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El Gobierno recibió este martes con evidente malestar la noticia de que el juez Juan Carlos Peinado ha decidido citar como investigada a la esposa del presidente, Begoña Gómez, el próximo 5 de julio. Hasta el punto de que la portavoz del Consejo de Ministros, Pilar Alegría, sembró dudas sobre la intencionalidad política del titular del Juzgado de instrucción número 41 de Madrid por el hecho de que haya dado a conocer este paso en plena campaña electoral, en vísperas de que se abran los colegios para las europeas del 9 de junio.
Alegría afirmó que el Gobierno «respeta» la separación de poderes, pero al mismo tiempo expresó su «extrañeza» tanto por el momento elegido por el juez como por las formas. «Nos hemos enterado a través de los medios de comunicación», subrayó en su habitual comparecencia de los martes en el Palacio de la Moncloa, en la que, esta vez, estuvo acompañada por la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, el ministro de Justicia, Félix Bolaños y el de Transportes, Óscar Puente. Todos con iniciativas a las que intentar sacar lustre ante la inminente cita con las urnas
En el Ejecutivo se cuidan de emplear términos como prevaricación o ‘lawfare’ para referirse a la actuación del juez Peinado pero, en privado, se muestran tajantes. «El asunto se archivará más tarde o más temprano, pero se usa en el marco de una campaña para ayudar a una determinada opción electoral», apuntaban este martes en referencia al PP. Afirman que no hay ninguna razón para llamar a la mujer del presidente ahora y no tras admitir a trámite la denuncia de Manos Limpias o bien tras las declaraciones testificales acordadas. «Desde el punto de vista procesal, no se sostiene», arguyen.
La citación judicial no cambia, por lo demás, el discurso que desde Moncloa se viene defendiendo desde hace semanas en torno a este asunto. Alegría aseguró que la «tranquilidad» del Ejecutivo es «absoluta» porque «no hay nada de nada» contra Begoña Gómez, como apunta el informe que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil remitió en su momento al juez. Y, una vez más, achacó todo al «fango» de PP y Vox. «Esta denuncia está basada en mentiras y bulos de tabloides digitales», reiteró, sin especificar.
Pese a «la indignación», no obstante, en el PSOE sostienen que pueden acabar viéndose electoralmente favorecidos por este episodio. «Cuando las cosas son tan obvias, se vuelven en contra de quien las impulsa», aducen.
Ya desde el día que se supo que Peinado abría diligencias previas en torno a Begoña Gómez por supuesto tráfico de influencias y corrupción –en el marco de la concesión de contratos públicos adjudicados al empresario Juan Carlos Barrabés, profesor del máster de la cátedra que ella codirige en la Universidad Complutense–. el propio Pedro Sánchez ha tratado de convertir este asunto en un elemento de movilización del electorado progresista y utilizarlo como bumerán contra el PP. Así vieron al menos la famosa carta a la ciudadanía en la que el presidente amagó con dimitir por los «ataques» a su familia buena parte de los partidos que concurrieron a los comicios catalanes de solo unos días después; entre ellos, sus socios de Junts y ERC.
En un comunicado, el partido reprochó este martes a Alberto Núñez Feijóo la ofensiva del PP sobre esta cuestión –la misma Alegría recibió una batería de preguntas al respecto en la sesión de control vespertina en el Senado– y acusó, a él y a los suyos, de haberse convertido en «los portavoces de la jauría del fango ultraderechista junto a Vox, Manos Limpias, Hazte Oír y otras asociaciones ultras».
Los socialistas fían, precisamente, su éxito el domingo al rechazo que genera la extrema derecha no solo entre sus votantes, sino también entre los situados a su izquierda –los sondeos detectan un trasvase sustancial de electores de Sumar– y en el centro. La ministra portavoz, en todo caso, tampoco desaprovechó la ocasión para atacar al líder de la oposición, primero desde la Moncloa y después desde la Cámara alta, por especular con una eventual moción de censura contra Sánchez si éste recibe un castigo en las urnas y se resiste a convocar elecciones. A pesar de que Feijóo matizó que de momento ese asunto entra en el marco de la «ciencia ficción», Alegría llegó a hablar de «la solicitud» para llevar a cabo esa moción «con el señor Puigdemont». «Una contorsión –ironizó– que ni Nadia Comaneci».
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