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Lucas Irigoyen
Viernes, 24 de febrero 2023, 18:47
Una vez más la teoría del 'efecto mariposa' del matemático Edward Lorenz se cumple y el aleteo de un lepidóptero a 3.000 kilómetros, en la ribera del Dniéper, está provocando cambios en la capacidad de gasto de una familia en París, en el mercado ... inmobiliario de Barcelona, en el acceso al crédito en Italia o en la venta y fabricación de coches, una industria estratégica en España donde sus plantas producen tres millones de vehículos al año. Por no hablar del gas, el desarrollo de las renovables o la vuelta a la energía nuclear en un escenario macroeconómico mundial que plantea una relación comercial nueva en la que crece el papel de actores como China e India.
La invasión de Ucrania ha funcionado como un test de estrés que ha evidenciado las grietas de la economía europea. En primer lugar, el sistema energético ha estallado como un examen de conciencia que acusa la falta de desarrollo de las renovables y una dependencia alarmante de los 184,4 miles de millones de metros cúbicos (bcm) de gas que Europa compraba a Rusia, nada más y nada menos que el 38,6% de todo el consumo del continente. El cierre del gasoducto Nord Stream ha obligado a los Veintisiete a comprar gas a unos solícitos Estados Unidos que cerraron un acuerdo con la UE al mes del inicio de la guerra para aumentar las ventas en 15 bcm en 2022 con el compromiso de que la ampliación ascienda hasta en 50 bcm en 2030. Un mercado perfecto para el floreciente sistema de extracción de 'fracking' que los americanos han desarrollando mientras en Europa se prohibía abrir nuevos yacimientos. Alemania, que hace menos de diez años frenó el desarrollo de la energía nuclear, corre ahora para construir regasificadoras donde tratar el GNL descargado por los metaneros.
Todo esto se ha traducido en un crecimiento disparado de los costes de la energía que ha provocado una subida de precios desconocida. El IPC ha irrumpido en la eurozona pasando del 5% de hace un año hasta el actual 8,5%, obligando al Banco Central Europeo (BCE) a desempolvar los viejos manuales de la restricción en la política fiscal. No va a dejar de subir los tipos de interés hasta que la inflación europea no se estabilice en el 2%.
0,8% es lo que está creciendo la economía europea, que antes subía un 8,2%.
8,5% es la inflación en la Unión Europea como consecuencia de la crisis energética.
Déficit El gasto público, elevado por el IPC y las medidas anticrisis, obliga a vigilar la deuda europea
Recuperación Muchos países no volverán a niveles anteriores a la crisis del covid al menos hasta el año 2024
El coste de este enfriamiento de la economía que la institución presidida por Christine Lagarde está dispuesta a pagar es un frenazo en la zona euro que ha cortado en seco la recuperación económica tras la pandemia. El debate abierto gira sobre si se tratará solo de un derrape o de una recesión. De momento, las previsiones de la Comisión Europea dan un alivio y, con el anuncio este mes de que el PIB de la UE crecerá un 0,8%, parece que se esquiva una crisis severa. Pero el hecho es que países como España, que acusaron con el covid una caída de su PIB de más del 10%, retrasarán la vuelta a los ansiados niveles prepandemia hasta al menos 2024. Peor es la foto más al Norte. Reino Unido sí ha presentado crecimientos negativos, mientras que la locomotora industrial de Europa, Alemania, se queda en un 0,1%, con lo que rebajará sus pedidos a la industria auxiliar, claves en las exportaciones españolas.
Una reducción en la cartera de pedidos que se traslada a la producción y también al empleo. Aunque el mercado laboral se ha comportado hasta ahora con solvencia, ha de afrontar un interrogante: ¿hasta dónde puede aguantar su vigor si se prolonga el conflicto? Los analistas económicos señalan que cuando el PIB crece por debajo de su capacidad potencial, lo primero que sufre es el empleo. De momento, desde diciembre, la evolución del paro que arroja el Eurostat se presenta invariable en el 6,1%. En cambio, en España, el pasado mes de enero se destruyeron 215.000 empleos y se incrementó en 70.000 el número de parados.
El contexto ha traído de nuevo al primer plano el control de la deuda. El BCE ha fijado ya la necesidad de volver al rigor fiscal tras la flexibilización adoptada durante la pandemia. Y es que los gastos de los estados crecen por el IPC, los salarios públicos y las medidas de alivio para hacer frente a la crisis. En España, incrementadas en un 8,5%, el coste mensual de estos pagos ha subido hasta los 12.000 millones. El BCE ha advertido de la necesidad de vigilar esta situación que se puede agravar con una recaudación a la baja por el frenazo económico. Un control sobre la deuda que llega a la vez que la jubilación del 'baby boom'. El sistema público de pensiones en Europa afronta una profunda revisión, atascada en España, que ha llenado las calles de Francia de dos millones de manifestantes.
Los problemas de la dependencia de Rusia y de otros mercados como el asiático se han evidenciado con la guerra, lo que ha llevado a la UE a un movimiento de repliegue por acercar las cadenas de distribución a sus fronteras. Los chips semiconductores, el gas, el acero o la recuperación de aranceles en el mercado internacional son solo algunos ejemplos.
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