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El gubernamental Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) se asoma al abismo electoral. De nada le ha valido a Olaf Scholz el llamado «bono del canciller federal» ... para relanzar a una formación que va camino de obtener los peores resultados de sus cerca de 160 años de historia, concretamente desde los comicios al Reichstag de 1887, en la época imperial, cuando solo sumó un 10,1% de votos. A partir de entonces, también durante la República de Weimar en el periodo de entreguerras y antes de la llegada del nazismo al poder, así como en los más de 75 años de la República Federal, los socialdemócratas quedaron siempre por encima de la marca del 20% de votos. Y hubo décadas en las que duplicó ese resultado.
Sin embargo ahora todos los sondeos, sin excepción, vaticinan para el SPD entre un 14% y un 16% de votos, prácticamente la mitad del 30% que auguran a la actual oposición conservadora de cristianodemócratas y socialcristianos bávaros (CDU/CSU), que casi con total seguridad dirigirá el próximo Ejecutivo germano de la mano de su candidato Friedrich Merz. El alcance de la catástrofe que se avecina puede apreciarse también a corto plazo. Frente a las últimas elecciones de 2021 en las que consiguió un 25,7% de sufragios, los socialdemócratas han perdido al 40% de sus votantes.
Y si contemplamos la fase en la que el SPD ha gobernado casi de manera ininterrumpida desde 1998, en doce de esos años como socio menor de los conservadores y a las órdenes de Angela Merkel, los socialdemócratas han visto como dos terceras partes de sus seguidores tradicionales les han dado la espalda. Muy atrás queda el 40,9% de votos que logró en su momento el socialdemócrata Gerhard Schröder para convertirse en jefe del Gobierno federal. Así las cosas, las elecciones legislativas adelantadas del próximo domingo arrasarán como un tsunami el partido que encumbrara el legendario Willy Brandt.
Las consecuencias serán notorias. Scholz no solo perderá el poder del Gobierno, sino toda autoridad en el seno del SPD, sobre todo por no haber sabido retirarse a tiempo y ceder el testigo para la campaña a otros correligionarios como su actual ministro de Defensa, Boris Pistorius, al que preferían las bases y que tuvo que dar un paso atrás para no acentuar la crisis interna de la formación. Scholz asumirá previsiblemente su responsabilidad la misma noche electoral y probablemente anuncie su retirada de la vida política. Él mismo no se ha cansado de repetir que no formará parte de un gabinete de Merz si al final se perfila una nueva coalición de CDU/CSU y SPD.
No caerá solo. Con él se retirarán previsiblemente de la primera línea del partido dos veteranos, su copresidenta Saskia Esken, la impopular señorita Rottenmeier de la socialdemocracia, y el líder del grupo parlamentario, Rolf Mützenich. La primera sobrevivirá lo que tarde en celebrarse un congreso de la formación para reorganizar su cúpula y el segundo seguramente cuando se constituya el nuevo Bundestag. El ya cantado resultado electoral reducirá además a prácticamente la mitad el número de escaños del SPD en la Cámara Baja, también por la entrada en vigor de la reforma y reducción del Parlamento que pasará a contar con 630 escaños frente a los 739 actuales.
Los socialdemócratas pasarán de ser la primera fuerza a convertirse en la tercera, adelantados no solo por los conservadores, sino también por la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) a la que se auguran más del 20% de votos. En una situación así, el SPD luchará a partir del domingo próximo por la pura supervivencia y si al final opta por apoyar un gobierno conservador con Merz como canciller federal deberá dejar a un lado su tradicional política de izquierdas y asumir el pragmatismo que practican sus primeros ministros regionales en Estados federados como Brandeburgo, Hamburgo o la Baja Sajonia y apoyar el giro radical a la política migratoria germana.
Sacar el carro del atolladero será responsabilidad de Pistorius y el segundo copresidente de la formación, Lars Klingbeil. Ambos son políticos realistas y cuentan con gran aceptación en el seno del SPD. Pero ambos tienen hambre de poder y entre ellos deberá dirimirse quién lleva la voz cantante en el partido y en las posibles conversaciones para una coalición a las órdenes de Merz. Todo apunta a que Klingbeil, el más joven, pero con mayor experiencia negociadora, conducirá el grupo parlamentario y los sondeos con CDU/CSU. De consumarse la nueva alianza gubernamental, Pistorius podría ser el próximo vicecanciller.
Lo que sí parece claro es que Scholz será el cabeza de turco al que se cargará toda la culpa del desastre electoral. No solo por tratarse del canciller federal más impopular desde la fundación de la República Federal Alemana en 1949, sino por su empeño en presentarse a la reelección e impedir que Boris Pistorius, el político preferido de los alemanes, pudiera plantar cara a Merz en la campaña. Seguramente no habría logrado dar la vuelta a las encuestas y situar al SPD en primer lugar, pero habría evitado el batacazo histórico que se avecina.
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Ana del Castillo
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