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La debacle electoral del pasado 5 de noviembre, agudizada por la crisis que ha rematado el perdón del presidente Joe Biden a su hijo Hunter Biden, no ha servido para traer una renovación en el Partido Demócrata. La formación reeligió este martes a su líder ... en el Senado, Chuck Schumer, como si no hubiera pasado nada.
«¿Levantamos el pulgar para la foto?», preguntó el senador neoyorquino al resto de los demócratas elegidos este martes para los principales cargos. «No», atajó con sequedad la senadora de Minnesota Amy Klobuchar, que ha ascendido en la jerarquía del Senado.
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No era momento de celebraciones. En la calle, las bases están indignadas por la desconexión de la campaña de Kamala Harris con los ciudadanos de a pie, que ha permitido a Donald Trump ganar el colegio electoral, el voto popular, las dos cámaras del Congreso y un buen número de gobiernos estatales y otros cargos a lo largo y ancho del país. En los pasillos del Capitolio solo se hablaba de la mancha en el legado de Biden por un perdón que, si bien era entendible desde el punto de vista humano de un padre, el presidente había negado una y otra vez que fuese a otorgarlo.
El Partido Demócrata ha perdido cuatro escaños en el Senado y, con ello, la exigua mayoría que tenía. A partir de enero, los republicanos entrarán en el nuevo Congreso dispuestos a sacar adelante la agenda de Trump, que llega a la Casa Blanca más preparado que nunca. «Trabajaremos con ellos en todo lo que sea posible para obtener soluciones bipartidistas que ayuden a las familias, pero siempre defenderemos nuestros valores», dijo Schumer este martes. El líder demócrata dijo sentirse «honrado» por haber recibido la confianza de sus correligionarios para liderar la Cámara legislativa «en este periodo crucial para la historia del país».
Su elección se celebró a puerta cerrada y resultó también en la reelección de su segundo, el senador de Illinois, Dick Durbin, además de otros cargos para los principales comités. Schumer había admitido que el partido necesita un buen análisis de conciencia para encauzar el rumbo, pero el único sitio donde se anticipa algo de competitividad es en el liderazgo del comité de Supervisión de la Cámara, donde la diputada de 35 años Alexandria Ocasio-Cortez podría ser una aspirante. Eso enfrentaría a las dos corrientes que buscan fórmulas para superar la crisis política. La diputada progresista de Nueva York también ha visto a Trump ganar terreno en su distrito y se hace decir a algunos que el partido ha girado demasiado hacia la izquierda, mientras que otros opinan que de forma insuficiente.
Falta por ver si, más allá de los puestos de gobierno, habrá competitividad en la selección del secretario general de la formación, que ha de dirimirse en febrero. No será un proceso especialmente democrático, sino que recaerá en 448 barones. Aun así, más de lo que ha habido hasta ahora, tras perder las elecciones con una candidata que ni siquiera pasó por las primarias. Entre los aspirantes a dirigir el partido figuran viejos conocidos como el exalcalde de Chicago Rahn Emanuel y el exsenador de Ohio Sherrod Brown, que acaba de perder su escaño, por lo que no se trata precisamente de una oleada de renovación.
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