Una espiral de alto riesgo
Vox intenta aprovechar su moción de censura para capitalizar desde el populismo el desgaste que sufre la política
Alberto surio
Miércoles, 21 de octubre 2020, 00:09
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Alberto surio
Miércoles, 21 de octubre 2020, 00:09
Hay derrotas en la vida que se convierten a la larga en una oportunidad. En la política a veces pasa lo mismo. La quinta moción de censura de la democracia que hoy se discute en el Congreso intenta precisamente acelerar un cambio que hace poco ... parecía sencillamente inviable. El estreno del extremismo político en el debate de hoy no va a ser un mero trámite y encierra una trastienda relevante. Vox presenta sus credenciales en un debate parlamentario de fondo y da un paso crucial en su batalla por disputar el liderazgo en la derecha, que es en lo que está. El dilema de Pablo Casado es endemoniado: si no marca distancias con la extrema derecha, se verá engullido por su dinámica avasalladora. La radicalización mundial de una parte de los partidos conservadores ha sido elocuente a este respecto. Pero si va demasiado lejos en su desmarque, su colaboración en ayuntamientos y autonomías donde gobierna gracias a Vox se verá resentida, aunque a la larga gane una pelea existencial por mantener su espacio.
La moción interpela también al Gobierno de coalición y al bloque de la investidura. No tanto porque pretenda derribarlo democráticamente en el Parlamento, algo para lo no cuenta con suficiente fuerza. Sino porque se afianza un choque previsible y fomenta una polarización que no va a servir para resolver algunas de las partidas pendientes que bloquean al actual sistema político. En el corto, es cierto que la propuesta de Santiago Abascal -más orientada a enconar la emoción de censura que a relevar al actual Ejecutivo- proporciona oxígeno a la coalición PSOE-Unidas Podemos. Pero haría mal el Gobierno en quedarse con esa lectura superficial y aprovecharse tácticamente de ese marcaje feroz. El mensaje de Vox alienta la antipolítica y en este momento vivimos en el caldo de cultivo idóneo para que crezca este ambiente tóxico de deslegitimación institucional. Una crisis sanitaria y económica que provoca un fuerte descontento social y un reproche a la falta de responsabilidad de la clase dirigente es una bomba de relojería contra el sistema alimentada desde el manejo hábil de las redes sociales. Así que mucho cuidado con el empleo de las palabras. El populismo de ultraderecha se frota las manos a la hora de capitalizar este fracaso.
A Vox, que niega la complejidad de los problemas y ofrece el simplismo como receta, se le combate de verdad desde la palabra argumentada, no desde la soflama. Veremos si hoy se aprende de una vez esta lección elemental de primero de democracia.
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