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Portugal se asoma a un escenario político inédito. En mayo –la fecha está por decidir– volverá a las urnas y será la cuarta ocasión en ... poco más de un lustro en que celebre elecciones legislativas. Nunca en democracia había votado tantas veces en tan corto periodo de tiempo, y eso que el país lleva años instalado en la inestabilidad. Desde 2019 no ha completado ninguna legislatura. Tampoco el conservador Luís Montenegro (Alianza Democrática) lo ha conseguido y desde este martes ejerce como primer ministro en funciones tras perder la moción de confianza ante la Asamblea de la República sin llegar a cumplir un año en el cargo. La iniciativa registrada por el líder de centroderecha, y rechazada por socialistas y ultras, entre otros, dinamitó su propio gobierno después de semanas de polémica por un presunto conflicto de intereses a causa de sus negocios familiares.
La caída del Ejecutivo luso, condicionado por su minoría desde que echó a andar la pasada primavera, se produjo tras un debate bronco –con abandono de escaños incluido y un receso de una hora– cuyo resultado se sabía de antemano. Montenegro intentó en varias ocasiones parar la sesión para ofrecer «explicaciones» al jefe de los socialistas (PS), Pedro Nuno Santos, fuera del hemiciclo y sacar adelante la cuestión de confianza. «Su única preocupación es evitar la comisión de investigación parlamentaria», le espetó el político de izquierdas, cuya formación había salvado al primer ministro de dos mociones de censura –una del ultraderechista Chega y otra del Partido Comunista– en apenas quince días. Este martes cambió de opinión.
Montenegro, de 52 años, se encontraba en la cuerda floja desde que fue investido el 2 de abril de 2024 sin más apoyos que los de su Alianza Democrática –con 80 de los 230 escaños del Parlamento– pero su situación se había vuelto insostenible desde que en febrero comenzaron a surgir informaciones en diferentes medios lusos sobre sus supuestos negocios. Durante el parón que se tomó en su carrera política –donde empezó muy joven tras afiliarse al Partido Social Demócrata (PSD)– decidió fundar un bufete y una empresa, Spinumviva, cerca de Oporto dedicada sobre todo a tareas de consultoría para diversos sectores. Era 2021 y cuando regresó a la vida pública al año siguiente traspasó las acciones y la gerencia de la compañía a su esposa, un trámite sin validez al estar casados en régimen de bienes gananciales. La firma no cesó su actividad cuando se convirtió en primer ministro así que el mandatario, según denunció la oposición, se habría beneficiado de sus ingresos en este tiempo.
«No me he dejado vencer por ningún interés privado ante el interés público», aseguró este martes Montenegro, que acusó a los socialistas de haberse contagiado del «populismo» y de repetir las «falsedades» de Chega. El primer ministro pretendió, con poco éxito, desviar el debate sobre su presunta actividad empresarial y centrarlo en la gestión de su gabinete. Habló sobre el aumento de las pensiones, el recorte del déficit, la reducción del tiempo de espera para la atención sanitaria... Y defendió la presentación de una moción de confianza «por el bien de la verdad, la transparencia, la lealtad y el normal funcionamiento de las instituciones». La oposición, casi unánime, cargó contra la iniciativa de cuatro páginas al considerarla una muestra de «irresponsabilidad» por abocar a Portugal a nuevas elecciones.
Montenegro, que hace una semana había calificado la celebración de comicios como «un mal menor», trató este martes de esquivar la cuestión de confianza que él mismo había promovido con una propuesta 'in extremis' –y tras varias horas de debate parlamentario– a los socialistas para someterse a una comisión de investigación que durara quince días. Una «farsa», respondió el PS. Pero fue la extrema derecha la que dedicó más críticas al líder conservador por su órdago: «Una actuación teatral de un primer ministro que está al final de su ciclo». El jefe de Chega, André Ventura, con las encuestas de cara, recordó al mandatario que hace un año «tenía en sus manos la posibilidad de construir una mayoría histórica» con su grupo, pero la dejó pasar por su «altivez».
Este martes fue Montenegro quien recibió un 'no' en la Asamblea de la República, que abordó la duodécima moción de confianza desde la Constitución de 1976. Sólo otra, en 1977, fue rechazada. El líder de centroderecha, sin embargo, se postuló como candidato para los próximos comicios pese a haber protagonizado una de las crisis políticas más aceleradas de Portugal. Su último debate, vaticinó, «definirá el rumbo político del país».
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