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Antonio Paniagua
Madrid
Lunes, 16 de octubre 2017, 07:34
Casi todo es susceptible de ser pirateado. Perfumes, ropa, señales televisivas de pago, medicamentos, cedés, películas, cemento, tabaco, móviles, recambios de coche… Por plagiar, se plagian hasta jamones, que las mafias elaboran en la Europa del Este. La falsificación es una actividad tan lucrativa como ... el tráfico de drogas. Al acarrear penas menos severas, el negocio contra la propiedad intelectual e industrial es tentador para el crimen organizado. Las fuerzas de seguridad europeas miran a España porque la lucha contra este tipo de delitos ha cosechado éxitos llamativos en los tres últimos años.
Tanto es así que la jefa de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), la comisaria de la Policía Nacional María Marcos Salvador, acaba de volver de Amberes (Bélgica) de recoger un premio de la Europol (la agencia de la Unión Europea en materia policial) por los esfuerzos desplegados por su gente en el combate contra la piratería.
Marcos (Villafáfila, Zamora, 1961) insiste hasta la saciedad en que el mérito es del equipo y el premio de toda la unidad. «María es una excelente profesional, siempre va de cara y eso se agradece, aunque puede llegar a ser muy cortante, pero lo que más destacaría de ella es lo mucho que defiende a su gente, es algo extraordinario», cuenta un periodista que ‘lidió’ con ella en sus años de comisaria provincial de León. Allí le tocó investigar dos casos tan trágicos y mediáticos como el asesinato de la presidenta de la Diputación, Isabel Carrasco, y el de la peregrina estadounidense Denise Thiem, en pleno Camino de Santiago.
Pero no es por eso por lo que ha merecido el reconocimiento de Europol, sino por el trabajo desarrollado por la UDEV en golpes policiales como las operaciones ‘Cuarzo’ y ‘Pinar’ –centradas en dos históricos puntos negros de venta de productos falsificados, en el famoso mercado de A Pedra de Vigo y en la Junquera (Girona)–, la operación ‘Kulata’ contra tres fábricas ilegales de tabaco, y más recientemente la operación ‘Rueda’, que descubrió la existencia de una trama corrupta en el reparto de los derechos de autor.
La UDEV es el acrónimo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta del Cuerpo Nacional de Policía. No aparecen tanto en los medios como sus compañeros de la UDEF (la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal), pero su ámbito de actuación es muy extenso: desde la piratería (por lo que han sido premiados) hasta homicidios y desaparecidos, secuestros y extorsiones y delitos contra el patrimonio histórico, entre otros.
Pero vayamos por partes porque el cierre judicial de la mayor parte de los puestos del mercado de A Pedra supuso un colosal antes y después en la lucha contra la piratería: acabó con la sensación de impunidad que tenían muchas bandas, y ayudó a lavar la imagen de España como paraíso del artículo engañoso e ilegal. De hecho, el mercado, uno de los principales reclamos turísticos de Vigo, figuraba en la Notorius Market List, una lista negra internacional de la piratería que elabora una agencia gubernamental de Estados Unidos. Los agentes se incautaron de 24.000 objetos entre ropa, calzado, joyas y tabaco. Marcos recuerda la importancia de combatir las falsificaciones: «Es una actividad que detrae recursos de la economía regulada y que en ocasiones va acompañada del tráfico de personas y la explotación laboral», cuenta en el despacho del complejo madrileño de Canillas, presidido por una bandera de España, junto al retrato del Rey, y ‘endulzado’ por un tarro de vidrio con gominolas.
Europol también ha tenido muy en cuenta el trabajo policial contra la facturación que se registraba en la Sociedad General de Autores (SGAE) y que fue desmantelada en la ‘operación Rueda’. Las sintonías emitidas en espacios que registraban menos de un 1% de audiencia generaban formidables ingresos a algunos autores. Y eso que era una música que acompañaba la cantinela de echadores de cartas. Policías de otros países han pedido a la UDEV que les detalle cómo funcionaba el engranaje, dado el intrincado sistema recaudatorio que pusieron al descubierto los agentes.
En el reconocimiento europeo han influido, además, los golpes al contrabando de tabaco. Los policías acabaron en junio del año pasado con tres fábricas clandestinas de producción y empaquetado de cigarrillos. Los jefes del entramado estaban afincados en Bulgaria, país del que procedían la maquinaria, la materia prima y hasta los propios trabajadores. De las plantas radicadas en Toledo, Salamanca y Málaga partía un cargamento enorme que se distribuía por toda España y el extranjero. Las tres manufacturas producían nada menos que tres millones de cigarrillos a la semana. «Se trabajaba a destajo y con sigilo: los pabellones se hallaban insonorizados para no llamar la atención». La UDEV contó entonces con la ayuda de las autoridades búlgaras y del Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales de la Agencia Tributaria.
Quien piense que la compra de productos que sortean la ley de propiedad intelectual es un hecho inocuo se llama a engaño. Las falsificaciones mueven en todo el mundo 407.000 millones de euros al año, una cantidad equivalente al PIB de Austria. Suponen además el 2,5% del comercio internacional, según un estudio conjunto de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo) y la OCDE.
Las falsificaciones no tienen por qué ser burdas imitaciones ni gangas. La Policía se ha incautado de relojes que se vendían en el mercado negro a mil euros la unidad. Las marcas en las que más se fijan los piratas son Nike, Rolex, Adidas, Apple y Samsung. En las Navidades de 2016 el producto pirata que más éxito cosechó fueron los patinetes eléctricos que intentaban remedar la marca Hoverboard.
No falta quien ve en el acto de comprar una prenda en el ‘top manta’ una expresión de solidaridad. La Asociación para la Defensa de la Marca (Andema) sostiene que los perjuicios económicos son cuantiosos, tanto que calcula en 7.088 millones de euros las pérdidas ocasionadas a las empresas españolas. A ellos se suman 67.000 puestos de trabajo perdidos anualmente, según Andema. Son datos de difícil comprobación, pues todo se desarrolla en el terreno de la economía sumergida.
En la carrera tecnológica por inventar copias que parecen un chollo, los falsificadores sacan ventaja en muchas ocasiones a las fuerzas del orden. Los funcionarios de la UDEV han desbaratado una red de sociedades interpuestas bajo la que se escondían una trama que vendían descodificadores manipulados. Con tales aparatos se podía ver en alta calidad las imágenes de las plataformas Movistar+, Orange y Vodafone. Ese mercado negro dista de estar erradicado. Estimaciones sin contrastar hablan de dos millones de telespectadores que piratean la señal de los canales de pago. «Al descodificador se le instala siempre un software que permite ver la señal que entra de forma legal por otro lado. En la ‘operación Fake’ conseguimos demostrar que la empresa que distribuía los dispositivos era la misma que había creado el software, el cual se podía descargar de webs piratas. Son negocios muy lucrativos que comportan penas mucho menores que el narcotráfico», aduce la comisaria. Algunos usuarios no sólo pagaron por el aparato, también abonaban cuotas por el servicio. «Si alguien está ganando dinero con este negocio es porque otros lo están perdiendo», subraya María Marcos.
María Marcos apenas lleva un mes como máxima responsable de la UDEV, pero la conoce muy bien por dentro porque hace doce años dirigió una de las brigadas que componen la unidad. Ahora ha vuelto a su antigua casa, ya con todas las brigadas (Brigada de Investigación de Delincuencia Especializada, Brigada de Investigación de Delitos contra las Personas y Brigada de Investigación de Patrimonio Histórico) y sus 150 agentes de todas las escalas bajo su mando.
Como comisaria principal (una de las seis comisarias principales de todo el Cuerpo de Policía), dirige operaciones contra secuestros y extorsiones, la búsqueda de desaparecidos, la recuperación de obras de arte (recientemente se ha devuelto a Portugal un denario romano de altísimo valor histórico) o actuaciones contra la propiedad intelectual, que son las que le han llevado a Amberes a recoger el premio de la Unión Europea en un acto presidido por el ministro del Interior belga y el director de Europol.
María, zamorana de 56 años, era una veinteañera que estudiaba en la facultad de Sociología de Barcelona cuando en 1982 decidió presentarse a unas oposiciones de inspectora de la Policía Nacional y sacó la plaza. «No tengo tradición familiar dentro de la Policía, y la verdad es que no tenía esa vocación, pero ahí nació una pasión y esa pasión la siento cada día y cada día es mayor», cuenta esta mujer «leal, de enorme valor profesional, de trato encantador, sonrisa fácil, pero que puede ser cortante como el filo de una navaja», como la describe un periodista que la conoce desde hace años. Es hija de un bombero y de una ama de casa, que le inculcó la idea, a ella y a sus dos hermanos, de que tenían que ser independientes económicamente, «lo que viene primero por el estudio y luego por el trabajo», le repetía su madre.
Contra el crimen organizado
Casada con un policía ponferradino que también es comisario y madre de una hija, Marcos inició su andadura en la Jefatura Superior de Navarra (en los duros años de plomo) y luego pasó por Barcelona, Madrid y León. Es comisaria desde 2005. Entonces ya acumulaba 28 felicitaciones y recompensas policiales, hoy son muchas más, entre ellas la cruz de la Orden del Mérito Policial con distintivo rojo por su trayectoria, una de las más altas condecoraciones del cuerpo. Antes de dirigir la UDEV fue la primera jefa del estratégico Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO), desde donde saltó a León, donde permaneció dos años como comisaria provincial. Se trataba de un destino ‘tranquilo’ que sin embargo fue escenario de crímenes tan mediáticos como el asesinato de la presidenta de la Diputación de León y del PP, Isabel Carrasco, y el de la peregrina estadounidense Denise Pikka Thiem cuando cubría una etapa del Camino de Santiago. En ambos casos se detuvieron a los culpables, que fueron juzgados y hoy cumplen largas condenas de prisión. En León, precisamente, vivió su momento más doloroso como policía con el asesinato de su colega leonés, el subinspector Gabino San Martín, en Kabul durante un ataque a la embajada española por un comando suicida talibán.
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