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«El enemigo lleva a cabo ataques no todos los días, sino casi cada hora», informa a un medio kievita un subcomandante de la Guardia Nacional ucraniana destinado en Bajmut. El mando afirma que las defensas que protegen la única ruta de suministro a la ... ciudad «se mantienen firmes» y ha sido testigo de cómo en los últimos días han llegado refuerzos, aunque «no está claro si para ayudar a cubrir una retirada o para tratar de mantener la ciudad por más tiempo». La decisión adoptada este lunes por el presidente Zelenski confirma esta última hipótesis.
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Lo que se encontrarán los nuevos efectivos en la localidad asediada será una larga línea curva de trincheras. «La pala es tu mejor amiga y el arma más efectiva», afirma un resistente local apodado 'Stone'. El diseño tiene su finalidad. Al trazar curvas y más curvas se limitan los daños por la explosión de granadas, morteros o de los pequeños misiles que dejan caer los drones dentro de las trincheras. Solo este lunes, los ucranianos destruyeron trece aparatos. Eso implica que la línea de combate crezca sin parar. En total, el frente ocupa 970 kilómetros, pero las trincheras miden varios miles.
En Bajmut, los soldados de los dos ejércitos apenas están separados por 250 metros. Pueden observarse a simple vista. Y dispararse con más precisión de la que habían dispuesto hasta ahora. De ahí la importancia de las trincheras y las fortificaciones. Los ucranianos tienen ventaja porque conocen mejor la orografía del terreno. Los soldados llaman «carne» a sus homólogos rusos que son enviados de avanzadilla para que los defensores les disparen y así revelen sus posiciones. La táctica procede de la I Guerra Mundial y el Grupo Wagner la ejecuta con sus mercenarios exconvictos, con un coste de miles de vidas.
A menudo, el Kremlin trata de romper la línea de Bajmut ordenando asaltos de pequeños grupos de diez o quince soldados, cuya misión es abrir huecos e incluso infiltrarse en las trincheras ucranianas. «El enemigo aquí sufre pérdidas increíblemente estúpidas. Pero nuestros soldados también están muriendo», relata Yury, miembro de la brigada motorizada 93 Kholodny Yar. Este tanquista asegura que la artillería rusa se emplea en destruir los escasos edificios que quedan en pie para evitar que «podamos refugiarnos y disparar desde ellos» «Las batallas urbanas tienen su lado negativo -añade-. El enemigo se oculta detrás o dentro de las casas, te mueves por caminos limitados y pueden atacarte en cualquier lugar porque nunca sabes por dónde llegarán».
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