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El sueño de todo publicista hecho realidad: que un presidente de EE UU haga una comparecencia pública con todos tus productos como telón de fondo. ... Y encima gratis. Es lo que logró ayer Elon Musk, que invadió la Casa Blanca con una flota de Teslas, entre ellos el controvertido Cybertruck que tantos disgustos está dando a sus usuarios por sus repetidos fallos mecánicos. Y delante de ellos estaba, además del magnate y uno de sus hijos, Donald Trump, el líder de una de las mayores potencias mundiales, hablando de la tregua de 30 días firmada con Ucrania como si fuera el vendedor de un concesionario de coches. Se ve que en esta era del 'Make America Great Again', todo es posible.
De nuevo, el mundo asistió de nuevo a una puesta en escena de lo más surrealista con Musk y Trump como protagonistas tras la estrambótica firma del decreto que aceleraba los recortes en la Administración de EE UU. Imborrable la imagen de uno de los hijos pequeños del multimillonario estadounidense convirtiendo el Despacho Oval en su particular jardín de infancia. Precisamente X AE A-XII, de tan sólo 4 años y con un nombre que parece el de un modelo de Tesla, volvió a repetir como invitado de honor en el mercadillo que su padre había montado en el pórtico sur de la Casa Blanca.
Y, claro, al final con tanto coche eléctrico puesto a su disposición, el presidente de EE UU picó y prometió a su amigo, reconvertido en uno de sus principales asesores gubernamentales, comprarle uno «como muestra de confianza y apoyo a Elon Musk, un estadounidense grande de verdad». Una forma de demostrarle su simpatía ante el preocupante descenso de popularidad de la marca estadounidense en el mercado global por sus cada vez más frecuentes fallos mecánicos y la creciente impopularidad de su dueño tras impulsar los recortes en la Administración y su apoyo público a grupos de ultraderecha.
«Dije, 'sabes, Elon, no me gusta lo que te está pasando, y Tesla es una gran empresa'», señaló el republicano a Musk, frente a un enorme sedan rojo. «Nunca me ha pedido nada y él ha construido una gran compañía, no debería ser penalizado porque es un patriota», prosiguió Donald Trump ensalzando la carrera empresarial de su amigo. Este descarado apoyo público de un presidente de EE UU a uno de sus donantes constituye un nuevo hecho sin precedentes en la política del país norteamericano.
No parece casualidad que este acto de promoción se produzca en medio de una fuerte caída bursátil por la política arancelaria de Trump, cuando el lunes las acciones de Tesla cayeron más de un 15% en Wall Street. Un batacazo financiero que parece no desanimar a Musk, que ayer prometió que duplicará la producción de coches eléctricos dentro de sus fronteras en un plazo de dos años «como un acto de fe en EE UU».
Desde su regreso a la Casa Blanca, a fines de enero, Trump ha confiado al empresario la tarea de recortar el gasto del gobierno federal al mando del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés). Pero la controvertida estrategia se ha topado con protestas de sindicatos, funcionarios y ciudadanos, además del rechazo de algunos legisladores y decisiones judiciales contrarias.
El protagonismo de Musk en la política estadounidense parece estar alejando de Tesla a los inversores, que temen un rechazo de los consumidores por la cercanía de su fundador con Trump y grupos de extrema derecha en Europa. Usuarios insatisfechos de Tesla incluso han pegado calcomanías a sus autos para aclarar que los compraron «antes que Elon se volviera loco».
Consultado por un periodista sobre si deberían ser «etiquetados como terroristas domésticos», Trump respondió: «Lo haré». «Lo hacen a Tesla y lo hacen a cualquier compañía, vamos a atraparlos y van a atravesar un infierno», agregó.
El martes temprano Trump ya salió en defensa de su aliado y cercano asesor. El magnate destacó que Musk «está 'arriesgándolo todo' para ayudar a nuestra nación, ¡y está haciendo un TRABAJO FANTÁSTICO!». «¿Por qué debería ser castigado por poner su tremenda capacidad a trabajar para ayudar a HACER ESTADOS UNIDOS GRANDES DE NUEVO?», se preguntó el presidente.
Trump acusó a «lunáticos de izquierda radical» de intentar «boicotear ilegalmente a Tesla, uno de los mayores fabricantes de autos del mundo y el bebé de Elon». Según el republicano, esos ataques solamente buscan «hacerle daño a Elon y a todo por lo que lucha». Musk, la persona más rica del mundo, agradeció al presidente su apoyo en una publicación en su plataforma X.
Si bien Musk goza de la confianza total de Trump, las encuestas muestran que el multimillonario tecnológico es profundamente impopular entre los ciudadanos estadounidenses comunes. Sus recortes presupuestarios ya provocan choques furiosos entre legisladores y políticos republicanos con sus electores en distintos estados y ayuntamientos.
Tesla también ha visto caer sus ventas en toda Europa en las últimas semanas tras el controvertido apoyo de Musk a grupos de extrema derecha. Esto sobre todo en Alemania, donde expresó respaldo a la AfD durante la reciente campaña electoral de ese país.
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