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El Ministerio británico de Defensa se está enfrentando a decenas de demandas por soldados que sufren enfermedades, en algunos casos con efectos letales, como consecuencia de trabajar en proximidad a productos tóxicos. Despachos de abogados están representando a pilotos de las fuerzas aéreas o a ... miembros de unidades del Ejército de Tierra.
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La publicación esta semana de la noticia del fallecimiento por cáncer de un piloto instructor que adiestró a Guillermo, Príncipe de Gales, cuando operó en unidades de búsqueda y rescate, ha provocado la difusión especial de las circunstancias de la muerte y de sus causas, y el malestar de veteranos y familias por la tardanza de los mandos de la Defensa para reconocer los riesgos a la salud de sus tropas.
Zach Stubbings murió en un asilo para personas cercanas a la muerte. El suyo era un diagnóstico de múltiple mieloma, un cáncer de la médula ósea, que se encuentra en el centro de algunos huesos y produce las células sanguíneas del cuerpo. Se llama múltiple porque pueda afectar a varios órganos del cuerpo. Stubbings tenía 47 años cuando murió hace un mes.
Le habían diagnosticado 10 años de vida tras trabajar como piloto 15 años en la Real Fuerza Aérea. Stubbings y Guillermo, que pasó tres años formándose en la RAF, compartieron ejercicios en helicópteros Sea King. El cáncer del primero se achacó al efecto de humos de cromium que tendrían potencial para causar irritaciones en la respiración, trastornos de la piel y cánceres.
The Times cifra en un centenar el número de soldados que están ya dispuestos a presentar la demanda al Ministerio, y 40 lo habrían hecho ya con la ayuda de abogados especializados. Stubbings tuvo que argumentar durante seis años que su cáncer era consecuencia de los humos tóxicos y fue uno de los cinco primeros militares que lograron el reconocimiento de los mandos.
Tropas que han operado en helicópteros Sea King, Wessex, Puma y Chinook, con diferentes funciones en el Ejército, tienen un resultado común en el efecto que tendrían en sus tripulantes. Han contraído cánceres de pulmón, de garganta, y de testículos. También linfoma de Hodking, que es un cáncer en la sangre. Las familias aseguran que el Ministerio de Defensa conocía los efectos de las emisiones de esos helicópteros hace más de diez años.
Guillermo, futuro rey, optó entre 2010 y 2013 en una base militar, viviendo con su futura esposa, Catalina, en Anglesey, una bella y dura isla en el noroeste del País de Gales. Su unidad especializada en rescates acudía, en turnos de 24 horas, a todos los puntos de la costa británica donde hubiese necesidad de una operación.
La pareja disfrutó en la isla de un tiempo anterior al matrimonio, y viviendo en relativas soledad y libertad. Y el heredero voló 70 horas en Sea Kings para llegar al nivel de los pilotos de la RAF con ese helicóptero, según The Times.
En junio del año pasado, los mandos de la Defensa se enfrentaron a un reto sonado cuando miembros del Regimiento Real de Tanques presentaron una demanda por los efectos que han sufrido como consecuencia de ser sometidos a la toxicidad de la pintura de cromium con la que están revestidos los tanques fabricados en el Reino Unido, y especialmente el Challenger 2; hasta que en 2019 se reconoció el efecto cancerígeno de la pintura utilizada para los tanques y para los vehículos blindados de transporte.
Las reclamaciones de los militares se han extendido a peticiones de compensación por pérdida de oído y padecimiento de tinitus, un ruido interno, sin motivo exterior, que puede tener la forma de un zumbido.
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Ana del Castillo
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