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Como si de un efecto dominó se tratara, con unas medidas y decisiones que van evolucionando a medida que pasan las horas y las consecuencias del conflicto armado vienen a apretar aún más las tuercas de una industria cántabra que ya arrastraba problemas estructurales antes ... del covid, las grandes fábricas de la Comunidad han optado por parar mientras la luz arroje estos precios estratosféricos que impactan directamente en las cuentas de las factorías. Hay muchas a las que, directamente, con estos valores del megavatio/hora, a los que se suma ahora el efecto de un gas igualmente disparado, no les sale rentable trabajar. Como consecuencias, hornos apagados. Al menos durante unos días.
El Diario ha venido informando en los últimos días de diversas medidas paliativas emprendidas por grandes gigantes del sector secundario, pero las actuaciones cada vez son de mayor calado. Especialmente entre las plantas electrointensivas, esto es, las que demandan mayor consumo eléctrico para sus procesos productivos.
Como paradigma, Ferroatlántica. La merma en el trabajo del complejo de Boo de Guarnizo es evidente. De un horno detenido en septiembre a dos en noviembre. A primeros de enero pararon la tercera de las cuatro calderas del recinto con la expectativa puesta en abril y la esperanza en que la tensión energética en los mercados se relajara. El conflicto entre Rusia y Ucrania ha roto esas previsiones y tirado de los precios a máximos históricos nunca vistos en Europa. Hasta ese momento el Grupo Ferroglobe prefería traer producciones de Francia e, incluso, Noruega, antes que de Cantabria. En los últimos días había ido un paso más allá y limitaba también el único horno disponible, operando sólo de noche y a mediodía, cuando las tarifas eran más benignas. Desde el martes la factoría está totalmente parada por el precio de la luz.
Forgings & Castings fue la primera en anunciar que tenía que cerrar porque el coste energético deterioraba sus cuentas y golpeaba a una tesorería igualmente afectada. Con unos precios en los que la forja de Reinosa no es sostenible a día de hoy, en especial por tener firmados casi la mitad de pedidos con proyectos de largo plazo en los que no puede repercutir ni parte del incremento de costes vivido en estos últimos meses, la organización ya trabaja en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que le permita aguantar.
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De eso habló la Dirección de la empresa el martes con el comité, que había reclamado explicaciones en profundidad ante la «alarmante» noticia de la necesidad de una parada tan súbita. De entrada, reclamó «flexibilidad» a la plantilla, que supera los 500 trabajadores, hasta que se pueda firmar el ERTE, que presumiblemente alcanzará un largo periodo de tiempo para cubrirse ante estas circunstancias extremas. En paralelo, otro tipo de recortes ya iniciales, como reducción del personal de contratas.
Global Steel Wire también ha acordado con los sindicatos parar desde hoy a la espera de cómo evolucionan los acontecimientos. La factoría de Nueva Montaña había prorrogado previamente el ERTE que firmó en 2020. Esta extensión llega hasta septiembre de 2023 y tiene una afectación máxima de 66 días por año y empleado. La factoría, con cerca de 620 personas en plantilla, tampoco puede mandar al paro al mismo empleado más de diez días por mes.
GSW ya había parado el fin de semana pasado a la par que solventaba algunos problemas por el cierre de suministro de proveedores rusos. Ahora analiza la evolución energética para maniobrar en consecuencia.
Hergom es otra de las que no opera hoy por los costes energéticos. Como informó ayer El Diario, la intención gira en torno a detener el proceso de fabricación de estufas al menos dos días esta semana, aunque a última hora del martes ya se acariciaba la idea de prolongar la parada durante la semana próxima. Entre otras alternativas, adelantar turnos a la madrugada y acabar la actividad a primera hora de la tarde.
Bondalti también se ve afectada por los costes energéticos. La firma portuguesa enclavada dentro del recinto de Solvay, en cambio, no puede paralizar totalmente sus procesos al utilizar la tecnología de la electrolisis.
Por otro lado, Nissan se está viendo afectada por la coyuntura, tanto por la falta de materiales como por la factura energética en la planta de Los Corrales de Buelna. Como medida de urgencia, fundir de noche, aunque en la actualidad está al 35% de su capacidad de producción y echando mano de un ERTE suscrito en 2020 para gozar de cierta flexibilidad.
En el límite ya, Cementos Alfa. La organización está estudiando un calendario de paros de aquellas instalaciones más intensivas en consumo eléctrico, minimizando existencias en las fábricas y sin afectar al suministro de cemento final. Mataporquera, con muchos embarques este mes, no podrá parar casi nada.
Hay otras compañías a las que la energía disparada no les 'condena' directamente como a las electrointensivas, pero sí puede fulminar su competitividad. Así al menos se ve la coyuntura tanto desde el sector de la automoción como en el ámbito metalúrgico.
Tomás Dasgoas, responsable del Grupo FAED en Requejada, mantiene la actividad en su organización. Eso sí, como presidente de la Federación Cántabra del Metal admite que «todas estamos en una situación similar. Es evidente, es totalmente insostenible y nadie sabe dónde va a llegar. La incertidumbre hace que tomes decisiones rápidas para cortar cuanto antes la sangría».
Dasgoas explica que «el coste energético afecta de manera distinta según la empresa. Unos trabajarán a pérdidas, otros rebajarán margen y otros tomarán la decisión de no producir».
Por ello, el empresario lo tiene claro. «El Gobierno tiene que tomar medidas. O baja impuestos drásticamente para que las empresas sigamos produciendo o tendremos que mandar a la gente al ERTE, de modo que también tendrá que pagar la Administración esas ayudas. Se da la circunstancia de que el sector del metal tiene más trabajo que lo habitual, por lo que si mantenemos la competitividad podremos seguir operando. Si no, se detendrán más compañías que en la pandemia».
Otros empresarios, que prefieren no identificarse públicamente, comparten esta tesis. Hablan de «locura» o situación «muy preocupante», sobre todo por las dudas en el horizonte.
Fernando Soto, director general de AEG
Desde el sector electrointensivo nacional, Fernando Soto, director general de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), puso el grito en el cielo. «Hemos cogido el embudo y vamos cada vez a un agujero más profundo. Veremos a ver si podemos salir de esta», comienza.
Soto, después de pulsar el sentir de todas las empresas, incluidas las cántabras integradas en AEGE –Ferroatlántica, Forgings & Castings, GSW y Bondalti–, se muestra rotundo: «No se pueden soportar precios de 400 y 500 euros (el megavatio/hora). Esto es una locura. Si ya nos quejábamos cuando los precios estaban en 100 euros... No es viable mantener esta actividad. Hay plantas cuyos procesos industriales no pueden parar totalmente», asevera.
AEGE ha pedido al Gobierno medidas inmediatas. «Firmamos un manifiesto en diciembre y no hemos tenido noticia, aunque nos consta que están dispuestos a intervenir el mercado aunque sea de forma temporal. Ahora mismo hay empresas que han multiplicado por diez o 12 su factura eléctrica. Esto supone pagar en un mes el recibo de un año. Es insostenible», dice.
En esa misma línea se expresó ayer el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, que consideró que el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, «tiene que plantarse» ante Europa para exigir la puesta en marcha de medidas urgentes para paliar los elevados costes de la energía derivados del conflicto entre Rusia y Ucrania.
«Ahora estamos en una situación en la que cantidad de empresas se ven obligadas a hacer ERTE y hacer paros», lamentó, para señalar que Estados Unidos tiene «suficiente» carbón, gas y petróleo para paliar esta situación, pero «no puede dejar tirada a Europa».
A su vez, Cristóbal Palacio (Vox) pidió la comparecencia «inmediata» del consejero de Industria, Javier López Marcano, para que explique «qué medidas» se están adoptando ante la «tormenta perfecta» derivada de la guerra.
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