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Silvia Cantera
Martes, 8 de agosto 2023, 16:13
Daniel Sancho ha ingresado este lunes en la cárcel por el asesinato y desmembramiento de Edwin Arrieta, un cirujano colombiano de 44 años. Los hechos ocurrieron en Tailandia, por lo que el hijo del actor Rodolfo Sancho será juzgado en este país, con una legislación ... bastante más severa que la española. Las cárceles también son mucho más duras que en Europa.
Los primeros diez días en el penal de Samui los pasará solo. Cumpliendo con el protocolo covid, tiene que estar en cuarentena en el inicio de su estancia en prisión. Nada que ver con esa cena con los policías en un hotel de lujo a la que hizo referencia en una entrevista en Telecinco y de la que tanto se ha hablado. Eso sí, el centro penitenciario en el que ha ingresado no es el peor del país en cuanto a masificación y se considera 'amable' dentro del sistema de prisiones tailandés.
El día en la cárcel de Samui comienza a las seis de la mañana a golpe de silbato. Es hora del primer recuento. Los cerca de 800 presos que comparten celda con hasta 45 personas tienen que presentarse ante las autoridades. No pasarán por una de las 16 duchas que tienen que compartir hasta tres horas más tarde. Únicamente están disponibles en dos franjas horarias, por lo que las 'peleas' y las dificultades por cuidar la higiene personal son una constante.
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A las 8 de la mañana, antes de tomar el desayuno, es hora de escuchar el himno de Tailandia, que resuena por los altavoces. En ese momento también abre sus puertas la tienda de prisión, que vende, entre otras cosas, productos básicos de aseo. Además de jabón, se demandan mucho los utensilios para afeitarse, ya que es un requisito indispensable presentarse ante el juez sin barba.
Las visitas están permitidas, pero Daniel Sancho no podrá ver a su familia hasta que pasen los diez días del protocolo establecido. Dos reclusos cuentan que ni siquiera tienen camas. Explican su situación en el portal tailandés de noticias sobre Koh Phangan, según recoge el diario 'Abc'. «Hay un máximo de tres mantas por persona y con ellas tienes que hacer el colchón y la almohada y taparte».
La hora del desayuno llega después del segundo recuento. El menú varía más bien poco. Consiste en arroz y huesos de pollo. «A veces tienes suerte y encuentras algún resto de pollo aún pegado a los huesos», explica otro de los reos. Al menos durante el almuerzo pueden variar la dieta a su antojo, ya que tienen permitido pedir comida al exterior.
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Por las tardes los presos se dedican a leer y a hacer algo de ejercicio con unos bloques de cemento y unas barras. Tienen una televisión común, pero con restricciones. Únicamente pueden ver programas tailandeses que hayan sido previamente descargados con un USB, para que los funcionarios revisen que no se esté emitiendo nada indeseado. De vez en cuando pueden disfrutar de alguna película.
Por la cena, un déjà vu. El arroz y los huesos de pollo vuelven al plato. A las nueve de la noche, silencio. Es hora de dormir, quien pueda. Ya que las bombillas de la prisión nunca se apagan.
Toca esperar a que llegue el juicio. Tailandia es un país con una legislación muy severa. Allí está vigente la pena de muerte y no se descarta que Daniel Sancho pueda recibir esta condena, en caso de ser declarado culpable. Hay otros dos castigos posibles cuando se juzga un crimen en este país: cadena perpetua o a pasar en prisión entre 15 y 20 años.
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