![Regalos Pico, 101 años trayendo la Navidad a Santander](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202212/12/media/pico.jpg)
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Es, en efecto, uno de los establecimientos comerciales de Santander más antiguos y queridos. En estas señaladas fechas parte de su escaparate se llena de figuritas del Belén, lo que remueve sin duda el corazón de quienes pasan por la calle San Francisco, reabierta en ... su tramo estos días, después de muy molestas obras. Pico es, en muy buena parte y con todo derecho histórico, lo que queda de la 'antigua' Navidad de Santander, con sus variados nacimientos, misterios y figuritas de distintos precios, sus casitas y puentes, sus luces de colores y los artículos de broma que, en su planta sótano, formaban antaño largas colas de clientes ansiosos por festejar con alegría las fiestas navideñas. No hay otro establecimiento igual en la región, con ese obvio aroma de la infancia que nos inquiere un poco estos días, un poco también en contraposición a la inexplicable ausencia de figuras religiosas en las calles en favor de ninots absurdos y luces patrocinadas por las energéticas bajo el obsceno efecto Abel Caballero. El aspecto callejero de la Navidad ha devenido en pérdida, virtualidad y sesiones de TikTok, lo mismo da Rosalía que Papá Noel que el Rey León, representando a la perfección hacia dónde va la sociedad occidental de base judeocristiana: hacia su desaparición.
La nostalgia y el recuerdo viejoinfantil de la Navidad están muy bien y no son pocos los clientes, o más bien paseantes, que lo dicen en la tienda: «¡Que viva la Navidad como la vivíamos antes y que no cerréis nunca...!». Pero, como afirma con toda razón la actual propietaria, Ana Pico López, de los años, de las buenas palabras y de la nostalgia no se vive... Entre usted y compre. Colabore. Sabemos que todo se encuentra (sospechosamente barato) en ciertos establecimientos que no voy a mencionar, pero de vez en cuando convendría atender al comercio local, tanto al recién puesto como al que lleva ya décadas animando decisivamente el tejido socioeconómico de esta ciudad que, querámoslo o no, dista mucho del movimiento comercial que tienen otras capitales cercanas. Parece claro que Ana representa la tercera y última generación familiar de Pico: la cuarta generación ya no está interesada en continuar con el negocio, lo cual es, por mucho que pese a los nostálgicos, perfectamente comprensible. La competencia de internet hace inviable el futuro de este tipo de negocios, lastrados además por los alquileres, los impuestos, la volubilidad económica, la falta de cultura compradora, etc., etc. Ojalá, claro está, la previsión no se cumpla, pero creemos que la suerte está echada. Señores, señoras: somos pasto de franquicias y salas de juego.
El 16 de diciembre de 2021 Ángela Casado se ocupó en las páginas de El Diario Montañés del centenario de este establecimiento, ocurrido exactamente el 7 de noviembre. Ese día de 1921 Ceferino Pico Casuso abrió la 'Papelería Pico' en el antiguo número 17 de la calle San Francisco, junto a otro sabroso local, 'Angelita'«. Ese mismo año, por cierto, también se fundó la hoy desaparecida perfumería Calderón. Presidía entonces el gobierno de España por quinta vez don Antonio Maura y era alcalde de Santander don Luis Pereda Palacio. En 1928 Pico se trasladó a otra zona muy transitada, la Plaza Vieja, número 8, donde se anunciaban como papelería y 'Casa de las estilográficas'; trabajaban entre ellas, por ejemplo, con la prestigiosa firma italiana Aurora.
Hablamos por supuesto del antiguo callejero santanderino, el anterior a la quema que puso a prueba la supervivencia de los ciudadanos y sus negocios. Unos meses después del incendio que arrasó la zona, en agosto de 1941, Pico se estableció en uno de los barracones instalados en lo que actualmente es la plaza de Pombo (entonces de José Antonio, que me perdonen), frente al Club de Regatas; la colección documental de la familia guarda entre sus fotografías una excelente del correspondiente barracón, con un don Ceferino espléndido y ufano en la puerta: esta es una de las escasas imágenes que conozco de los tinglados más o menos improvisados (o no tanto) que se levantaron para salvaguardar buena parte del comercio local arrasado por el fuego. Una tarjeta de la época nos informa de toda la amplia gama de productos que vendían entonces en calidad de papelería: «Librería, objetos de escritorio, estampería religiosa, tarjetas postales y de felicitación, rosarios, devocionarios, sellos de caucho. Esta casa se encarga de toda clase de trabajos de imprenta, encuadernación y relieves». Además, «material escolar y libros de texto; especialidad en plumas estilográficas, la más antigua y acreditada casa en reparación de las mismas con toda garantía». Una de las marcas de estilográfica que comercializaban era la barcelonesa Regia.
El carácter provisional del emplazamiento en Pombo no impidió que se prolongara varios años, en concreto hasta 1948. Entonces Pico se trasladó al número 2 de la calle San Francisco. Cuatro años más tarde, en concreto el 24 de noviembre de 1952, se movió al local número 21 de la misma calle, donde ha prolongado la larga vida que admiramos hoy en día y festejamos en esta página. El local tiene dos plantas y cabrete y conserva la distribución de siempre. El característico rótulo de la tienda que todos (re)conocemos, en letra script, data de ese año 1952 y es objeto apreciado y aún activo de la publicidad de aquella época. Al Ceferino fundador le sucedió su hijo Ceferino Pico Maoño, y a este su hija, Ana Pico López. Desde hace años, Pico ha diversificado su área de negocio en una amplia variedad de artículos de regalo, complementos para el hogar, artículos de escritura de primeras marcas, bisutería, complementos para señora y juegos de mesa y póker, además de complementos para disfraces y exposición y venta de belenes.
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