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Troquelmain XXI ha recuperado terreno después del bache sufrido el año pasado que obligó a la compañía a ser declarada en concurso de acreedores en julio. La sociedad vinculada al grupo catalán Dover y que, en definitiva, fue la empresa que compró la extinta ... Candemat en agosto de 2013 después de que la firma enclavada en el Polígono de La Cerrada (Camargo) atravesara desde 2007 un largo y tortuoso procedimiento tras declarar igualmente su insolvencia y posterior quiebra, se encuentra actualmente a «plena capacidad productiva», tal y como aseguran desde la Dirección.
Con esta situación, la organización confía en levantar el concurso en «la segunda mitad del año» después de poder pactar un plan de viabilidad en la Junta de Acreedores, una hoja de ruta que todavía no está definida y para la que se manejan dos escenarios en función de las previsiones comerciales.
En todo caso, «la primera mitad de año está cubierta», aseguran desde Troquelmain XXI, para destacar que «nos están apoyando los clientes, mientras que los trabajadores también están tranquilos». De hecho, la plantilla está al día en cuanto a los cobros, incluida la última paga extra de diciembre, destacan desde la sociedad. La organización dedicada a la matricería para la fabricación de piezas destinadas al sector de la automoción conserva sus facultades de gestión y disposición de su patrimonio, pero sometidas a la intervención de dos administradores concursales: Juan Carlos Sánchez Girón, como principal; y Santiago Ruiz Asenjo, como auxiliar. Ambos son profundos conocedores del sector, ya que fueron los que precisamente pilotaron el concurso de Candemat, cuya liquidación efectiva se rubricó en 2017 a pesar de la venta de la unidad productiva a Dover tiempo atrás.
La empresa tiene dos plantas, la mencionada de Camargo y una en Bilbao adquirida en 2017, una inversión considerada como estratégica para poder hacer frente al ritmo de pedidos que entraban en la factoría pero que se topó igualmente con una caída de actividad en el sector. Un parón en la facturación que pilló a contrapié a la corporación. A día de hoy tiene cerca de 190 trabajadores en su complejo de Maliaño y 75 en el País Vasco.
En esta mejora de la situación, a pesar de la «incertidumbre» en el sector de la automoción a raíz de la irrupción del vehículo eléctrico, ha sido clave el «apoyo de los clientes» como Gestamp o Matrici, mientras se mantienen conversaciones «muy calientes» con otras firmas de automóviles.
¿Cómo llegó la firma a concurso de acreedores? Según informó la Dirección en 2018, por «dos calamidades». A saber, una previsión bastante importante de lanzamientos de vehículos que finalmente se vio frenada ante las dudas respecto a la movilidad futura. Un parón que coincidió en el tiempo con el plan de expansión acometido en Bilbao, una actuación que iba a permitir operar con troqueles grandes, de cinco metros, algo que en Maliaño era imposible. Una inversión «muy potente» -se asumió igualmente la deuda de la firma recién absorbida- a la que acompañó «un valle de un año» en la producción.
265 trabajadores tiene aproximadamente la empresa entre sus dos plantas, 170 empleados en la fábrica de Maliaño.
265 Un sector con dudas
265 La matricera camarguesa se vio 'atrapada' en el parón de la automoción ante el futuro del vehículo eléctrico tras hacer un esfuerzo de expansión.
265 Piezas más grandes
265 La planta adquirida en Bilbao permite a la compañía operar con troqueles más grandes, algo que no podía hacer en el complejo cántabro.
265 Meta, segundo semestre
Desde la organización confían en poder levantar el concurso de acreedores durante la segunda mitad de 2019 Como primer paso, Troquelmain XXI debe pactar un plan de viabilidad en la Junta de Acreedores.
Como 'puntilla' para derivar en el concurso, la matricera es una empresa muy joven, por lo que no dio tiempo a hacer pulmón financiero y solventar el problema.
La deuda, admitió la compañía tras la declaración del concurso, era «grande», especialmente con entidades financieras, aunque se empezó a hablar con los acreedores desde el primer momento para pactar un convenio y consiguiente plan de viabilidad que permitiera digerir esas obligaciones. El procedimiento, en todo caso, fue planteado como un concurso de continuidad, objetivo que parece se alcanzará a tenor del desarrollo de la actividad.
El Instituto de Finanzas de Cantabria (ICAF) aprobó en marzo de 2017 una línea de crédito de 1,5 millones y tres años de vencimiento desde su formalización.
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