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El primer año tras la entrada del denominado Estatuto Electrointensivo para ayudar a las fábricas con mayor consumo eléctrico, así como la catarata de reivindicaciones tanto del sector como de las autonomías afectadas por el diferencial de costes con la competencia europea, apenas tendrá ... efecto en la práctica. Así al menos lo otean desde la Asociación de Empresas de Gran Consumo de Energía (AEGE), cuyo barómetro proyecta que las plantas electrointensivas, en Cantabria compañías como Ferroatlántica, Global Steel Wire, Reinosa Forgings & Castings o Bondalti, cerrarán 2021 pagando el megavatio por hora a 88,36 euros, más del doble de lo que abonarán en Francia (40,39 euros) y casi 30 euros más que en Alemania (59,22).
Como referencia, según el mismo barómetro de AEGE, 2020 se despidió con el precio del megavatio para las electrointensivas españolas en 45,16 euros. Francia sufragaba 21,15 y Alemania 20,13. La escalada de precios de los últimos meses ha venido a ensanchar el diferencial y, por tanto, la desventaja competitiva del sector secundario nacional.
88,36euros el megavatio por hora será el precio que estima AEGE a finales de año para las plantas electrointensivas. En Francia la tarifa se calcula en 40,39 euros, mientras en Alemania llega a 59,22.
Las cifras vienen a demostrar la ineficacia de las pocas ayudas introducidas para las empresas más necesitadas de incentivos públicos para rebajar sus costes energéticos, una distancia que abona de nuevo el temor de deslocalizaciones y cierres. Esa inquietud no es ajena a la comunidad cántabra, donde las organizaciones afectadas llevan casi un lustro alertando sobre un incremento de tarifas que en la actualidad se sitúa en máximos. «Cuando una multinacional toma una decisión no hay vuelta atrás. Se cierra y ya está», advierte el presidente de CEOE-Cepyme Cantabria, Enrique Conde.
Fernando Soto, director general de AEGE, abunda en el argumentario de los últimos meses y constata que los esfuerzos para abaratar los recibos no rinden fruto por el momento. «Con Alemania estamos a día de hoy en 29 euros de diferencia y con Francia en 48. ¿Dónde radica esa brecha? Con el país vecino, ellos tienen una tarifa Arenh que les permite a los industriales comprar energía a precio de tarifa nuclear, a 42 euros. Además, su precio de mercado es algo más económico que el nuestro, por lo que ahí está la distancia. En Alemania, sabemos que tienen también contratos a largo plazo, que les lleva a precios más económicos».
A partir de ahí, Soto entra en las causas. «La energía está muy condicionada por las materias primas, en especial el gas natural, cuyos precios han escalado notablemente. La otra variable que está repercutiendo muy duramente es el valor del precio del C02, con unos 40 o 50 euros la tonelada. Este incremento se traduce en unos 18 o 20 euros en el recibo eléctrico que no tenían presupuestados las empresas. Hace dos o tres años el impacto era sólo de un euro. El 20% de la energía es emisora de CO2, pero como rige la ley marginal vemos cómo tecnologías están obteniendo ingresos extraordinarios como consecuencia de ambas evoluciones», expresa.
Enrique Conde - CEOE-Cepyme Cantabria
Sobre las medidas, en AEGE entienden que «hay que copiar lo que hacen otros. Francia tiene una tarifa a precio de nuclear. Nosotros podríamos buscar contratos en esa línea. Desde el punto de vista de costes regulados, exenciones a peajes de transporte; exenciones a los cargos; aquí sólo a las renovables vía acceso... Hay varias vías».
La empresa cántabra no esconde su preocupación. Conde, como presidente de la patronal, opina que «desde Cantabria estamos limitados al ser cuestiones estatales. El Gobierno regional, junto a otros gabinetes autonómicos, tiene que insistir a la Administración central para que las tarifas bajen. Ya se compite en desigualdad, si el precio de la energía sigue subiendo... La brecha empieza a ser criminal».
Fernando Soto - AEGE
El portavoz de CEOE sostiene que «es un tema que debería incluso analizarse en las Conferencias Interterritoriales. La energía va a empezar a pesar en la decisión de empresas que no tienen sus centros de decisión aquí para irse de aquí. Otras no lo deciden porque el director vive aquí y tiene cierto compromiso sentimental, pero no porque les sea rentable».
Conde insiste en que «hay temor. Hay industrias que llevan planteándolo de forma grave para el futuro. Esa situación no se avisa. Una multinacional dice que cierra y cierra, luego no hay marcha atrás. Estamos temerosos de que llegue esa decisión drástica», subraya.
Desde el Gobierno de Cantabria tampoco se quiere caer en el alarmismo pese a las dificultades del sector. El director general de Industria, Daniel Alvear, afirma que «más allá de quedarse en el análisis teórico y ver con lógica inquietud la situación, nuestro objetivo es acometer acciones en aquellos ámbitos en los que tenemos capacidades y competencias».
Alvear, tras recordar que desde las autonomías no se puede intervenir en el precio eléctrico, explica que «estamos acompañando a las industrias en sus planes de transición energéticas. Hemos ayudado en la búsqueda de posibles socios para sus proyectos de inversión asociados a eficiencia energética, estamos gestionando programas de ayudas para las inversiones en eficiencia energética y renovables en la industria, y también hemos definido fórmulas de financiación para los contratos de larga duración y PPA que están abordando las empresas, especialmente las electrointensivas».
Mucho trabajo hecho, pero mucho camino también por recorrer para mitigar el problema.
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