Secciones
Servicios
Destacamos
La gestión interna de un asunto sospechoso –el contrato de las mascarillas adjudicado por la Comunidad de Madrid a la empresa de un amigo de Isabel Díaz Ayuso, con el hermano de esta de por medio, y el espionaje activado contra ella– ha sido el ... detonante de la grave crisis que ha dinamitado la dirección nacional del PP. El partido que lidera la oposición en España prepara la salida de su presidente, elegido por vez primera en un proceso de primarias en los 40 años de historia e la formación conservadora, con la sombra de la corrupción persiguiendo de nuevo a los populares.
Pablo Casado y Teodoro García Egea, el secretario general hasta el martes, perdieron la mayor parte de sus apoyos tras conocerse los detalles de la investigación abierta a la presidenta madrileña el pasado septiembre. Dentro de estas pesquisas, los dirigentes del partido pidieron explicaciones a Díaz Ayuso sobre la información recibida que apuntaba a que su hermano Tomás se había lucrado con 286.000 euros con la gestión de este contrato. Lo hicieron pocos días después de que ella anunciara su determinación de presidir el PP madrileño, en manos de una gestora desde la dimisión de Cristina Cifuentes en abril de 2018 tras difundirse el vídeo de las cremas.
La aparición en este embrollo de la agencia de detectives Grupo Mira, vinculada a seguimientos a otros dirigentes del PP como el expresidente madrileño Ignacio González, acusado de corrupción; la figura en la sombra del exalto cargo del Ayuntamiento de Madrid Ángel Carromero, primer dimitido en esta guerra fratricida; y el presunto intento de utilizar una empresa municipal para abonar el trabajo «ilegal» de los detectives –acceder a los datos tributarios de Tomás Díaz Ayuso– acabaron por derribar la defensa de la cúpula 'genovesa'.
La dirección del PP se vio desbordada por las filtraciones del entorno de la baronesa madrileña sobre los pormenores de la investigación iniciada contra ella. Casado y García Egea fueron incapaces de explicar a sus otrora leales compañeros las acusaciones que el primero lanzó en la Cope sobre un presunto tráfico de influencias en lo más crítico de la pandemia, «cuando morían (en España) 700 personas al día». Y sin ofrecer apenas resistencia, ambos claudicaron ante Díaz Ayuso –con un veterano de estrategia política como Miguel Ángel Rodríguez a sus espaldas– y la presión de los barones para atajar la crisis cuanto antes.
El conocido como MAR, jefe de gabinete de la presidenta de Madrid, trató de imponer el relato desde el comienzo de la batalla que acabó tornándose decisiva. Proyectó el foco en los excesos de la investigación de Génova presentando a Díaz Ayuso como víctima de una caza de brujas por su intención de dirigir el partido en Madrid. El contrato de las mascarillas pasaba así a un segundo plano en detrimento de las graves acusaciones de Casado, que este, además, acabó archivando. Pero las sospechas han desembocado en una investigación de la Fiscalía Anticorrupción.
Los aprietos que atraviesan Díaz Ayuso por el contrato inspeccionado y el alcalde Almeida por el supuesto espionaje han triturado en la hora final de Casado su mensaje de regeneración en estos tres años y medio de mandato. Una presidencia que nació con la intención de infundir ejemplaridad entre sus cuadros tras los casos de corrupción heredados que habían lastrado la marca PP: la moción de censura que acabó con el Gobierno de Rajoy tuvo como espoleta la sentencia por Gürtel.
Casado no ha logrado desprenderse en este tiempo del lastre de la corrupción. Buscó un golpe de efecto en febrero de 2021, tras el batacazo en las elecciones catalanas, al anunciar que ponía en venta la sede de la calle Génova para romper con ese pasado. Un inmueble que ha sido protagonista por el pago de parte de su reforma con dinero de la 'caja B' del extesorero Luis Bárcenas, según concluyó la Audiencia Nacional.
«No debemos seguir en un edificio cuya reforma se está juzgando en los tribunales», arguyó Casado. «Esta dirección no va a volver a dar explicaciones sobre ninguna cuestión pasada. Las hipotecas en política no son hereditarias y no podemos seguir pagando facturas de cuestiones que ni conocemos», proclamó entonces.
Desprenderse de la sede fue la decisión más importante tomada por Casado en materia de regeneración, porque la línea de defensa del partido en los juicios de 'Gürtel', por ejemplo, aún mantenía que no existió una 'caja B' en el PP. Antes de desatarse la guerra con Díaz Ayuso, el objetivo incluso era cambiar de edificio a lo largo de este año y cancelar la hipoteca pendiente de pagar, unos 12 millones.
En general, el anuncio fue bien recibido por los dirigentes populares. «Adiós Génova. Es el momento de nuevas ideas», saludó la presidenta madrileña sobre la decisión de Casado. Un apoyo nítido a su iniciativa y un reconocimiento por dirigir «tamaño partido en las actuales circunstancias». Doce meses después, el «colapso» en el PP en el que Casado no logró neutralizar a Díaz Ayuso deja pendiente el discurso de la regeneración a la espera de Feijóo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.