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La insistencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en plantear varios cara a cara con el candidato del PP a las generales, Alberto Núñez Feijóo, antes del 23-J va camino de caer en saco roto. El presidente de los populares descarta prestarse a los ... seis a los que le reta su rival y ha propuesto, por ahora, un formato en el que también participe la cabeza de lista de Sumar, Yolanda Díaz –sin la presencia de Vox–, porque, a su entender, ella y Sánchez representan «una coalición explícita». Además, se ha mostrado favorable a otro encuentro con el resto de fuerzas políticas en el que estén también ERC y Bildu por el «protagonismo» que han tenido en esta legislatura los conflictivos socios de la Moncloa. Una propuesta que desde Ferraz califican de «excéntrica».
Lo cierto es que, mientras se enredan en una discusión bizantina por el fondo y la forma, tanto el líder de los populares como la vicepresidenta segunda –que sí es partidaria de invitar a los de Santiago Abascal al plató donde se organice la cita– han propuesto regular por ley los debates electorales y las «condiciones» en que se deben celebrar.
De producirse, sería algo inédito desde la Transición. Aunque ver a los candidatos debatiendo en televisión –pública o privada– se ha convertido en una estampa típica de las campañas, la ley electoral española no recoge la obligatoriedad de celebrar este tipo de encuentros. Al menos a nivel nacional, porque hay tres comunidades autónomas que sí lo hacen mandatorio en el caso de los comicios autonómicos: la Región de Murcia (desde 2015), Castilla y León y el País Vasco (ambas a partir de 2016).
En Europa, donde los debates también forman parte de la tradición electoral desde que en Suecia se celebrara el primero televisado en 1958 (dos años antes que el mítico cara a cara entre Richard Nixon y John F. Kennedy en Estados Unidos), tampoco existe una regulación al respecto y su organización se suele manejar bajo la consigna no escrita de que todos los partidos con representación parlamentaria tienen derecho, pero ninguno obligación de acudir.
Solo Croacia y Ucrania han desarrollado una legislación concreta al respecto. En el primero, cada medio puede organizar un debate durante la campaña de las elecciones parlamentarias. Mientras que en el segundo –los ucranianos aún no son miembros de la comunidad europea– sí se contempla la obligatoriedad del debate electoral desde 1999. Algo similar sucede al otro lado del Atlántico. En México deben organizarse dos debates, mientras que la ley electoral en Argentina recoge sanciones para los candidatos que rechacen participar en ellos..
Ariete contra el rival
Más allá de la regulación, y mientras se consensúa una fórmula, en España se está utilizando esta discusión como ariete contra el rival. Los socialistas atribuyen la postura del líder gallego a un supuesto «miedo»; y en esta fase de la precampaña el propio Sánchez está azuzando la negativa de Feijóo a participar en un debate a dos. «Para Feijóo, los debates son como los gimnasios en enero: uno se apunta pero nunca va», afirmó la semana pasada. «Son como los ajos para los vampiros», insistió este domingo.
Aunque el nombre de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, no estará en las planchas del PSOE para el 23-J, sí se está bregando en los actos de su partido. Este domingo propuso un nuevo debate entre ella y «la persona que dirigirá las políticas económicas de un eventual Gobierno PP-Vox». «¿Cuál es su propuesta alternativa, señor Feijóo? ¿Cuáles son esas reformas profundas y valientes que usted dice que va a poner en marcha? ¿Qué va a hacer con las pensiones?», interpeló al líder de los populares.
Díaz, paralelamente, aseguró que es una «defensora a ultranza» de los debates electorales porque «tienen interés frente al ruido» que, según la líder gallega, suele imperar en campaña. Por ello es partidaria de una regulación que permita organizarlos para que las diferentes candidaturas puedan esbozar sus propuestas de cara al electorado.
La vicepresidenta ya confirmó que participará en cuantos debaten existan «sin exclusión» y que no le parece adecuado que se plateen un 'cara a cara' entre «dos hombres» porque eso no representa al país».
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