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Pablo Casado termina el año como comenzó, lanzando durísimas críticas contra el presidente del Gobierno al que acusa de actuar con «arrogancia», «incompetencia», «insensibilidad», e incluso «recochineo». El líder del PP sigue instalado en la oposición frontal al Ejecutivo y no parece dispuesto a moverse ... de ahí, convencido como está de que es el rumbo correcto para llegar a la Moncloa.
Este miércoles utilizó su balance de fin de año para responder al «falso triunfalismo» de Pedro Sánchez y reprochar al socialista sus «mentiras» y su mala gestión de la pandemia, lo que, en su opinión, ha repercutido tanto en la virulencia de los contagios como en la situación económica que ha dejado tras de sí el virus. «Ni hemos salido más fuertes de la crisis sanitaria ni el escudo social ha servido», aseveró.
Para el jefe de la oposiciónes un error que el presidente se haya negado a aprobar una ley de pandemias, como reclama el PP desde hace dos años. No la apoya, añadió, porque no quiere una coordinación a nivel nacional y que las comunidades, una vez más, se enfrenten «solas» a la pandemia. «El Gobierno llega tarde por sexta vez a otra ola del coronavirus –reprochó–, del que decía que estaba derrotado».
Casado dibujó un panorama apocalíptico, especialmente en materia económica. Tiró de los datos de la deuda pública, la inflación o del déficit para desmontar el mensaje positivo de Sánchez. Pronosticó también que la recuperación llegará a España más tarde que al resto de Europa, ya que el Gobierno habla de 2022, cuando en el resto de los países será este año.
Frente a ese panorama tenebroso, el líder del PP vislumbra un halo de «esperanza» porque «el cambio de ciclo de es imparable». Basa su afirmación en lo ocurrido, primero en Galicia, con la mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo, después con la fallida moción de censura en Murcia, el «gran resultado» de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y lo que ocurrirá en febrero en Castilla y León.
Casado situó así el despegue de su partido en las encuestas antes del 4-M, para intentar desligar el cambio de tendencia para los populares del éxito de la presidenta madrileña, con la que sigue enfrentado por el control regional del partido y cuya candidatura evitó de nuevo respaldar. «No vamos a dedicar ni un minuto –dijo– a hablar de las cuestiones orgánicas». Tampoco quiso concretar nada del calendario del congreso madrileño. Se limitió a confirmar que con la convocatoria en Castilla y León, el partido se va a volcar en la campaña electoral y los cónclaves pendientes «se reanudarán después».
Confía en que Alfonso Fernández Mañueco siga en el Gobierno, y el objetivo es, como en Madrid, «no depender de nadie» y tener «más escaños» que el PSOE. Será entonces cuando el resto de partidos, advirtió, tendrán que retratarse y decidir si quieren «que se repitan las elecciones, una abstención o su apoyo», en una clara alusión a Vox y a Ciudadanos.
Casado envió además un mensaje rotundo para quienes dentro y fuera del partido reclaman que el PP se abstenga a la reforma laboral. La postura está fijada y rechazarán la propuesta en el Congreso. En la dirección nacional apuntan a que ahora que el Ejecutivo «pierde apoyos», el PP no pueden ser su «apósito» después de que Sánchez haya admitido que no quiere pactar nada con ellos. «¿Por qué el PP tiene que blanquear los acuerdos del PSOE con Podemos o sustituir a EH Bildu o ERC en sus apoyos?», zanjó.
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