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La Congregación de los Hermanos Cristianos en Irlanda ha sido acusada este martes de seguir una estrategia que busca pagar lo mínimo posible como compensación a exalumnos que denuncian abusos sexuales. Una investigación de 'The Irish Times' ha identificado esta semana propiedades inmobiliarias e ingresos ... por ventas de terrenos, de difícil identificación por la compleja estructura financiera de la congregación.
Desde la década de los ochenta, la Iglesia Católica irlandesa ha sufrido un agudo descrédito por revelaciones de abusos y maltratos cometidos contra niños, adolescentes y mujeres. En Estados Unidos, las compensaciones por abusos sexuales han provocado la quiebra de diócesis, pero en Irlanda se ha creado un fondo mixto de Gobierno y congregaciones para pagar las denuncias en las que se llega a un acuerdo.
Otras víctimas han llevado sus casos a los tribunales. Más de cien acusados tendrían que comparecer en la Corte Superior de Dublín, pero la gran mayoría no se presenta ante la Justicia o han fallecido. Los magistrados les condenan en ausencia. En casos de aceptación de culpa, como la reciente del director de un colegio de los Hermanos, terminan en condena de cárcel. La actual trama judicial arroja más luz a una institución central en la historia irlandesa.
Los Hermanos Cristianos fueron creados por un hacendado irlandés, Edmund Ignatius Rice, en el inicio del siglo XIX. Tras el fallecimiento de su mujer, vendió sus negocios y se dedicó a la educación gratuita de niños. Los miembros de la congregación tenían que comprometerse con votos de obediencia, castidad, pobreza y perseverancia. Se extendió por los cinco continentes.
En la Irlanda gobernada desde Londres, el cardenal Paul Cullen se convirtió en una figura política, promoviendo a los Hermanos como principal vehículo para expander el catolicismo de la mano de los nacionalistas que promovían la autonomía de la 'Home Rule'. La isla había sido afectada por la ola revolucionaria de Francia. La religión protestante era «extranjera».
«La función de los Hermanos, tal como la concebían Cullen y sus colegas, era evitar que las clases bajas traspasaran los límites de la ortodoxia, enseñándoles que el nacionalismo irlandés y el catolicismo eran inseparables, y así mantener a raya al nacionalismo irreligioso», escribió uno de los grandes intelectuales irlandeses del siglo XX, Conor Cruise O'Brien, en 'Voces Ancestrales».
Siete de los quince ejecutados por las fuerzas británicas tras el fallido Levantamiento de Pascua de 1916, que es aún celebrado como el nacimiento de la República de Irlanda, eran exalumnos de los Christian Brothers. Otro clérigo, el primado de Irlanda y arzobispo de Dublín durante sus tres primeras décadas, John Charles McQuaid, sería el guía moral y político de sucesivos gobiernos.
Fintan O'Toole describe en 'We Don't Know Ourselves, A Personal History of Ireland since 1958' ('No sabemos quiénes somos, una historia personal de Irlanda'), cómo en su colegio, en un barrio obrero de la capital, los Hermanos golpeaban a sus alumnos con varas, tiras de cuero y crueldad sádica, y en algunos casos les toqueteaban o utilizaban sus manos para violar sus órganos sexuales.
Los colegios gratuitos de los Hermanos formaron a miles de alumnos de familias sin grandes rentas y su Catecismo de la Historia de Irlanda les adoctrinó en la deuda que tenían con el débil Estado. «En el martirologio entre las naciones crucificadas, Irlanda está al frente», decía. O'Toole, que fue monaguillo, explica que alumnos y familias no denunciaban su martirio sexual, porque retar a la todopoderosa Iglesia en las décadas de los sesenta y setenta perjudicaría su presente y su futuro.
Ante la avalancha de denuncias y la amenaza de ruina, la Congregación recomienda a sus víctimas que recurran a la mediación y no a los tribunales. Allí, a diferencia de otras congregaciones, no se presenta nadie de la institución. Jurídicamente, es una asociación no registrada. Sin responsabilidad corporativa, fuerza a los denunciantes a reclamar compensación a los autores de los delitos.
La asociación ha tenido que ser forzada por los tribunales a dar listas de los hermanos que trabajaban en los colegios en los años en los que ocurrieron los hechos. Los demandantes tienen que gastar dinero y mucho tiempo para identificar a los acusados y enviarles las denuncias. Algunos renuncian. Los despachos de abogados que les representan tampoco ven la viabilidad económica de seguir pleiteando casos que se prolongan sin claro final.
El Gobierno y las instituciones religiosas afectadas por los escándalos desvelados en tiempos recientes crearon un fondo de 1.500 millones de euros para hacer frente a las compensaciones, pero faltan 270 millones del 50% que deben aportar las instituciones religiosas. Los Hermanos Cristianos habrían contribuido 127 millones, el valor de campos de recreo de sus colegios entregados al Gobierno.
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