![Giorgia Meloni: «No somos una amenaza para la democracia, pero sí para el poder de la izquierda»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202209/14/media/meloni-entrevista-kBRG-U18050193401hAD-1248x770@RC.jpg)
![Giorgia Meloni: «No somos una amenaza para la democracia, pero sí para el poder de la izquierda»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202209/14/media/meloni-entrevista-kBRG-U18050193401hAD-1248x770@RC.jpg)
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ÁNGEL GÓMEZ FUENTES
Roma
Miércoles, 14 de septiembre 2022, 07:20
Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, podría convertirse en primera ministra si, como pronostican todas las encuestas, el centroderecha gana las elecciones el 25 de septiembre. En esta entrevista con ABC aborda numerosos temas de candente actualidad y de la campaña electoral: la guerra ... de Ucrania, su visión de Europa, inmigración, aborto, condena del fascismo, por qué su victoria no representa un peligro y las relaciones con Vox y con España, entre otros.
-Las encuestas electorales dan una clara ventaja al centroderecha: Hermanos de Italia sería el primer partido y usted se perfila como líder con más consenso, por detrás de Mattarella y Draghi. ¿Cómo explica esta ola favorable de su partido?
-Las encuestas son naturalmente agradables, pero no doy nada por descontado y pediré a los italianos que voten hasta el último minuto disponible. Naturalmente, lo pido a los votantes de centro derecha, pero me encuentro con muchísimos votantes que se sienten traicionados por la izquierda y votarán por nosotros. Resumiría mi crecimiento y el de Hermanos de Italia en tres palabras: coherencia, valores, competencia.
Coherencia porque nosotros somos la demostración de que no es cierto que hay que acostumbrarse a una política de promesas traicionadas o cambios continuos de opinión: los que eligen FdI (Fratelli d'Italia, traducido Hermanos de Italia) saben exactamente lo que eligen, les puede gustar o no, pero no hay sorpresas.
Valores, porque son igualmente claros nuestros valores de referencia. FdI es el partido de los conservadores italianos, creemos en la libertad de la persona y en la centralidad de la familia, en la identidad cultural italiana, europea y occidental, en la iniciativa privada y en la solidaridad social.
Competencia, porque en torno a mi hay una clase dirigente que proviene de la administración de los territorios, de una trayectoria política de compromiso y militancia, siempre seria y minuciosa y nunca improvisada. A esta clase dirigente, hemos incluido a lo largo de los años personas que venían de otras experiencias políticas o del mundo de los negocios y del trabajo. Hoy nos sentimos preparados para gobernar, si los italianos lo quieren.
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-Si las urnas confirman las encuestas, podría suceder a Mario Draghi, a quien le ha hecho una dura oposición, pero según su valoración, con una relación de respeto mutuo. ¿Qué legado le deja Draghi y dónde habrá continuidad y discontinuidad con el Gobierno Draghi?
-Hemos hecho una oposición decidida al Gobierno pero nunca a Italia, de hecho siempre hemos apoyado las medidas que consideramos útiles para los ciudadanos e intentado mejorar las propuestas de la mayoría. El Gobierno de Draghi vino después del nefasto Gobierno de las dos izquierdas, el del aparato poscomunista del Partido Democrático y el populista del Movimiento 5 Estrellas. El Gobierno Draghi no incidió como esperaban muchos italianos, porque tenía juntas a las fuerzas de izquierda y de centroderecha en un continuo compromiso a la baja.
El traumático final del Gobierno Draghi ayudó a aclarar las cosas: el Partido Democrático inició la campaña electoral apelando a una fantasmal «agenda Draghi» y luego se alió con la izquierda radical que votó 54 veces en contra de la confianza a Draghi. Desde este punto de vista, la discontinuidad no es una opción sino un deber: nos postulamos como candidatos a encabezar un Gobierno fuerte y cohesionado, que dure todo un mandato y cargue sobre sus hombros una nación que estos largos años de Gobierno de izquierda han condenado a la decadencia.
Nuestro Gobierno podrá hacerlo, porque las fuerzas de centroderecha comparten valores y programas y ya gobiernan juntas en quince regiones. Ciertamente, el momento histórico y económico impone una gran responsabilidad y sobriedad, que también son características de Draghi. Pero esperamos tener una mayoría cohesionada que nos permita hacerlo mejor.
-Hillary Clinton dijo en Venecia, hace unos días: «La elección de una primera ministra siempre representa una ruptura con el pasado, y ciertamente es algo bueno. Pero luego debe ser juzgada por lo que hace». ¿Qué significado puede tener que, por primera vez en Italia, un país notoriamente machista, haya una mujer como primera ministra?
-Las palabras de Hillary Clinton me agradaron, las encontré de sentido común y no ideológicas. Incluso en Italia hay un acalorado debate en el mundo feminista de izquierda: ¿es mejor tener por fin a una mujer como primera ministra o es peor que esta mujer no sea de izquierda? Un debate que, como imaginará, no me apasiona.
Permítame decir, sin embargo, que la Italia de hoy es un poco diferente del estereotipo machista que todavía se le adjudica. Ciertamente, el papel de la mujer en la sociedad y las políticas que permitan a las mujeres combinar mejor sus carreras con sus familias aún deben implementarse enérgicamente. A menudo, en Occidente hay una tendencia a resolver este problema con cuotas obligatorias: en las listas de los partidos, en los directorios de las empresas privadas, etc.
En cambio, creo que la respuesta debe estar en dos niveles: oportunidad y mérito. Porque si la selección se hace por méritos, hay muchísimas mujeres muy preparadas y no hay necesidad de cuotas. Oportunidad, porque para demostrar su valía, una mujer nunca debe ser puesta en la condición de tener que elegir entre su trabajo y sus seres queridos. Un Estado serio, un gobierno serio, trabajará para evitar esto. Me establecí en un ambiente masculino y luego tuve el privilegio de ser madre sin renunciar a nada, lucharé para ofrecer las mismas oportunidades a todas las mujeres italianas.
-En un programa de la RAI, dijo: «Estaría totalmente loca si en la situación en la que nos encontramos, en la configuración astral más desfavorable en absoluto, al frente del futuro Gobierno no me hiciera temblar el pulso». Si gana las elecciones, ¿cuáles serán los principales desafíos que tendrá que afrontar en los campos económico y social?
-Ahora necesitamos ante todo apoyar a las empresas y familias contra la energía cara, porque en otoño corremos el riesgo de una crisis social durísima y debemos hacer todo lo posible para evitarla. Una vez pasada la emergencia, queremos bajar los impuestos al trabajo para aumentar el poder adquisitivo, liberar las energías de nuestra economía, reducir la burocracia para relanzar inversiones, crear infraestructuras materiales e inmateriales, invertir en políticas familiares eliminando todos esos bonos inútiles que alimentan el asistencialismo. pero no producen desarrollo. Finalmente, queremos crear una nueva política industrial, que favorezca a las empresas que contratan trabajadores, y la valorización de nuestra marca, una riqueza inestimable porque el mundo tiene hambre de 'Made in Italy'.
-Uno de los temas destacados en la campaña electoral es el de la inmigración ilegal. Su partido propone un bloqueo naval. ¿Cómo cambiará la política de inmigración con su Gobierno?
-Los números de los últimos años muestran que las políticas inmigratorias de izquierda no han tenido éxito y que Bruselas, con el pacto de Dublín, no ha sido capaz de ayudar a los Estados miembros a defender las fronteras exteriores de la UE, tal y como prevén los tratados. Italia tiene prevalentemente confines marítimos y esto hace que sea más difícil distinguir, entre los que llegan por mar, los inmigrantes que realmente tienen derecho a la protección humanitaria y los que no.
Por esta razón, Hermanos de Italia propone una misión naval europea, de acuerdo con las autoridades de los países norteafricanos, para frenar las salidas, abriendo allí los centros de identificación. Los que tengan derecho a asilo deberán ser acogidos en los 27 Estados de la UE, los demás deberán ser repatriados. Ya no podemos aceptar que sean los traficantes de personas quienes decidan quién llega a Italia.
Quien quiera venir a Italia tendrá que hacerlo respetando los procedimientos y las leyes italianas, como ocurre en todas las naciones civilizadas y como ha ocurrido con millones de extranjeros que viven y trabajan perfectamente integrados con nosotros. Ya no queremos ver las terribles imágenes que nos llegan cada día desde Lampedusa, igual que imagino que los españoles están preocupados por lo que sucede en Ceuta y Melilla.
-Hay divisiones en el centro derecha. Por ejemplo, Matteo Salvini cuestiona las sanciones contra Rusia, mientras usted tiene una línea pro-OTAN, defiende las sanciones y el envío de armas a Ucrania. ¿Por qué considera importante que se mantengan las sanciones?
-En el primer punto de nuestro programa de coalición se encuentran los pilares históricos de la política exterior italiana: Europa y la Alianza Atlántica. Desde el 24 de febrero hasta hoy, los votos parlamentarios de la Liga siempre han sido a favor de las sanciones y el envío de armas a Ucrania. Lo mismo sucedió con la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN. En las dos caoliciones principales sólo hay una fuerza política que votó en contra y es la izquierda radical, aliada del Partido Democrático. Estos son los hechos y por si esto no fuera suficiente, Hermanos de Italia ha sido, es y será el garante de esta posición.
Fui la primera en señalar que las sanciones no afectan a todos de la misma manera: por eso he propuesto crear un fondo de compensación, alimentado por la UE y todo el bloque occidental, liderado por Estados Unidos, para ayudar a las economías más afectadas. También es necesario para que no disminuya el apoyo de los ciudadanos a la línea de firmeza contra Rusia, porque del resultado de este conflicto no solo depende la integridad territorial de Ucrania, sino también el intento de establecer un nuevo orden mundial liderado por Rusia y, más aún, de China, en el que Europa corre el riesgo de pagar el precio más alto.
-Su posición siempre ha sido crítica con Bruselas y apoya la idea de una Europa confederal. ¿Qué importancia tiene el papel de Europa en relación con los retos que nos esperan? En este contexto, ¿cuál será la posición de Italia a nivel internacional y cuáles serán las relaciones con la UE?
-Leo muchas reconstrucciones fantasiosas sobre la relación que tendría nuestro Gobierno con Europa. Son alarmas infundadas alimentadas por nuestra izquierda y su red de medios, comentaristas y amigos políticos. La verdad es, obviamente, muy diferente. La pandemia antes y ahora la guerra nos han demostrado que la UE no estaba preparada.
Desde hace demasiados años, Bruselas ha ampliado sus competencias en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, olvidándose de tener una política exterior y de defensa comunes, de asegurar nuestra autonomía energética, de acortar las cadenas de valor. En definitiva, me gustaría una Europa que haga menos cosas y las haga mejor, con menos centralismo y más subsidiariedad, menos burocracia y más política.
Soy italiana y europea. Soy muy consciente de que nuestra economía está fuertemente interconectada con la europea. Me gustaría solamente devolver a Italia al papel que se merece y defender su interés nacional, dentro de las instituciones de la UE, como hacen muy bien los alemanes y los franceses, por ejemplo. Debería ser normal, pero para la izquierda es una herejía. Y cada vez que Bruselas nos pide ceder nuevas cuotas de nuestra soberanía tiene que haber un motivo, un valor añadido claro y demostrable que haga más conveniente hacer una determinada cosa en 27 que hacerlo cada uno por su cuenta. Está escrito así en los tratados europeos, pero a menudo lo olvidamos.
-Italia tiene un grave problema demográfico. Cada año hay menos niños en las escuelas. En nacimientos, Italia a la cola de Europa. ¿Cómo es posible cambiar esta tendencia?
-En 2013, cuando Hermanos de Italia se presentó por primera vez a las elecciones, pusimos en el primer punto de nuestro programa las políticas para la natalidad y el hacer frente a la dramática crisis demográfica que vive nuestro país, así como gran parte de Europa y Occidente está experimentando. Casi diez años después, la situación incluso ha empeorado.
Presentaremos un verdadero «paquete de natalidad» que comprenderá el refuerzo de las ayudas a la maternidad, guarderías gratuitas para muchas categorías de familias, herramientas para la conciliación familia-trabajo con el objetivo de que las mujeres madres no se vean obligadas a dejar su puesto de trabajo, desgravaciones fiscales en productos para bebés y mucho más. Además, en el transcurso de la legislatura queremos llegar a una reforma fiscal basada en el «cociente familiar», que tiene en cuenta la composición de la unidad familiar y por tanto el número de hijos. Una nación que no invierte en familia y natalidad está condenada a morir.
-Recientemente, Draghi dijo: «Estoy convencido de que con el próximo Gobierno, sea cual sea su color político, Italia saldrá adelante, una vez más», palabras de confianza sobre el futuro de Italia. ¿Por qué otros partidos políticos y algunos medios internacionales creen, en cambio, que un gobierno bajo su liderazgo podría representar un peligro en general y una tendencia al autoritarismo y al soberanismo?
-Las palabras de Draghi fueron importantes y hacen justicia frente a la campaña de izquierda que, para golpearme, está afectando la reputación internacional de Italia. Todos los días leo acusaciones ridículas, síntoma del desierto cultural y programático de la izquierda italiana que tiene enormes responsabilidades en el pasado reciente, soluciones fallidas en el presente y pocas ideas para el futuro.
Por eso intentan envenenar la campaña electoral, retratándome como un monstruo y tratando de arrastrarnos a un debate estéril sobre el pasado, mientras tratamos de decirles a los italianos lo que queremos hacer para resolver sus problemas. Todo el mundo sabe que no somos una amenaza para la democracia, pero ciertamente lo somos para el sistema de poder de la izquierda italiana, que lleva años en el gobierno sin ganar las elecciones. Por cierto, nadie los llama nunca «poscomunistas», a pesar de que históricamente derivan del partido filo-soviético más fuerte de Occidente.
-Recientemente usted condenó el fascismo y sus leyes raciales en un video en tres idiomas. ¿Por qué todavía se la describe, especialmente por los medios internacionales, como neofascista, de ultraderecha o de extrema derecha?
Esas son las definiciones que la izquierda italiana da de nosotros, especialmente en la campaña electoral, que el circuito internacional de los medios de izquierda relanza sistemáticamente. En parte por conformismo y en parte porque retratar siempre a Italia como una nación anómala sirve para mantenerla al margen a la hora de decidir.
La verdad es más sencilla: Hermanos de Italia es el partido de los Conservadores italianos, una derecha de gobierno moderna y occidental que hizo las cuentas con la historia hace ya mucho tiempo, como quise recordar en el vídeo que cita. Muchos de nosotros ya hemos tenido cargos gubernamentales, en Alianza Nacional o en el Popolo della Libertà [partido de centro derecha]. Yo misma fui Ministro, la más joven en la historia republicana, y desde hace dos años soy Presidenta del Partido Conservador Europeo (ECR), al que pertenecen los primeros ministros de Polonia y la República Checa y cuenta con sólidas relaciones con los Tories británicos, los Republicanos estadounidenses y el Likud israelí.
Amamos la libertad y la democracia, en todas las latitudes de nuestro planeta. Y francamente, nos cuesta aceptar lecciones de quienes hasta 1989 apoyaron el comunismo soviético. de quienes con la pandemia impusieron fuertes restricciones a la libertad de los ciudadanos, o de quienes hoy son amigos de los gobiernos de China, Cuba o Venezuela. Y ustedes en España saben algo al respecto.
-Algunos medios hablan de una posible modificación de la ley 194 (permite el aborto, dentro de los primeros noventa días de embarazo) con un gobierno de centroderecha. ¿Cuál es su opinión?
-Hemos dejado claro que no tenemos intención de cambiar la Ley 194 y que, por el contrario, queremos aplicarla en su totalidad, es decir, también en la parte que prevé un papel activo de las instituciones públicas para remover las causas económicas que pueden empujar a una mujer a abortar. Una parte que ha permanecido en gran parte sin aplicar. Son necesarias más oportunidades y servicios para dar a las mujeres una alternativa a la tragedia del aborto.
-¿Cómo es su relación con Vox, qué tienen en común, qué les diferencia y cuál es su modelo de derecha conservadora?
-A Santiago Abascal me une una profunda estima y amistad, es una persona de la que he sabido apreciar la absoluta lealtad y claridad de posiciones, en esto somos iguales. Con Vox tenemos una sólida colaboración, una plataforma de valores comunes y también como ellos recibimos las absurdas críticas de la prensa «mainstream» que nos retrata como monstruos. Compartimos la pertenencia al grupo de los Conservadores Europeos, en el que nuestras delegaciones colaboran estrechamente.
En cuanto a las diferencias, quizás nosotros venimos de una historia más larga, aunque hayamos seguido un camino de crecimiento similar. Pero la principal diferencia la da el sistema político: en Italia, con la introducción del sistema mayoritario en 1994, se creó un esquema bipolar: una coalición de centroderecha, en la que la derecha y el centro son aliados, que se enfrenta a una de centroizquierda. A nivel nacional, este modelo entró en crisis con el auge del Movimiento 5 Estrellas, que sin embargo ahora ha revelado su verdadera naturaleza de izquierda. Pero el centroderecha lleva años gobernando juntos en muchas regiones y ciudades importantes y eso facilita la alianza a nivel nacional.
El sistema proporcional español ha visto recientemente a PP y Vox aliarse en el gobierno de Castilla y León. Mi esperanza es que todavía Vox pueda afirmarse como se merece, y que podamos construir un camino de colaboración y de gobierno basado en valores claros, alternativos a los de izquierda. Y también lo espero a nivel europeo, porque hemos visto que, cuando los populares se desvirtúan y optan por aliarse con los socialistas antes que con los conservadores, al final ganan los socialistas.
-Italia siempre ha tenido una buena relación con España. Draghi ha construido una estrecha relación con Francia y también con Alemania. Moncloa desearía formar parte de ese hipotético núcleo franco-alemán-italiano. En el pasado, Roma y Madrid han intentado hacer una alianza para ser fuertes frente al eje Berlín-París. Si fuera elegida para dirigir el próximo Gobierno italiano, ¿cómo cree que deberían ser las relaciones con España?
-Francamente, no he visto materializarse este núcleo franco-alemán-italiano, por tanto Sánchez esperaría entrar en algo que no existe. Creo en una Europa en la que todos tengan la misma dignidad, basada en la lógica del consenso y no de la prevaricación. Ciertamente, necesitamos un mayor equilibrio entre el centro y el norte de Europa por un lado y el Mediterráneo por el otro. Tenemos diferentes sensibilidades y diferentes estructuras económicas, que hay que tener en cuenta. Obviamente, no comparto muchas de las cosas que dice Sánchez, de la misma forma que él no compartirá las mías, pero España e Italia son naciones amigas y para mí esta relación será estratégica y la cultivaré intensamente.
-Para terminar, una pregunta personal, si me lo permite: Andrea Giambruno, su pareja, padre de su hija Ginevra, es un conocido periodista, considerado por sus colegas gran profesional y discreto. Ha dicho de él que es de izquierda. ¿Le dará su voto el 25 de septiembre?
-Ahora me viene una duda, le preguntaré (se ríe). Bromas aparte, está decidido a votar por mí. Pero, aunque no lo hiciera, Andrea es un hombre extraordinario y lo más importante para mí es el apoyo que me brinda todos los días, apoyándome en mis decisiones y ayudándome a hacer crecer a Ginevra, a pesar de tener ambos trabajos exigentes que nos llevan durante mucho tiempo lejos de casa.
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