«La proyectada refinería de Torrelavega es viable por el auge de los coches eléctricos»

El hidróxido de litio verde, expone el catedrático, tiene aplicaciones para la creación de lubricantes, sirve de aditivo del cemento, vidrio cerámico y para hacer encimeras de cocina al resistir altas temperaturas. No obstante, se utiliza, principalmente, para la fabricación de baterías, y es precisamente ese empecinamiento de la Unión Europea por electrificar todo lo que pueda los vehículos (y también sus procesos de fabricación) donde el catedrático ve la mayor oportunidad para sacar adelante esta millonaria empresa.

¿Pero por qué elegir Torrelavega como emplazamiento? Ortiz Sainz de Aja apunta a que es un lugar estratégico por dos cuestiones.Por un lado, la cercanía al puerto de Santander le posibilita «un buen punto de entrada de las materias primas» para este proceso y de salida para el hidróxido de litio verde ya producido (además de la proximidad a esas fábricas que se están planteando construir en España en la península de baterías). Por otro lado, destaca la ventaja que le supone al grupo impulsor instalar esta refinería junto a una planta que ya disponen en Torrelavega, Bondalti, que emplea un proceso similar para la fabricación del cloro a través de la electrólisis.

Y es que ahí radica lo novedoso de todo este asunto: en la electricidad. Hidróxido de litio ya se produce desde hace tiempo, pero en este caso lo importante es el apellido, 'verde'. «Se le denomina así porque se plantea que ese proceso térmico por el cual hay que elevar la temperatura mucho del mineral, se haga con hornos eléctricos donde la electricidad provenga de energías renovables, por eso se le dice verde», especifica el químico. Esa materia prima a la que se refiere el investigador se extrae, fundamentalmente, de un mineral que se encuentra en determinadas rocas y arcillas o en cloruro de litio, en salmueras. En este último caso se trata de aplicar la electrólisis para generar el hidróxido de litio que es «un proceso análogo o prácticamente igual» al que Bondalti desarrolla para la obtención de cloro.

De esta forma, la electrólisis, a grandes rasgos, «consiste en aplica corriente eléctrica al proceso industrial y esa descarga eléctrica es la que provoca un cambio de composición de las materias primas y unos reactivos se transformen en productos». Hasta la fecha, el hidróxido de litio se obtenía sometiendo a mucha temperatura a la materia prima, para lo cual se utilizan «combustibles fósiles o bien gas natural, en el mejor de los casos, con lo que se provocan altas emisiones de CO2 a la atmósfera», además de presentar otros inconvenientes como un abundante gasto de agua.

Todo ello se minimiza con ese apellido 'verde', pero que sólo hace referencia a que la energía que se aplica en el proceso viene de renovables. El catedrático puntualiza que eso no implica que lo que quiere ponerse en marcha en Torrelavega sea un proceso «100% sostenible», aunque sí más respetuoso medioambientalmente. Al ser un sistema bastante genuino todavía tienen que corregirse algunas cuestiones, por ejemplo relativas a que se producen reacciones no exentas de emisiones y sustituir algunos disolventes o reactivos químicos que pueden implicar contaminación en el medio ambiente y que, además, «generan residuos». Esto último es el principal objetivo de investigación actual porque «cuando generas un residuo estás perdiendo dinero, porque tienes que tirar parte de tus materias primas», así que la pretensión es encontrar la forma de aprovechar todo lo que se genera para desarrollar «ese concepto que está ahora de moda de economía circular para no perder nada», destaca Ortiz Sainz de Aja.

Respecto a si los planes de Lifthium Energy de levantar hasta tres fábricas los próximos años en España y Portugal de hidróxido de litio verde son viables o, por el contrario, demasiado ambiciosos, el químico no tiene una respuesta clara, aunque tampoco le parece descabellado. «La demanda va a depender del mercado y de cómo evolucione a nivel mundial toda la transformación del parque de automóviles, Europa se ha marcado objetivos muy claros al respecto y en diez años como mucho habrá un cambio total». De hecho, la prueba de la buena perspectiva del sector es que esa alta inversión de 500 millones responde al «gran volumen de producción que quieren alcanzar», muy alejada de los 60 millones que implicó la planta que tienen actualmente en funcionamiento en Barreda y que también se debe, dice, a que «deben querer que la energía sea lo más verde posible y eso requiere mucho esfuerzo económico».