La disuasión nuclear pesa en las finanzas británicas

El Gobierno quiere que las dos ramas, militar y civil, combinen sus conocimientos y recursos para cumplir los objetivos de mantener la disuasión nuclear en el ámbito de la defensa e impulsar la construcción de pequeñas centrales que permitan al Reino Unido tener seguridad energética y reducir a cero las emisiones de dióxido de carbono.

Sunak realizó este el anuncio en Barrow-in-Furness, donde se han construido los submarinos nucleares británicos desde la firma por el Reino Unido y Estados Unidos del Acuerdo de Defensa Mutua, en 1958. Aquella rúbrica iniciaba la cooperación de los dos países sobre la tecnología atómica.

Parte de los 200 millones de euros se invertirán en fomentar a Barrow como centro neurálgico. Promoverán educación con conocimientos para la industria nuclear y mejorarán infraestructuras. La presencia del primer ministro tenía también el objetivo de hacer campaña electoral. En Barrow se eligió un conservador en los comicios de 2019 y su líder quería ayudarle en una circunscripción en la que puede perder su escaño.

A diferencia de lo ocurrido en el pasado, el laborismo de Keir Starmer apoya la disuasión nuclear. El anterior líder opositor, Jeremy Corbyn, era contrario a la posesión de armas atómicas, pero las circunstancias europeas tras la invasión de Ucrania por Rusia no ayudan a que aumente el número de 70 países firmantes del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares.

No hay discordia significativa en torno a la disuasión nuclear británica, pero hay dudas sobre la viabilidad de mantener un sistema que absorbe buena parte del presupuesto del Ministerio de Defensa y que en los últimos años ha tenido incidentes negativos -incendios, misiles de prueba lanzados hacia tierra o a dos pasos del submarino- y problemas para cumplir sus planes.

La disuasión se basa en la patrulla constante en aguas profundas de algunos de los cuatro submarinos de la clase Vanguard, dotados con misiles Trident, comprados a Estados Unidos, y cabezas nucleares fabricadas en Awe, una empresa construida en una base área del sur de Inglaterra, Aldermaston, utilizada por los aviones de los dos países en la Segunda Guerra Mundial.

Tanto Awe como una forja de aceros especializados en Sheffield han sido adquiridas por el Gobierno en la búsqueda de integración industrial del sector. El sistema empresarial nuclear añade a tres grandes firmas del Reino Unido: British Aerospace, Babcock y Rolls-Royce.

Los submarinos tienen su base en Faslane, en la ribera norte de la desembocadura del río Clyde, que atraviesa la ciudad de Glasgow y su comarca. Hay un movimiento escocés contra su presencia. El Ministerio de Defensa nunca comenta sobre las operaciones de estos aparatos, que alternan la navegación submarina con estancias en puertos para repostar o reparaciones.

Dos de los sumergibles de la clase Vanguard están ahora sometidos a largas reparaciones. Es el síntoma del desgaste de unos buques que han sobrepasado los 25 años previstos para su actividad. Pero la construcción de sus sustitutos, de la clase Dreadnought, no terminará hasta la primera mitad de la próxima década, según la última estimación del Gobierno.

El presupuesto de los submarinos estaría aumentando un 62% y alcanzará más de 100.000 millones, según la agencia gubernamental Organización Nuclear de Defensa, citada en nuclear info.org. La modernización de los buques que sostienen la estrategia de defensa se alarga y otras ramas del ejército se quejan de que el programa atómico absorbe los márgenes fijados en los presupuestos.

Reino Unido es el segundo en la lista del gasto militar de países de la OTAN y tiene el sexto mayor presupuesto en el mundo. Ahora el Gobierno, que da al departamento de Defensa un presupuesto de diez años, quiere aumentarlo del 2,2% del Producto Interior Bruto al 2,5% para renovar y ampliar los recursos de todas las ramas. El ejército británico actual es el más pequeño desde los tiempos de Napoleón.

En un ambiente en el que se suele hablar de preguerra, con una economía en recesión y servicios públicos que parecen desbordados por la falta de medios o de personal, Sunak, y también Starmer si gana las elecciones, tienen una tarea difícil para equilibrar las urgencias del armamento con los números de las cuentas del Estado.