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Mikel Ayestaran
Domingo, 22 de octubre 2023, 12:40
Israel se prepara para la operación terrestre en una Gaza en la que Hamás y el resto de facciones tienen en su poder al menos a 210 secuestrados, según la última cifra confirmada por el ejército. Los islamistas liberaron el viernes a Judith y Natalie ... Raanan, madre e hija de nacionalidad estadounidense, en lo que llamaron «gesto humanitario», pero esto no tranquilizó demasiado a las familias de los secuestrados que cada día se juntan frente al Ministerio de Defensa en Tel Aviv. Los cientos de secuestrados y los 1.400 muertos a manos de Hamás el 7 de octubre son los argumentos de peso de Israel para infligir a Gaza el castigo más severo que jamás le ha dado, con un bloqueo casi total, que se aligeró de manera cosmética con la entrada de los primeros veinte camiones con comida, medicinas y ataúdes.
Más de 200 familias esperan que los suyos vuelvan con vida de una Franja donde la guerra avanza a base de duros bombardeos. El ejército alertó este sábado un día más a los gazatíes de que deben evacuar las zonas del norte y buscar refugio al sur del río. Desde primera hora de la mañana enviaron mensajes y llamaron a los vecinos de Ciudad de Gaza, donde sitúan los cuarteles subterráneos de Hamás, para comunicarles de que quien no salga de allí «será considerado terrorista y tendrá que asumir las consecuencias». La cifra de muertos supera ya los 4.385, entre ellos 1.756 niños y 967 mujeres, según el Ministerio de Salud.
Los niños son las principales víctimas de los ataques aéreos de Israel y el psiquiatra gazatí Fadel Abu Heen declaró a Reuters que los pequeños «han comenzado a desarrollar síntomas traumáticos graves, como convulsiones, enuresis, miedo, comportamiento agresivo, nerviosismo y no apartarse del lado de sus padres». No hay lugar seguro como se ha comprobado en estas dos semanas con los ataques sufridos por escuelas de la ONU, lugar de refugio para cientos de miles de personas en una Franja donde más de la mitad de la población, una cifra superior a un millón de personas, se han visto obligadas a desplazarse internamente y muchas de ellas ahora viven en tiendas de campaña.
La liberación de las dos rehenes estadounidenses no provocó demasiado optimismo entre las familias de los secuestrados porque «ha sido una jugada de Estados Unidos. Hamás sabe que son los más fuertes y han querido tener un gesto con ellos para lograr concesiones. El problema es para los israelíes. ¿Quién nos ayudará?», es la pregunta que se formula Edna Zigri, que tiene a seis familiares en la Franja.
La incertidumbre sobre los siguientes pasos del movimiento de resistencia islamista es total. Su portavoz, Abu Obeida, ha afirmado hace unas horas que Hamás se ha ofrecido a liberar a dos rehenes más en una operación similar a la llevada a cabo con las dos estadounidenses, pero añade que Tel Aviv se ha negado a aceptarlo. Este domingo, la oficina de Presidencia del Gobierno ha desmentido que hubiera alguna oferta de liberación y señalado que «no responderemos a las mentiras propagandísticas de Hamas».
Mientras tanto, los allegados que se juntan cada día frente al Ministerio de Defensa han llenado la calle Kaplan con los retratos de sus seres queridos y pegatinas que exigen la dimisión de Benjamín Netanyahu. «Es el momento de que se vaya y deje paso a personas con capacidad de gestionar esta situación tan complicada, Netanyahu es el culpable de este infierno que vivimos. Bibi debe asumir que el Gobierno, con él a la cabeza, son los culpables de lo sucedido», piensa Tami, judía de origen chileno con una familiar desaparecida a manos de Hamás.
Hace una semana el jefe del Shin Bet, el servicio de Inteligencia interior de Israel, Ronen Bar, asumió la responsabilidad del colosal error de seguridad que permitió a la milicia islamista superar la verja de separación, pero entre los familiares apuntan directamente al primer ministro y piden su cabeza. En la calle Kaplan el dolor, la ira y la incertidumbre se mezclan en cada uno de los presentes. La acera es un parlamento al aire libre en el que se discute sobre política, la conveniencia o no de la invasión terrestre, la entrada de ayuda a la Franja o el posible canje de prisioneros. Un parlamento que sólo se disuelve cuando suenan las sirenas antimisiles y hay que buscar refugios en los búnqueres
Entre todos los movilizados se encuentra la familia de Yaffa Adar, la abuela israelí de 85 años cuya imagen siendo secuestrada por los terroristas y trasladada a Gaza en un carrito de golf ha dado la vuelta al mundo. Sus parientes temen que el hecho de que ella, como otras docenas de cautivos, carezcan de doble nacionalidad ni sean ciudadanos extranjeros puede suponer una desventaja respecto a sus posibilidades de liberación. La nieta de Yaffa, Adva, ha mostrado en los medios israelíes su alegría porque los milicianos soltaran a las dos rehenes estadounidenses, pero piensa que Tel Aviv carece de la misma capacidad de presión que tiene EE UU u otros países occidentales sobre Hamás. «Lo que eso significa para aquellos que no tienen ciudadanía extranjera, aquellos que no tienen esas palancas de presión, es muy aterrador», lamenta
La incertidumbre aumenta, además, a medida que se intensifica el ruido de los tambores de guerra. Si a alguien le quedaban dudas sobre los planes del ejército, su máximo responsable, el general Herzi Halevi, aclaró una jornada más que «entraremos en la Franja de Gaza. Comenzaremos una misión operativa y profesional para destruir a los agentes de Hamás, su infraestructura, y también mantendremos en nuestras mentes las imágenes, las escenas y los caídos de hace dos semanas. Gaza es compleja, Gaza es densa, el enemigo está preparando muchas cosas allí, pero nosotros también estamos preparando cosas para ellos». Halevi no dijo una palabra de los rehenes y entre las familias se sientes olvidadas tanto a nivel internacional, como doméstico.
Cada mensaje que envía la organización terrorista es seguido al detalle por las familias y el último tuvo como protagonistas a los militares secuestrados, sobre cuyo futuro «no habrá discusión alguna hasta que Israel ponga fin a su agresión contra Gaza», en palabras de Osama Hamdan, miembro del movimiento islamista. Hace unos días Hamás anunció su disposición a liberar a civiles extranjeros, pero «la liberación de militares está vinculada a un posible intercambio de prisioneros», según Hamdan.
Qatar juega un papel clave en el proceso negociador de esta crisis de rehenes sin precedentes debido a su alto número. Mantener los canales abiertos con Hamás es clave para obtener más liberaciones y el pequeño Estado del Golfo mantiene el equilibrio entre el respaldo a los islamistas palestinos, que cuentan con una oficina en Doha, y Estados Unidos, que tiene allí una importante base militar. La vida de muchos de estos rehenes en manos de Hamás pasa ahora por el Golfo.
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