Envía tus preguntas a Ángel de la Fuente, que participa hoy en el Foro Económico de El Diario Montañés

-Con la crisis del covid, ¿hay que introducir cambios adicionales a los que están ya sobre la mesa en el sistema de financiación autonómica?

-El sistema necesita una reforma, pero no tendría sentido diseñarlo pensando en la actual situación de emergencia sanitaria, que será pasajera. Podría tener sentido mantener este año el Fondo Covid-19 para ayudar a las autonomías a hacer frente a la crisis, pero la reforma del sistema tiene que basarse en otras consideraciones. Yo diría que lo más importante sería asegurar un reparto más equitativo de recursos, reforzar la responsabilidad fiscal de las autonomías y simplificar el sistema para que la gente pueda entenderlo.

-¿Cómo quedará Cantabria cuando se implemente el nuevo sistema?

-En la actualidad, Cantabria es una de las regiones de régimen común con mayor financiación por habitante ajustado o unidad de necesidad, incluso si en el cálculo de necesidades se introduce una corrección por costes fijos. Lo lógico sería que esa prima de financiación se fuera reduciendo gradualmente en el futuro, pero habrá que ver qué sale de las negociaciones para la reforma.

-Al hilo del debate sobre la armonización fiscal, ¿es real si se mantienen excepciones como el Cupo Vasco?

-La capacidad para modular los impuestos al alza o a la baja es parte importante de la autonomía y sólo debería limitarse por motivos de peso y tras un análisis cuidadoso, que desde luego no se ha hecho en relación con el debate de estas últimas semanas. En cuanto al sistema foral, el problema principal no es la elevada autonomía tributaria de estos territorios (con la posible excepción del impuesto de sociedades, que ninguna otra autonomía puede tocar), sino el fuerte sesgo a su favor que existe en el cálculo del cupo y la aportación y de los ajustes por impuestos indirectos. Esto es lo que hace que, al final, las comunidades forales tengan una financiación muy superior a la del resto de territorios a igualdad de competencias.

-Hace unas semanas Fedea constataba un «cierto retraso» en la recuperación por la segunda ola. ¿Qué horizonte nos espera con la tercera?

-El mismo que con la segunda, tenderá a retrasar la recuperación o incluso a revertirla ligeramente dependiendo de su intensidad.

-¿Qué previsiones manejan para el nuevo ejercicio?

-Nosotros generalmente no hacemos previsiones detalladas de PIB o empleo, pero esperamos un primer trimestre muy complicado, un segundo trimestre menos malo y una recuperación más vigorosa en la segunda mitad del año, siempre y cuando se cumplan los objetivos de vacunación y las mutaciones del virus no afecten a la efectividad de la vacuna.

-¿Cuándo estima que recuperaremos los niveles precovid?

-El año que viene o el siguiente.

-¿Cómo se podrá revertir el paro de larga duración que anuncian todos los organismos como consecuencia de la pandemia?

-Paro de larga duración ya tenemos mucho y probablemente aumentará como resultado de la crisis. Para reducirlo, necesitaríamos políticas activas de empleo que funcionen bien, especialmente en materia de formación, para ayudar a esas personas a reintegrarse en el mercado de trabajo, así como un período largo de crecimiento robusto.

-¿Hay que ir adoptando medidas para rebajar la deuda y el déficit motivados por la crisis sanitaria?

-Ahora mismo, en general no, pero hay que ir pensando en cómo hacerlo en los próximos años, una vez la recuperación se asiente. Una excepción sería el sistema de pensiones. Ahí sí es urgente empezar ya a tomar medidas que ayuden a controlar el crecimiento del gasto.

-¿El agujero de esta crisis obliga a acelerar cambios en el sistema de pensiones?

-No es tanto el covid como la demografía y el lento crecimiento de la productividad. Por otra parte, la crisis sanitaria está teniendo efectos muy adversos sobre nuestras cuentas públicas (mayores necesidades de gasto y menores ingresos, lo que se traduce en un mayor déficit y más deuda). Eso reduce nuestro margen de maniobra fiscal para todo y también para inyectar más recursos al sistema de pensiones. De ahí también la necesidad de controlar esa partida de gasto público, que es con diferencia la mayor de todas.

-¿Cómo se puede luchar contra el envejecimiento demográfico?

-La inmigración puede ayudar y también unas políticas de ayuda a las familias y de conciliación que hagan más fácil que la gente pueda tener los hijos que en realidad desea.