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Aunque Donald Trump no toma posesión hasta enero, ha comenzado a hacer anuncios de medidas que influyen poderosamente en la economía mundial. Su reciente amenaza de imponer aranceles a México, Canadá y China fragmentaría todavía más un mercado global deshilachado. La Unión Europea se prepara ... para ser la siguiente en recibir un recado semejante de Estados Unidos.
Los dirigentes de los países afectados por la puesta en práctica del eslogan trumpista 'America First' se hacen la misma pregunta: cómo gestionar la relación con un enemigo del multilateralismo y la diplomacia, contrario a la idea de que dos países pueden comerciar sin que necesariamente gane uno y pierda el otro.
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El primer mandato de Trump ofrece algunas lecciones valiosas. Lo importante es lo que haga, no lo que diga. La agresividad excesiva y la retórica apocalíptica que emplea con frecuencia es teatro para su galería y luego puede haber sitio para negociar. Pero a la vista de las promesas de la campaña, el segundo mandato pinta peor. Por eso, a la hora de responder a Trump, habría que consultar un manual de instrucciones peculiar, su libro 'El arte de la transacción'. Se trata de un best-seller que publicó en 1987 y que recoge varias conversaciones en las que relata sus éxitos empresariales y pasa por alto quiebras y fraudes. Trump confiesa «apunto muy alto y empujo, empujo hasta conseguirlo». También comparte que «la mayor parte de las personas tienen miedo del éxito, de ganar, de tomar decisiones». La finalidad que persigue en todas sus actuaciones es disfrutar, conseguir la victoria, vencer. Explica que no siempre ha seguido las reglas y admite que ha tenido problemas con las autoridades.
Esta es la mentalidad con la que abordará las relaciones comerciales con terceros países. Hace unos días hemos visto cómo México le cogía la medida y respondía con firmeza a su amenaza de aranceles, en abierta contradicción con el tratado de libre comercio vigente en Norteamérica. Tras una llamada telefónica con la presidenta Claudia Sheinbaum, Trump ha dicho que la conversación «ha sido maravillosa» y ha empezado a adoptar un tono menos duro. En contraste, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, se ha arrogado la condición de portavoz de la UE, y ha dicho en una entrevista que Bruselas debe comprar mercancías estadounidenses. En vez de anunciar represalias comerciales, mejor plegarse ante Trump. La misma Lagarde había calificado hace poco al nuevo presidente como una amenaza. Haría bien en dedicarse solo a la política monetaria. ¿No hay nadie más en el puente de mando europeo?
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