![«No hay guerra que merezca la pena porque ninguna tiene un ganador»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202202/25/media/cortadas/ucranianos-k3bG-U1601108156767HzG-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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«Mi madre no para de llorar, no saben qué hacer». Con un nudo en la garganta explica Fnizhana Likhtey el «angustioso» momento que atraviesa su familia en Ucrania. «Están metidos en casa, así se lo han recomendado». Likhtey reconoce que a veces no sabe « ... si todo lo que está ocurriendo es real». «Nunca imaginé que llegaría a este punto», añade en referencia a Putin, al que prefiere no nombrar. Trabaja junto a Constantino Ushenko –también ucraniano– en una tienda del centro de Santander, y desde allí, siguen «minuto a minuto» lo que ocurre en su país.
Ushenko está preocupado, «como es lógico», pero confía en sus compatriotas. «No van a huir, van a defender nuestro país». Asegura tajante que no van a ceder «ni un solo metro de su tierra a los rusos». Y advierte de que Putin no solo es peligroso para los ucranianos «sino para todo el mundo, porque no entiende lo que son los derechos humanos».
«Estoy pegado al televisor y al teléfono por lo que pueda pasar», adviert el hombre. Igual que Irina Yezerska, que lleva desde las cinco de la mañana viendo las noticias «de todo tipo para conocer la situación real». Preocupada por su país y por su familia, no entiende que «en pleno siglo XXI ocurra algo así, ¡están bombardeando los aeropuertos de las principales ciudades!». Un panorama «desolador» que, a su juicio, terminará con miles de refugiados.
El entrenador de fútbol cántabro Raúl Ruiz ha vivido parte de su vida en el norte de Europa. Concretamente cinco años en Rusia y cinco en Ucrania. «No tengo queja de ninguno de los dos países», dice Ruiz, que tenía previsto comenzar a entrenar a un equipo en Minsk, pero tanto el club como él acordaron rescindir el contrato porque «la situación ya se estaba poniendo muy fea». «Tengo allegados en ambos países y están sufriendo todos», dice el técnico, que piensa que para muchos rusos «entrar en una nueva guerra es una catástrofe». A los ucranianos «les veo fuertes, van a luchar hasta el final por su país. Tienen mucha fortaleza mental», advierte Ruiz.
Yulia Ignativa es de Moscú, aunque lleva 16 años en Cantabria. «Estoy en shock, igual que todos mis familiares». Con gran incertidumbre y miedo. «¿Putin? Actúa igual que hace 40 años y no tiene idea de cambiar». Ignativa es clara respecto a su postura y rechaza por completo la actuación de su país. «No hay guerra que merezca la pena porque en ninguna hay un ganador, hay pérdidas por ambos lados».
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En la misma postura se encuentra Olga Kazarina. Ella es de Novosibirsk, un pueblo de Siberia. «La guerra que ha desatado Putin para muchos rusos supone vergüenza, dolor y lágrimas», admite. De hecho, en su pueblo se han manifestado en diversas ocasiones en contra de la actuación del Gobierno ruso. «Mucha gente de Rusia tiene amigos y familiares en Ucrania, es angustioso lo que está ocurriendo con la invasión», reconoce.
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