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I. Ugalde
Martes, 14 de febrero 2023, 20:25
La Casa Blanca ha reconocido este martes que carece de pruebas para vincular a China con tres de las cuatro aeronaves derribadas en la última semana sobre su espacio aéreo. Tan solo la primera, que fue avistada sobre Montana el 2 de febrero y abatida ... dos días más tarde al llegar al Atlántico tras recorrer 3.000 kilómetros de territorio estadounidense, ha sido identificada como un globo-espía de origen chino después de revisar los restos caídos al océano. Los otros tres artilugios destruidos este fin de semana en Alaska, Michigan y Canadá carecían de instrumental electrónico y tampoco disponían de sistema alguno de navegación. De hecho, algunas fuentes apuntaron que se trataría de simples cometas.
El episodio de los globos desconocidos ha causado, en cualquier caso, una psicosis notable a nivel internacional. A los avistamientos denunciados en EE UU, Canadá, Costa Rica y Colombia (en estos dos últimos países, presumiblemente se trataría del mismo artefacto), se sumaron ayer nuevos países. La Fuerza Aérea de Rumanía alertó de la presencia de un objeto no identificado a 11.000 metros de altura sobrevolando el sur del país. Dos aviones MIG-21 salieron en su búsqueda de inmediato, pero no encontraron ni rastro de lo que el Ejército cree que pudiera tratarse en un primer análisis de un aerostato meteorológico.
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Elena Martín López
También Moldavia mantuvo ayer cerrado su espacio aéreo durante tres horas tras el avistamiento de «un pequeño objeto no identificado similar a un globo meteorológico» que más tarde desapareció sin dejar huella. Y Japón volvió a insistir en la presencia de dirigibles sobre su territorio entre 2020 y 2022, el último de ellos un artefacto procedente del mar de China Oriental que surcó los cielos sobre la isla de Kyushu. Incluso el Gobierno de Taiwán terció ayer en esta epidemia de avistamientos, aunque en su caso para desmentir una información publicada por medios occidentales sobre el paso de numerosos globos-espía sobre el país durante los últimos años. El Ministerio de Defensa negó este extremo y explicó que los únicos aerostatos detectados «en los alrededores de Taiwán» han sido globos científicos que «flotan libremente en la troposfera y no pueden realizar tareas de Inteligencia».
En Estados Unidos, ha sido el portavoz de Seguridad Nacional, John Kirby, quien ha asegurado este martes en declaraciones a los medios que «no hay ningún indicio» de la participación de Pekín en los últimos tres artefactos derribados. A falta de un análisis de los restos más exhaustivo, Kirby ha añadido que nada sugiere que estos tres objetos estuvieran destinados a recabar información de Inteligencia, a diferencia del caso del globo chino destruido sobre el Atlántico. Es más, la Casa Blanca apunta a que eran artilugos inofensivos y de uso civil, que algunas fuentes traducen en simples cometas. La psicosis generada desde el avistamiento de Montana y la falta de información habrían precipitado las operaciones de derribo.
En el primer caso, el Departamento de Defensa no tiene dudas de que el globo-espía era, en efecto, un aparato destinado a captar comunicaciones e información sensible de carácter militar. Pero tampoco ha añadido muchos más datos. El FBI, por ejemplo, ha confirmado que la mayoría de los dispositivos electrónicos de la barquilla se encuentran diseminados en el fondo del océano y será difícil recuperarlos, pese a los esfuerzos de la Marina por conseguirlo. Los investigadores consideran que se trata de una «prioridad absoluta», ya que permitiría averiguar qué tipo de información era capaz de recoger el artilugio y si incorporaba tecnología estadounidense o de otras empresas occidentales.
La obtención de respuestas está siendo una misión un tanto difícil, como ha reconocido el propio Kirby ya que algunos de los objetos se habrían precipitado a zonas de difícil acceso. En cualquier caso, el portavoz de la Casa Blanca ha preferido no especular con la posibilidad de que nunca lleguen a recuperarse y ha defendido que las autoridades hacen «todo lo que pueden» para localizarlos.
Pekín confirmó en su momento que el dirigible era suyo, pero alegó que sólo tenía fines científicos y no de espionaje. Washington, sin embargo, sí afirmó que el aerostato derribado sobre el océano Atlántico tras cruzarse todo el continente tenía una clara función de obtener datos de inteligencia ya que estaba dotado de sensores y antenas. El Gobierno de Xi Jinping, por su parte, ha devuelto las acusaciones y ha asegurado que globos de Estados Unidos han violado en más de una decena de ocasiones en el último año el espacio aéreo del gigante asiático, algo que Washington ha negado con rotundidad.
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El derribo de estas aeronaves ha generado ahora dos derivadas que amenazan con agravar la polémica. La primera pasa por contener las teorías disparatadas en torno a estos dirigibles (incluida la hipótesis ovni) y la segunda, determinar cómo encarrilar una alarma que tiene a miles de estadounidenses escrutando el cielo y denunciando el avistamiento de aparatos sospechosos.
Otro asunto, si cabe más peliagudo, es la propia seguridad de estas operaciones. Y si una falsa alarma resulta suficiente para desencadenarla dadas sus posibles consecuencias. Porque el Pentagono ha reconocido que dos F-16 fueron enviados este domingo a interceptar el globo detectado sobre el lago Huron, pero uno de ellos falló el tiro y obligó a disparar un segundo cohete, que sí acertó en el blanco. Al parecer, el sensor infrarrojo del proyectil, cuyo coste asciende a 400.000 euros, no detectó al aerostato y «aterrizó sin causar daño» en el agua.
«Sí, el primer disparo falló», ha admitido el máximo responsable del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, en una comparecencia donde ha sido interpelado por el derribo y los riesgos que entraña un operativo de este estilo. Milley ha enfatizado que este es uno de los motivos, junto con la caída de fragmentos, por los que la Fuerza Aérea solo puede intervenir cuando los «objetos no identificados» vuelan sobre el mar o áreas despobladas y ha subrayado que, precisamente por eso, se trata de operaciones que no se toman a la ligera.
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