

Secciones
Servicios
Destacamos
Harvard se ha convertido en el buque insignia de la resistencia contra las particulares políticas conservadoras de Donald Trump en Educación. Se trata de una ... de las sesenta universidades de Estados Unidos a las que el Gobierno apercibió a principios de marzo de la posible aplicación de sanciones con el argumento de proteger a los estudiantes judíos de la campaña de protestas propalestinas y de los casos de antisemistismo desatados por la guerra en Gaza. Evidentemente, hay más trasfondo, pero Harvard tiene una dimensión propia. Representa al coloso elitista del conocimiento y, a la vez, es símbolo del tipo de progresismo que duele a los populistas. Por eso, EE UU, pero sobre todo su clase dominante, observan con sumo interés esta lucha de gigantes.
En el origen de las universidades estadounidenses históricas está presente el ADN del protestantismo, el catolicismo y el judaísmo. En 1922, el entonces presidente de Harvard mostró su preocupación por el creciente número de alumnos hebreos en sus aulas. Y uno de los benefactores le respondió: «Si no hubiéramos admitido judíos, ya habríamos terminado con el antisemitismo». Harvard lo ha visto todo. Se trata de la universidad más rica y antigua del país, De hecho fue fundada en 1636, dieciséis años después de que los Padres Peregrinos cruzasen el océano y desembarcasen del 'Mayflower' en las costas de Massachusetts, Es decir, resulta más anciana que el propio país. Ni siquiera se imprimían libros aún. Comenzó llamándose New College en recuerdo del origen inglés de los pioneros, pero el nombre le duró poco.
A su muerte por tuberculosis, muy común en la época, el clérigo inglés John Harvard donó 779 libras (de aquellas) y 400 libros a la institución y ésta se rebautizó con su apellido. Hoy sería difícil encontrar esos volúmenes si no fuera porque se conservan como un tesoro. La biblioteca supera los 14 millones de libros y 20 millones de artículos. En 2024 retiró uno de ellos: 'Los destinos del alma', del escritor francés Arsène Houssay. Su propietario, un médico galo, lo había encuadernado con la piel de un cadáver antes de donarlo en 1934.
La universidad se recicla generación tras generación con los descendientes de antiguos alumnos. Salvo que hayan caído en desgracia, claro. Con un cupo de admisión extraordinariamente bajo -apenas el 3%- posee una dotación económica de 47.206 millones de euros anuales -cifras de 2024-, lo que le abre ilimitadas posibilidades para contratar a los mejores profesores e investigadores, o de permitirse invertir grandes sumas en estudios científicos. Es una obsesión americana: no faltan en la novela, el cine o los medios de comunicación continuas referencias a este centro, para rechinar de dientes de Damouth, Princeton o Cornell. Tampoco, que se sepa, nadie ha tenido falta de empleo o de contactos de alto nivel tras recibir el título. Siempre hay una alfombra roja para un alumno de Harvard.
La otra razón del culto a esta institución es la enorme lista de celebridades y personalidades que ha dado. Ha formado a 161 premios Nobel. A economistas como Galbraith y literatos como T. S. Elliot, que impartieron clase en sus aulas; a la astrónoma Williamina Fleming, una pionera descubridora de más de 300 estrellas, al inolvidable científico Carl Sagan o a los oligarcas de la tecnología Bill Gates y Mark Zuckerberg. Ya lo vieron venir: en sus clases se creó la primera calculadora en los años 40.
También ha acogido a una amplia galería de presidentes. Ocho: desde John Adams a Barack Obama, sin olvidar a Theodore Roosevelt, Franklin Delano Roosevelt, John F. Kennedy o George W. Bush. ¿Y Trump,? El líder republicano se formó en la Academia Militar de Nueva York y en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania.
Que Al Gore, el actor Matt Damon o la historiadora Drew Gilpin -su primera presidenta, nada menos que en 2007- hayan coincidido en sus aulas resulta sospechoso para el trumpismo. Todos ellos son epítomes de esa popularidad que ha ganado Harvard como institución progresista, feminista y de tendencia socialista. Es decir, todo lo que odia el ultraconservadurismo que impregna las salas de la Casa Blanca.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.