Un cura entregado a los demás que supo estar al servicio de la Iglesia

En mayo hubiera cumplido cincuenta y siete años de sacerdocio ministerial desde que don Vicente Puchol le ordenara, el 7 de mayo de 1967.

Ejerció su ministerio en Izara, Suano y Suso, en Campoo de Suso, y después paso unos meses en Mataporquera (Valdeolea) y un tiempo en Vega de Villafufre y Bárcena, para recalar más tarde y casi durante cincuenta años en Igollo y Cacicedo de Camargo. En todos estos lugares fue apreciado y querido por sus convecinos, que apreciaban su entrega a los demás y su preocupación efectiva por todo aquel que necesitaba algo.

Su medio siglo de sacerdocio en los pueblos de Igollo y Cacicedo de Camargo fue testigo de innumerables acciones sacerdotales con un marcado acento social: los campamentos con niños y jóvenes; la atención y creación de las aulas de la tercera edad; la administración eficaz de los bienes de la Iglesia... Y la perla de todo este trabajo: el Centro Cultural Alborada, fundado por don Francisco. En él puso en marcha multitud de actividades, fomentó la música, organizó viajes culturales y de ocio... Con una personalidad propia supo estar al servicio de la Iglesia en todo momento.

El Señor le concedió una gracia especial dos días antes de fallecer cuando fue visitado en el hospital por su obispo, don Arturo Ros. Se llenó de alegría y agradecimiento.

Descansa en paz, Don Francisco y gracias por la labor que llevaste a cabo al servicio de Dios en la Iglesia.