reclama que «hay que elevar la ética política del país para que escuche a sus ciudadanos y tenemos que aumenta la exigencia social». «Mi marido siempre ha dicho que si España quisiera podría superar a Reino Unido, y aunque no me guste darle la razón en esto claramente la tiene, sólo tenemos que creérnoslo».
El proyecto de España Mejor que fundó Miriam González surgió, tal y como relató ella misa, porque: «Estoy harta de quejarme y esa frustración me pilla en un momento vital en el que quiero ver qué es lo que puedo hacer». No obstante es una organización que no ha nacido con vocación de estar en primera línea política, sino en servir de empuje para dar voz a ideas que surjan desde la ciudadanía. Aún así, que su impulsora y fundadora termine liderando un partido es una idea que parece que no suena tan peregrina y que podría encajar dentro de lo probable.
A la pregunta que le lanzó el público ayer de si la organización España Mejor pudiera terminar convirtiéndose en una formación política, su presidenta tiene claro que «nunca sucederá, es una iniciativa de la sociedad civil y así tiene que seguir». De hecho, apostilló que el país necesita más proyectos como el suyo con distintas líneas para dar voz a más propuestas con arraigo en el sentir general de la ciudadanía.
No obstante, a la cuestión de si ella, como Miriam González Durántez, con su nombre y apellidos, pueda dar el salto a un partido político de nueva creación no cierra la puerta tajantemente, ni mucho menos. «Está en manos de los políticos, yo espero que haya una reacción y un cambio en el código ético del Gobierno, pero hay muchos que me dicen que la única manera de conseguir que cambie es amenazándolos políticamente». Así que no da la espalda del todo a ese futuro, aunque apostilla la experta que «como soy optimista espero no tener que llegar a eso».
De esta forma, reconoce que prefiere seguir aportando su granito a través de su iniciativa España Mejor. No hay que olvidar que González ya tuvo un contacto muy estrecho con el mundo de la política cuando su marido, Nick Clegg, fue viceprimer ministro británico. Una época en la que saltó a la fama y tuvo que convivir además con el acoso mediático. «En Reino Unido sí que se espera de las mujeres de los ministros que hagan los arreglos florales, estén monas en la fotos y para mí fue un choque cultural». Confesó al tiempo que recalcó que «también tienes que hacer una misión social y dar visibilidad a ciertas causas, lo cual está muy bien». No obstante, reconoció que «hubo una pequeña limitación» porque por el cargo de su marido ella tuvo que terminar dejando el bufete de abogados del que era socia.
Miriam González reconoce que «me quejo mucho de que en España caemos en dificultades y vamos a mamar de Europa, tenemos que tener en mente el presupuesto y lo que podemos hacer». Una dirección que también están tomando en Francia y que «tiene que recuperar su crecimiento». Critica a la par que Italia «como país fundador siga recibiendo ayudas». «Hay un límite de lo que pueden pagar los alemanes y hay que tomar medidas o la UE se va a romper».
Una de las consecuencias de la vuelta de Trump es un mayor acercamiento entre la Unión Europea y Reino Unido. Es una de las ideas que respaldó la ponente, de hecho valoró que «el Brexit tendría reversión si hubiera un referéndum», pero al mismo tiempo apostilló que es algo que no ocurrirá porque se está evitando. «No obstante, apunta a que en Reino Unido tienen los huevos puestos en dos cestas», y no descarta que acabe moviéndose en la dirección de EE UU.
«Estoy segura de que la mayoría de la sociedad quiere que los políticos hagan pactos». Así de tajante se mostró González. Es por ello que opina que «el primer político español que realmente intente despolarizar y promueva el consenso se va a llevar el voto de la gente de calle». Cree, eso sí, que si no se hace es porque «saben que si Sánchez o Feijoo dicen tal cosa inmediatamente pierden el apoyo de un votante, pero esto tiene que ser una apuesta a largo plazo».
La experta en derecho internacional aprecia que «en España hay casos de corrupción, se ve el problema pero luego no se atornilla la norma para que no vuelva a suceder». «Son temas efervescentes que estallan y luego se dejan estar». Cita, como ejemplo, «en 2016 se hablaba a todas horas de aforamientos, ahora sucede lo de Ábalos y resulta que todo sigue igual, hay que canalizar toda esa energía con unos buenos instrumentos de presión».
La vivienda es uno de los problemas «de primer orden» en los que González no entiende que no se llegue a consensos. «Es un frente para el que no hace falta una única medida, sino todas y al mismo tiempo». Y es algo para lo que reclama acciones ya. «Hay jóvenes con dos trabajos y formados que no pueden pagarse su piso, se está cayendo el ascensor social y es una bomba de relojería cuando la gente ve que el esfuerzo no le lleva a mejorar».
La organización de González hizo una encuesta que arrojó que en España «el 45% de los jóvenes dice que quiere ser funcionarios». Un dato elevado que le sorprende, y más las razones. «Dicen que es la manera de conseguir un trabajo estable». Un síntoma de que «algo falla», destaca, y ve un grave problema en que las nuevas generaciones crean que para adquirir experiencia tienen que salir del país. «Hay que flexibilizar los planes de estudio e integrar más prácticas».
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