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Durante los dos últimos años a Yolanda Díaz se le ha acusado de «ir tarde» y «tomarse las cosas con demasiada calma». Mientras Podemos apretaba con los tiempos, la líder de Sumar siempre defendió que su proyecto político nacería alejado del calor «que marcan las ... urnas». Hasta que se vio obligada a pisar el acelerador cuando Pedro Sánchez anunció el adelanto electoral para el 23-J, lo que la forzó a culminar por la vía rápida un proceso de reunificación de la izquierda para el que hubiera preferido tener más plazo. Sin embargo, desde el día después de las generales, la vicepresidenta segunda en funciones parece presa de esa inercia y pugna por liderar las negociaciones de investidura. «Es necesario formar un Gobierno cuanto antes», no ha dejado de repetir.
Esto se plasma en la intensa agenda que ha desplegado desde entonces. En agosto, Sumar fue la primera organización en poner encima de la mesa la reforma del Reglamento del Congreso para permitir el uso de las lenguas cooficiales. Un gesto hacia el independentismo que se concretó esta semana con el respaldo de la mayoría absoluta de la Cámara baja. Antes, había designado a Jaume Asens, exdiputado de los comunes y persona cercana a Carles Puigdemont, como interlocutor con las formaciones catalanas. Todo mientras el PSOE reivindicaba su posición mayoritaria entre los socios y pedía enfriar las conversaciones para que Alberto Núñez Feijó «se cueza en su propia salsa».
Pero Díaz volvió a hacer oídos sordos y el 4 de septiembre sorprendió a propios y a extraños reuniéndose con Puigdemont en Bruselas. Los socialistas, que habían sido informados la noche anterior y «a hechos consumados», alegaron que la líder de Sumar no representaba en el encuentro alGobierno, sino a su partido. Todo acabó con una escueta declaración de intenciones, la primera foto de un miembro del Ejecutivo con el expresidente de la Generalitat desde los hechos del 1-O y la convicción por parte de la vicepresidenta de que Sánchez resultará investido.
Unilateralmente, Díaz ha puesto a trabajar a un grupo de expertos en la redacción de una propuesta para la ley de amnistía, condición nuclear de Junts para apoyar la investidura de Sánchez. Informarán de ella al PSOE, explican desde la organización, cuando ya esté redactada. Para «allanar el terreno», además, tiene previsto reunirse con representantes sindicales, de la patronal y del mundo cultural en Cataluña la semana después de que Feijóo se presente a su propia sesión de investidura. Una fecha en la que el PSOE empezará a mover ficha, al menos en público.
La formación de un nuevo Gobierno no es la única razón de estas urgencias. Díaz también aspira a consolidar su proyecto político en un momento de máxima efervescencia en la izquierda. Podemos e Izquierda Unida, que se sienten agraviados tras verse privados de portavocías en el grupo parlamentario de Sumar, van a iniciar procesos internos para abordar sus futuras relaciones dentro de la coalición.
Los morados ya avisan de que, si no obtienen un puesto en el futuro Gobierno en el caso de que este se reedite, actuarán con autonomía en el Congreso. Su secretaria general, Ione Belarra, planteó hace una semana la posibilidad de que Podemos se salte la cadena de mando en el grupo parlamentario y negocie directamente con el PSOE la investidura. Entre las condiciones, que Irene Montero repita al frente de Igualdad; derogar la 'ley mordaza' y renovar el CGPJ; subir el salario mínimo a los 1.500 euros; abaratar el coste de la vida con una rebaja del transporte público y un tope a los márgenes empresariales; y la congelación de los alquileres toda la legislatura. IU tampoco está dispuesto a renunciar a su libertad de acción. En una reunión de su coordinadora general celebrada el viernes, su líder, Alberto Garzón, propuso construir un «frente de izquierdas» en el que Sumar «sea un partido más».
Por su parte, Movimiento Sumar –tal y como está inscrito en el registro de partidos– espera organizar el primer congreso de su historia en enero, una vez se aclare la situación política. Díaz ya avisa a sus aliados: «Hemos venido para quedarnos».
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