Secciones
Servicios
Destacamos
Aspla cumple hoy 29 jornadas de huelga. Un largo conflicto con un desgaste evidente tanto para los trabajadores como para la propia compañía, con una perspectiva de negocio en febrero próxima a las 13.000 toneladas de las cuales sólo podrá servir entre 2. ... 500 y 3.000. Un bloqueo en la actividad ordinaria a costa del convenio colectivo y la distancia entre las pretensiones de la plantilla de no perder poder adquisitivo y el planteamiento de la organización, buque insignia del Grupo Armando Álvarez, que otea un contexto de desafíos e incertidumbre que reducirá notablemente los márgenes de rentabilidad. En otras palabras, la tendencia del sector no favorece una mayor consolidación de unos costes fijos elevados que ya están notablemente por encima de la media de la industria química.
Como último palo en la rueda, el impuesto al plástico de un sólo uso, que de entrada amenaza a cerca de 55.000 toneladas anuales de Aspla en España, aunque la empresa trabaja para reducir esa influencia. No obstante, el coste inicial es claro: en el entorno de los 25 millones. Pese a todo, Ernesto Sánchez Lastra y José María Roncal, director y responsable de Recursos Humanos de la empresa, respectivamente, insisten en que su última propuesta es favorable para la plantilla, además de no ocultar el impacto de la huelga, con líneas de negocio que se perderán y serán difícilmente recuperables.
-El viernes acabó una nueva mediación sin avances y con el comité encerrado en el Organismo de Resolución Extrajudicial de Conflictos Laborales (Orecla). ¿Cómo ve Aspla la situación?
-JMR. Llevamos 28 días de huelga (hoy 29), 25 reuniones y casi 11 meses de negociación. Parece que las posiciones se han enquistado y que cada una de las representaciones tiene una posición más firme. La huelga lo único que ha hecho ha sido reafirmar esa posición. El proceso negociador ha llegado a un momento francamente complicado.
-¿Por qué no se ha podido llegar a un acuerdo antes de que la problemática derivase en la huelga actual?
-JMR. Es una pregunta compleja. Si hubiéramos tenido la solución hace unos meses la hubiésemos puesto encima de la mesa. La situación socioeconómica actual tampoco lo ha favorecido. Hemos analizado el convenio anterior de Aspla para entender la situación en la que estamos. Fue un convenio de estabilidad por cinco años y francamente interesante. A la empresa le dio estabilidad y a los trabajadores buenas condiciones. De hecho, en tablas estuvo un 5,2% por encima de la inflación, así como una cláusula añadida del 1,7% sujeta a resultados. Partíamos entonces de unas buenas condiciones para empezar a negociar. Por eso nos ha sorprendido la posición del comité al iniciar el proceso.
-Ustedes insisten en que los salarios de Aspla mejoran un 50% la media del sector químico. ¿Cuál es esa media sectorial?
-JMR. Se ha generado mucha polémica por este tema. Tenemos un convenio propio, frente al Convenio Nacional de Industrias Químicas. Afirmamos que estamos un 50% por encima del sector, aproximadamente, en función del grupo profesional, algo que es cierto. Hay ocho grupos profesionales. Si cogemos un Grupo II, un operario de fabricación, según el convenio nacional percibiría 21.000 euros, el nuestro 34.932. Entre Grupo II, Grupo III y Grupo IV estaría el 80% de nuestra plantilla. Un Grupo III cobraría 22.625 euros, en Aspla 35.841. Un Grupo IV estaría en 25.123 en el sector; en nuestro caso 39.336. Son tablas a proceso continuo, trabajar los fines de semana. Obviamente, no está incluida la última oferta para el nuevo convenio.
-¿Qué responsabilidad se atribuye la empresa en una huelga que va camino del mes?
-JMR. Es difícil de decir, porque entonces lo hubiéramos corregido. Creo que hay varios factores que han dificultado la negociación. Uno es la fragmentación del comité, con cuatro sindicatos, lo que dificulta los acuerdos. Tampoco favorece que la primera petición superara el 20% de media de subida, en un convenio planteado por un año. Además, se nos solicitan 18 peticiones más que no se valoran. No parece fácil un acuerdo con ese punto de partida. Creo que no favorece tampoco que en el acta 20 tuviéramos todavía dos peticiones distintas, una de SITA-USO y otra de CC OO, UGT y SUC. No sabes a quién contestar. Luego, sobre el anterior convenio, hemos tenido cuatro demandas judiciales sobre interpretación del mismo. Como complemento, un entorno complejo. En ningún caso nuestra propuesta es restrictiva, como muestra en 2022 ofertamos un incremento del 5,7%, exactamente la evolución del IPC.
-Pero esos son factores externos a la compañía, ¿acaso sostiene que Aspla no ha hecho nada mal?
-JMR. Eso sonaría presuntuoso. Entiendo que no he sido capaz de convencerles de estos factores.
-Hay un elemento llamativo en el conflicto que ha ido emergiendo con el paso de los días. Las quejas sobre el trato laboral. ¿De dónde viene ese malestar de los empleados?
-JMR. En los últimos años hemos ido acomodándonos a los nuevos tiempos. Creemos que hemos ido adaptándonos en la forma de dirigirnos a la plantilla, con comunicación más directa y transparencia, así como con proximidad. Tenemos un problema con las cafeteras, que no permitimos más de dos trabajadores en ese punto de tránsito. No hay un problema de maltrato por parte de nuestros técnicos. Sobre las quejas por la distancia del aparcamiento en Reocín y que se mojan cuando llueve, invito a cualquiera a que vaya a visitar nuestras instalaciones. No hay más distancia que la que pueda haber en un aparcamiento de un centro comercial hasta los tornos. En cuanto a las parrillas -el calendario de turnos de trabajo y descanso en el personal de producción-, nuestro modelo es habitual. Están negociadas y firmadas por el comité anualmente y se fijan por todo el año, lo que también es aventurar la situación en este contexto de inestabilidad. La discusión está en que al comité le gustaría que hubiera más descanso en fines de semana.
Impacto de la huelga «Teníamos previsto servir 13.000 toneladas en febrero; entregaremos 3.000 ya en depósito»
Riesgos futuros «Nos preocupa más la caída de nuevas líneas de negocio al perder nuestro prestigio»
Políticos en protestas «Queremos solucionar el conflicto en casa; no nos gusta vernos señalados»
-¿En cuánto cuantifican económicamente la diferencia entre el 100% del IPC que pide el comité y el 75% que garantiza Aspla, por ejemplo para 2023 con una inflación estimada entre el tres y el cuatro por ciento?
-JMR. Tiene un valor porcentual. En nuestra propuesta para 2023 el crecimiento salarial es del 2,7%. Es difícil prever el IPC de 2023. También hay que considerar el salario del que partimos. Nuestro 75% no está sujeto a resultados, lo que consideramos muy interesante. Sólo el 5% de los convenios firmados tiene cláusulas de retroactividad y sólo el 15% de revisión. Nuestra oferta está ya en el 80% de las mejoras ofertas del mercado para 2022 y 2023.
-¿Y a partir de esa oferta no han podido acercar un acuerdo?
-JMR. Cada vez que nos hemos reunido en el Orecla la empresa ha modificado su oferta. El viernes la empresa recortó dos aspectos relacionados con la estabilidad. Hemos retirado las jubilaciones acordadas con el comité para que el trabajador pueda decidir si se jubila o no. También la ultraactividad, que establecía un periodo de un año y lo habíamos ampliado a seis meses.
-Entonces entiendo que han empeorado su propuesta.
-JMR. Mantenemos la propuesta económica en los mismos términos. Retiramos dos aspectos que entendemos que no tienen sentido.
-El comité habla de un beneficio récord de 24 millones. Ustedes también de unas inversiones de 112 millones en los últimos años. ¿Qué porcentaje de los beneficios reinvierte Aspla en sus fábricas?
-JMR. En los últimos años, por ejemplo los cinco de convenio. ¿Qué hace el accionista de nuestra compañía con sus beneficios? Reinvertirlos en instalaciones, mejoras, personas... Si cogemos el periodo del último convenio, se han obtenido 92 millones brutos y se han invertido 96. Más de lo que se ha ganado.
-ESL. En un sector como el nuestro, cuando apuestas por nuevas líneas de negocio, necesitas contar con tecnología puntera. Hemos construido una nueva fábrica en Reocín para abordar mercados donde Aspla no estaba tan presente, en especial alimentación, higiene y farma. Esto ha elevado la actividad y el aumento de la plantilla, con 153 puestos en los últimos años.
-¿Qué opinan de la demanda de USO por la retirada de servicios mínimos y el uso de personal de ETT?
-JMR. De momento la conocemos por prensa. El jueves vino la Inspección de Trabajo a visitar las instalaciones y a hablar con el personal de forma individual viendo cada situación. Creo que la labor inspectora fue rápida y profunda. Son contratos vigentes y personal fijo. Se produce una cierta contradicción, pues el comité dice que la fábrica sigue parada y luego denuncia porque gente entra a trabajar. Sobre los servicios mínimos, primero mantuvimos las instalaciones con máquinas en tensión, pues determinadas líneas necesitan este estado para arrancar más rápido. Cuando el conflicto se alarga decidimos quitar tensión. En ese momento los servicios mínimos no tienen sentido y pusimos el mismo modelo que en paradas programadas. Inmediatamente lo comunicamos al comité.
-¿Pueden hacer eso en mitad de una huelga
-JMR. Entiendo que sí.
-¿Han perdido ya clientes por la huelga?
-ESL. En febrero vamos a tener repercusiones importantes. Sobre todo nos preocupa la caída de ventas del siguiente trimestre. Fabricamos en torno a las 100.000 toneladas anuales, con una media mensual de unas 9.000. Vamos a poder vender unas 2.500 con material estocado o que clientes tenían ya en depósito. Los clientes tienen obligación de no parar sus líneas, lo que les lleva a recurrir a nuestra competencia.
-¿Tienen clientes que les hayan dado un ultimátum?
-ESL. Algunos sí. Es algo lógico. Hacemos productos a medida. El daño es importante. No me preocupa tanto la caída de pedidos, sino la de líneas de negocio. Hemos apostado por líneas que nos han permitido aumentar la actividad. La realidad es que tenemos productos de campaña. En febrero íbamos a servir 13.000 toneladas. Si pierdes la campaña pierdes también tu nombre y prestigio. Los daños no son fáciles de estimar a día de hoy. Sobre todo, el potencial de crecimiento de esas líneas. Aspla es líder del mercado, pero nuestras inversiones, costes y amortizaciones son muy superiores a la media.
-¿Qué le parece el papel de algunos políticos como el alcalde de Torrelavega o el vicepresidente regional acudiendo a las manifestaciones contra ustedes?
-JMR. Queremos tener la negociación en el ámbito que nos corresponde, en el de la empresa. Evidentemente, no nos gusta vernos señalados. Nos gusta solucionar las cosas en casa. Todo el mundo es bienvenido.
-¿Hay riesgo de que Aspla se marche fuera de Cantabria?
-JMR. Las decisiones de inversión de todo un grupo industrial no se toman a la ligera. Están sujetas a muchísimos factores. Desde Torrelavega hemos sido capaces de lograr lo que hemos conseguido en los últimos años. Hay un componente emocional, nuestro presidente -José Ramón Álvarez- se siente empresario cántabro, lo que se demuestra con las últimas inversiones.
– ¿Qué impacto tendrá la huelga en las cuentas de Aspla y en la comarca de Torrelavega?
–ESL. Cuesta mucho levantar negocios y poco echarlos abajo. Las consecuencias comerciales y estratégicas habrá que verlas cuando esto pase para ver qué queda en pie y qué podemos reconstruir. El impacto lo veremos en breve. Ya hemos dicho que vamos a sacar en febrero 3.000 de 13.000 toneladas. Aún no se puede valorar de cara al futuro.
–¿Está el Grupo compensando la producción con otros centros?
–ESL. Nos hemos especializado en líneas de producto que no se pueden hacer en otros sitios. Aspla es la empresa que más fabrica del Grupo, que tiene un abanico muy diversificado. Las plantas están especializadas. La competencia lo está aprovechando. Un 45% de nuestra producción es exportación. Los clientes se buscan la vida con otros proveedores, presentes o nuevos.
–¿Va a tener que hacer despidos Aspla tras la huelga?
–JMR. Sería precipitado. Tenemos que empezar a trabajar y valorar el impacto en el mercado. No cabe duda de que nuestro volumen de plantilla está ligado a la actividad.
–¿Tienen cuantificado el impacto al impuesto al plástico introducido en enero?
–ESL. Los costes energéticos nos han subido un 80%. A esto se añaden los problemas logísticos y de materias primas. Sobre el impuesto, el 55% de nuestra producción está amenazada. Son 450 euros por tonelada sobre cerca de 55.000 toneladas. Trabajamos para reducir este porcentaje, pero hay líneas como la de farma que no permiten introducir material reciclado. Nuestra competencia extranjera no tiene este impuesto.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.