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Si Miguel Gila viviese hoy es muy posible que hiciese un monólogo con su particular teléfono que comenzase con un: '¿Es el okupa? Que se ponga'; al estilo de aquellos que tanta celebridad le dieron que, como muchos recordarán, comenzaban con: «¿Es el ... enemigo? Que se ponga».
Nace este pensamiento de una conversación que casualmente escuché a dos personas que estaban hablando sobre lo que les había ocurrido con la segunda vivienda que ambos poseían en el sur de España y que de haber sido el escuchante el genial humorista es seguro que hubiera hecho de ello una parodia en la que, envuelta en su característico humor, hubiera reflejado la tragedia que para muchos propietarios supone encontrar ocupada su vivienda y no tener posibilidad de recuperarla, al menos de forma rápida y sin costo económico.
Relataba el primero de tales interlocutores que cuando fue a pasar unos días de vacaciones a su casa de la costa se la encontró ocupada por unos individuos y que ante el hecho de que se negaron a marcharse, y las amenazas que recibió por parte de los mismos, fue a presentar la correspondiente denuncia a la Policía, donde le indicaron que nada podían hacer ya que los ocupantes –léase okupas ilegales– al llevar tiempo viviendo en la mencionada casa debería ser un juez quien ordenase el correspondiente desalojo. Ha transcurrido –decía el acongojado propietario–, más de un año y aún no he logrado que se ordene el desalojo, aunque eso sí, cuando dejé de pagar los recibos del agua y electricidad recibí una comunicacion de que debía proceder al pago inmediato de los mismos o procederían a embargar mis cuentas. Cuando pregunto al abogado –proseguía el pobre propietario–, cuándo podré disponer de mi vivienda, me dice que en unos meses más es posible que ya se ordene el correspondiente desalojo, y cuando pregunto qué pasará si encuentro la casa destrozada me contesta que podré demandar a quienes la ocuparon. Pero –añadía acongojado–, ¿a quién denuncio, si no los conozco, y donde estarán entonces?.
Terminado el relato anterior tomó la palabra su interlocutor, quien expuso que hace unos meses recibió una llamada telefónica de un vecino para preguntarle si había alquilado su vivienda. Ante la contestación negativa le dijo que desde hacía unos días veía entrar y salir de su casa a un grupo de individuos –parecían, le aclaró, extranjeros del este europeo– y que por ello le llamaba. El primer pensamiento, decía este segundo propietario, fue ir a la Policia y denunciar el hecho. Sin embargo –aclaró–, tuve la suerte de encontrarme con un amigo, al que conté mi tribulación, quien me dijo: ni se te ocurra, pues si haces tal cosa no dispondrás de tu casa en menos de dos años y cuando te la entreguen la encontrarás totalmente destrozada y sin la mitad de los muebles o enseres de valor que tengas en ella. ¿Y entonces qué hago?, le pregunté. Ve a tu casa con un grupo de amigos y entra a ella cuando no haya nadie, a poder ser por un lugar que no sea la puerta principal, ya que habrán cambiado la cerradura de la misma, y saca de su interior todos los enseres que encuentres que no sean tuyos y llévalos a un basurero lejos de tu casa. Luego espera a que regresen los okupas, los cuales, al ver que no pueden entrar, (porque habréis cambiado la cerradura de la puerta principal) y que hay gente en la casa, (pues habréis organizado una buena fiesta), llamarán a la Policia, quienes al cabo de un tiempo se personarán en tu casa, y después de explicarte que quienes les acompañan han presentado una denuncia por ocupación del referenciado domicilio, te pedirán la documentación. Una vez identificado y que les hayas mostrado las escrituras de propiedad de la casa, te solicitarán permiso para entrar al interior, lo que tú amablemente les autorizarás, (aunque no tengas obligación, por no llevar una orden judicial). Registrarán la vivienda y lógicamente sólo encontrarán tus enseres y los efectos personales de tus acompañantes, ante lo cual te darán las gracias y se retirarán, no sin antes informar a los denunciantes que si lo desean pueden presentar una denuncia en el juzgado de guardia.
Es seguro que el propio Gila, ante situaciones como las comentadas, hubiera dudado de que su parodia fuese tomada en serio por el público. Sin embargo, desgraciadamente, la realidad en esta materia suele superar la ficción, por lo que esperemos que la nueva legislación que regule en el futuro el desalojo de viviendas particulares sea realmente efectiva, pues es sorprendente que para echar de tu propia casa a unos individuos que la han ocupado ilegalmente y que, por ello, carecen de contrato de alquiler o recibos de pago de cualquier servicio básico, se necesite un largo tiempo para hacer efectiva la recuperación de tu propiedad, cuando lo lógico sería el desalojo inmediato de los ilegales ocupantes y su automática detención para ponerlos a disposición judicial.
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