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Al primer ministro galo, François Bayrou, le crecen los enanos. Mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, intenta resurgir en la política internacional impulsando la respuesta ... de Europa al desafío de Donald Trump sobre la guerra de Ucrania —por ahora sin gran éxito—, el responsable del Ejecutivo sigue inmerso en un ejercicio de supervivencia en medio del atolladero en que se ha convertido la política interna en Francia. Bayrou superó este miércoles la sexta moción de censura de su mandato, y eso que solo hace dos meses que asumió el cargo. Lo hizo gracias a la abstención de la extrema derecha y tras un debate marcado por la polémica creciente por las agresiones físicas y sexuales en un internado católico.
«La República no soporta las mentiras. Señor primer ministro, usted tiene que rendir cuentas», aseguró la diputada socialista Ayda Hadizadeh, encargada de presentar el texto de censura, refiriéndose al affaire del colegio de Notre-Dame-de-Bétharram, en el suroeste de Francia. Aunque el Partido Socialista (PS) impulsó esta moción para oponerse a las políticas migratorias del Gobierno, en su debate también estuvo presente el caso de ese internado católico, donde la mujer del 'premier' daba clases de catequesis y se educaron varios de sus seis hijos.
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Desde que el 5 de febrero el diario digital Mediapart publicó una investigación sobre este caso mayúsculo de agresiones físicas y pedófilas, hace correr ríos de tinta prácticamente todos los días en Francia. Hasta 113 exalumnos de ese internado han presentado denuncias por esos hechos, que ocurrieron entre los años 1950 y 2010. Tres de los supuestos agresores fueron detenidos e interrogados este miércoles. Y la Asamblea Nacional ha impulsado una comisión sobre las violencias sufridas por los estudiantes de primaria y secundaria.
Debido a este caso, los distintos partidos de la oposición de izquierdas, incluido el PS, piden la dimisión de Bayrou. No solo lo acusan de mentir al haber dicho que no tuvo constancia hasta ahora de los golpes y violaciones por parte de obispos y otros trabajadores de ese centro, sino de haber mirado hacia otro lado cuando presuntamente lo informaron sobre ello en los años noventa.
«Nunca intervine en este caso (…) ni de cerca ni de lejos», afirmó el martes el veterano dirigente centrista, de 73 años. Reconoció, sin embargo, que hace treinta años cuando la justicia investigaba al director del centro, el obispo Carricart, por sus violaciones sobre menores, sí que había hablado sobre la situación en ese internado con un gendarme y el magistrado encargado de la investigación. Pero solo conversó con ellos sobre «el ambiente, el establecimiento, pero nunca sobre este dosier (las agresiones)», se defendió Bayrou. El pasado sábado, el líder del MoDem ya había viajado a Pau -la misma localidad que dirige como alcalde- para reunirse con el colectivo de exalumnos de Notre-Dame-de-Bétharram. Ese encuentro no fue suficiente para calmar este affaire.
Este miércoles Mediapart, un medio reputado por sus investigaciones, desveló que uno de los vigilantes del centro ya había sido condenado por haberle reventado el tímpano a un niño en 1993. Entonces, Bayrou ejercía como ministro de Educación y el Estado fue informado sobre ello, según el digital. «Son los insumisos que han decidido crear este pseudo-escándalo. Es la única explicación válida sobre la campaña que sufrimos desde hace 15 días», dijo durante el debate parlamentario el diputado macronista Stéphane Vojetta sobre el rol de la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos) en la manera en que ha crecido la espuma sobre esta historia. El partido de Jean-Luc Mélenchon la ha tachado «de escándalo de Estado».
Con la aprobación definitiva de los presupuestos a principios de mes, Bayrou podía felicitarse de que el grupo socialista -se abstuvo en el voto de las mociones de censura contra esas cuentas públicas, adoptadas a través de un polémico decreto- se hubiera desmarcado de la oposición frontal de los insumisos, verdes y los comunistas. Pero desde entonces la relación entre el PS y el primer ministro ha empeorado. El escándalo del internado católico ha contribuido a ello. La moción de censura de este miércoles obtuvo 181 votos a favor y no superó el umbral de la mayoría absoluta gracias a la abstención de la Agrupación Nacional de Le Pen.
Pese haber superado el examen presupuestario, que en diciembre provocó la censura del anterior primer ministro (Michel Barnier), el mandato del dirigente centrista no se augura nada fácil. Debido a su minoría parlamentaria -solo cuenta con el apoyo de 212 diputados de un total de 577-, su Gobierno resulta vulnerable ante cualquier imprevisto.
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Ana del Castillo
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