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A punto de cumplir diez años el próximo enero y cuando la investidura de Pedro Sánchez acapara todas las miradas, Podemos abre una nueva etapa para desligarse de Sumar, coalición a la que se adhirieron ante las urgencias del adelanto electoral al 23 de julio ... y de cuyo grupo parlamentario forman parte en esta legislatura. Ya era conocido que en el partido que encabeza la ministra de Derechos Sociales en funciones, Ione Belarra, estaban desencantados con su posición actual dentro de la plataforma que lidera Yolanda Díaz, pero ahora han sido sus bases, con un 86,59% de apoyos –han participado 30.883 inscritos y votado a favor 26.741–, las que han respaldado con su voto la nueva hoja de ruta del partido.
Así lo anunció ayer su secretaria general, Ione Belarra, en un acto celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en el que estuvo rodeada de la plana mayor del partido y ofreció los resultados del plebiscito abierto durante el jueves y el viernes. La ministra de Derechos Sociales pronunció un breve pero contundente discurso en el que advirtió que Podemos «tiene que fortalecerse como formación política autónoma y que solo vamos a participar de acuerdos preelectorales cuando sea útil y sobre todo cuando haya respeto, con primarias y sin vetos». «Gracias a los que habéis visto claro que teníamos que frenar en seco la operación en marcha estos dos últimos años. Una operación que tenía por objetivo sustituir a Podemos por una izquierda servil al régimen».
El nuevo documento político de Podemos, en el que la organización lleva trabajando desde septiembre con aportaciones de militantes, subraya que la organización «no se va a disolver en otro partido», en clara alusión a Sumar, y reafirma su apuesta por que la ministra de Igualdad, Irene Montero, siga al frente del departamento durante la siguiente legislatura.
El texto también enfatiza la voluntad de que Podemos mantenga su «identidad diferenciadora» dentro de la izquierda y advierte que los votos de los representantes del partido en las instituciones durante la legislatura «se deben negociar y nunca se regalan». Y en esta línea avanza que plantearán sus propuestas «más allá de sus responsabilidades de gobierno concretas» que puedan tener en un futuro Ejecutivo de coalición. Una amenaza que sus dirigentes llevan insinuando desde hace semanas, aunque en privado reconocen que no podrán peros a la investidura de Sánchez con el voto de sus cinco diputados, postura que también deberá refrendarse ante las bases con otra votación que se celebrará en los próximos días.
Sobre el asunto de la doble militancia, que atañe a algunos dirigentes de Podemos que han aceptado cargos de relevancia en Sumar, como es el caso del secretario de Estado Nacho Álvarez, que negoció el acuerdo de coalición con el PSOE; el documento profundiza que «en ningún caso» puede existir. Una diferencia sustancial con Sumar, que en sus estatutos no descarta esa opción pese a que aún tiene pendiente desarrollar su estructura como partido.
Respecto al «ruido»como herramienta política, estrategia que rechaza frontalmente Díaz, los morados defienden «dar la batalla» en las discrepancias con posibles socios dado que, entienden, la ausencia de debates públicos «solo se traducirá en un Gobierno de retroceso».
Las espadas están en alto, y aunque en el equipo de Díaz restan importancia a este malestar y confían en mantener engrasada la coordinación parlamentaria durante la legislatura, el reparto de los ministerios del próximo Gobierno podría ser la puntilla en la delicada relación que mantienen ambas organizaciones si se cumplen los pronósticos y los morados se quedan fuera del Consejo de Ministros.
Mientras los de Belarra han elevado en las últimas semanas su reivindicación para que Montero se mantenga al frente de Igualdad, para el núcleo duro de Sumar esta cartera es un asunto que «debe ser transversal» en el Ejecutivo y ponen el foco, en cambio, en obtener otras carteras como la de Vivienda, que sería de nueva creación.
En este pulso, los morados recuperan incluso las críticas que deslizó Belarra un día después de las generales, cuando culpó a Sumar de los resultados. En el documento se incluye una mención a la «responsabilidad histórica» que tuvo Podemos al concurrir junto al proyecto liderado por Yolanda Díaz pese a que se pusieron «condiciones y vetos» e insiste en que los resultados electorales que no fueron los esperados.
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